El sustantivo castellano negocio procede del latín negotium. Esta palabra, a su vez, está formada por la negación nec y el sustantivo otium ‘ocio’:
nec + otium > negotium (literalmente, ‘lo que no es ocio’)
Es una forma curiosa de conceptualizar esta realidad extralingüística. Para los romanos los negocios u ocupaciones son lo que hacemos cuando no estamos disfrutando de nuestro tiempo libre.
Es también interesante que hoy en francés esta idea se expresa preferentemente con el sustantivo affaire, que es precisamente su reverso. Affaire es literalmente ‘lo que hay que hacer’. También existe en esta lengua négoce, pero su uso es más restringido.
El castellano se ha mantenido fiel a la palabra latina, por más que su significado originario haya quedado borrado por el paso del tiempo y ya solo sea accesible cuando nos paramos a reflexionar o cuando alguien nos muestra lo que lleva dentro.