Dudas lingüísticas 13

José Manuel: uso del artículo con el año

En esto de las fechas, aunque ya parece que el personal va acostumbrándose, sale de vez en cuando la pregunta de si conviene decir mayo DE 1999 o DEL. Creo recordar que Ussía le dedicó una columna al asunto.

Respuesta:

Ninguna de las dos es incorrecta, pero es preferible la variante sin artículo, que era la que utilizábamos normalmente hasta 1999. Cuando llegó el año 2000, nos sentíamos todos un poco desorientados y fue entonces cuando se empezó a colar el artículo. Al cabo de catorce años podemos volver a las buenas costumbres.

Diego: origen de las lenguas románicas

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Hola, Alberto:

Mi consulta se refiere al origen de las lenguas romances, entre ellas, claramente, el español. Hace poco leí un artículo en el que se reseñaban algunas ideas de un francés, Yves Cortez, que afirma que las lenguas romances no provienen del latín (vulgar), sino del italiano. Me interesa la lingüística, pero no soy profesional, así que me gustaría saber tu opinión.

Saludos desde Argentina,

Diego

Respuesta:

Hola, Diego:

Ya me habían llegado campanadas de esta sugerente teoría según la cual el español y las otras lenguas románicas no procederían del latín, sino del italiano. Tengo que confesar que no he podido formarme una idea cabal al respecto, pues tengo que informarme antes sobre otras teorías igualmente sugerentes, de las que citaré solo algunas:

-que la llegada a la luna de 1969 fue un montaje cinematográfico,

-que Elvis Presley está vivito y coleando,

-que los extraterrestres se pasean por la Tierra como Pedro por su casa.

Una vez que me ponga al día con estas y alguna más, podré informarme con más tranquilidad sobre lo del italiano. En cualquier caso, si esto fuera cierto, las repercusiones serían fenomenales. Sin ir más lejos, los profesores de latín serían un hatajo de farsantes que vivirían a costa de engañar a la juventud haciéndoles creer que necesitan aprender lo de rosa rosae para entender el español. Es más, les estarían robando el pan miserablemente a los pobres docentes de italiano.

Ahora en serio, si quieres informarte sobre la evolución y divergencia de las lenguas románicas a partir del latín, te recomiendo que leas una obra de divulgación que está escrita con una sólida base científica. Se trata de La aventura de las lenguas en Occidente de Henriette Walter. La podrás encontrar en cualquier biblioteca pública medianamente seria.

Vicente: adjetivos inexistentes

Buenas tardes, Alberto:

Si una persona tiene el pelo oscuro o claro, se puede usar el adjetivo moreno o rubio; pero no encuentro cuál es el que se usa para nombrar a la persona que tiene el pelo rizado o liso.

Gracias

Respuesta:

Hola, Vicente:

Se puede hablar de todo en cualquier lengua, pero no todas encapsulan los mismos conceptos en el vocabulario.

En nuestra variedad de español no existe un adjetivo para referirse a alguien que tiene el pelo rizado*. En cambio, en alemán sí que existe esa unidad léxica. Ein lockiges Mädchen es una chica de pelo rizado. Por otra parte, se afanaría en vano quien pretendiera encontrar el equivalente germano de aflamencado. 

Adonde no llegamos con unidades léxicas simples nos tenemos que acercar mediante rodeos. Es verdad que nuestra lengua no tiene nada parecido al adjetivo lockig, pero siempre podremos decir de pelo rizado, con el pelo rizado, que tiene el pelo rizado, etc.

Simplemente es imposible disponer de una palabra para cada concepto porque el número de conceptos es potencialmente infinito, mientras que nuestra capacidad para recordar y manejar palabras es limitada. Por eso en cada lengua se hace una selección de aquellos conceptos a los que se les va a dar una relevancia especial dedicándoles una unidad léxica específica.

Los motivos para esto son de lo más variado. Algunos tienen que ver claramente con la relevancia de ciertas realidades para algunas comunidades. En Rostock puede resultar práctico disponer de una palabra para referirse a la nieve sucia y medio derretida (Matsch). En cambio, en Sevilla se le podría sacar bastante menos partido. Lo mismo, pero a la inversa, podríamos decir del adjetivo aflamencado que mencionábamos antes. Otras veces, la selección de los conceptos que se lexicalizan o se dejan de lexicalizar en una lengua determinada se debe a meros azares históricos. Su examen nos llevaría demasiado lejos. Incluso se encuentran diferencias entre variedades de una misma lengua. No me sorprendería si algún lector nos contase que el adjetivo por el que preguntas existe en Bolivia o en Guatemala.

Todo esto no es ni mejor ni peor. Forma parte, simplemente, de la idiosincrasia de cada lengua. Si estas se llaman idiomas (del griego idios ‘propio’) es porque cada una tiene un carácter propio y particular.

*Me informan los lectores de que en Chile existe crespo y en Argentina, ruliento.

Antonio: combinabilidad de los prefijos

Buenos días, Alberto:

Me ha surgido una duda sobre el uso de los prefijos para la que no he encontrado solución. ¿Pueden ponerse en todos los casos? Es decir, ¿cualquier palabra puede ser prefijada?

La duda me ha surgido con la palabra deshabilitación, que no sé si es correcta. La RAE no la admite, pero sí habilitación. Entiendo que sí la puedo utilizar, pero me suena un poco cargante.

Muchas gracias

Respuesta:

Hola, Antonio:

Tu pregunta tiene dos partes: la posibilidad de añadir un prefijo a cualquier palabra y cuál es la situación de una palabra concreta (deshabilitación). Vayamos por partes.

Por lo que respecta a la primera parte de la pregunta, conviene advertir que la respuesta podría convertirse en un curso completo de morfología, por lo que voy a tener que abreviar y simplificar. Hay restricciones diversas a la prefijación. Para empezar, solo ciertas clases de palabras admiten prefijos. Se los podemos añadir, por ejemplo, a los sustantivos (antibalas), pero no a las preposiciones (con, desde…).

Otras restricciones son de tipo semántico. Podemos añadirle el prefijo antibalaspolillas, pero resultaría cuando menos extraño hacer lo mismo con bombillas: antibombillas. El problema está en que no resulta evidente que nos queramos defender de las bombillas como lo hacemos con las balas o las polillas. Sin embargo, en cuanto creamos un contexto adecuado, el problema se resuelve por sí solo. Fíjate en este ejemplo (creado para la ocasión):

(1) La Unión Europea está trabajando en una directiva antibombillas con la que pretende sustituir los sistemas tradicionales de iluminación por otros más eficientes basados en tecnología LED.

Simplemente había un problema de significado.

También hay restricciones que tienen que ver con la productividad de los prefijos. No todos tienen el mismo vigor para crear palabras nuevas. Hay algunos como anti-ex- que son auténticos todoterrenos. Están en forma y son capaces de combinarse con multitud de palabras para dar lugar a formaciones nuevas. No hace falta ni siquiera mencionar ejemplos. Otros, en cambio, carecen de esa fuerza por el motivo que sea. A veces es una cuestión de edad, como en las personas, pero puede haber una diversidad de causas. Piensa, por ejemplo, en el prefijo a- con valor de negación. En español tenemos ateo, agnóstico, aconfesional, pero fracasaríamos si quisiéramos ampliar la serie con una nueva formación como acreyente.

En cuanto al caso concreto que planteas, deshabilitación, la explicación es la siguiente. El verbo deshabilitar es un calco del inglés disable. No lleva demasiado tiempo en circulación, pero ya se ha hecho su hueco en nuestra lengua y nos resultaría difícil prescindir de él. Al ser nuevo, también resultan novedosas las formaciones que lo toman como base. He podido comprobar que deshabilitación se utiliza, aunque no es una forma muy frecuente. Si no se le ponen pegas al padre, tampoco habría por qué ponérselas al hijo. Además tenemos el caso análogo de inhabilitar – inhabilitación. Yo no veo mayor problema en que tengamos un par deshabilitar – deshabilitación.

Por cierto, ni todo lo que está en el diccionario se puede utilizar sin mayor reparo, ni todo lo que falta se ha de condenar.

Y con esto me despido de vosotros hasta la semana que viene.

Un saludo