‘Fuera’, ‘afuera’ y compañía

En español existen varios pares de adverbios de lugar con a- y sin a-. Me refiero a parejas como fuera/afuera, dentro/adentro, delante/adelante, detrás/atrás, etc. Su uso plantea dudas a muchos hablantes.

Está muy arraigada la idea de que las formas sin a- solo se utilizan cuando tienen significados estáticos, mientras que sus contrapartes con la preposición incorporada denotan exclusivamente movimiento. Sin embargo, la norma que fijan las Academias de la Lengua establece una división de tareas completamente diferente.

Lo primero que necesitas tener claro es que cada miembro del par se puede utilizar tanto para expresar situación estática en un lugar (1, 2) como para dar a entender que se produce un desplazamiento de un lugar a otro (3, 4):

(1) No me diga que estoy fuera de la realidad, miss Ramos […] [Ana María Fuster Lavín: Réquiem].

(2) Me quedé afuera aguardando a Momo [Fernán Caballero: La gaviota].

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(3) Mañana me voy fuera de Lima, a descansar por unos ocho días [Carmen María Pinilla (ed.): Arguedas en el Valle del Mantaro].

(4) Espérame aquí, niña. Voy afuera a hacerme muy rico [Isabel Allende: Cuentos de Eva Luna].

Según la norma académica, los ejemplos (1)-(4) son correctos. Se trata de diferentes posibilidades que tenemos los hablantes para expresarnos. A partir de ahí, el que usemos la variante con a- o la variante sin a- va a depender de preferencias individuales, regionales, nacionales, etc.

La verdadera diferencia entre unas formas y otras reside en su capacidad para admitir un complemento introducido por la preposición de (o no). Las formas sin a- aceptan siempre ese complemento. Si vuelves a leer los ejemplos (1) y (3), comprobarás que esto se cumple. En estos se habla de estar fuera de la realidad y de irse fuera de Lima, respectivamente. Este complemento introducido por de no tiene por qué estar presente obligatoriamente. A veces se expresa, como ocurre en (5), y otras veces queda sobreentendido, como puedes comprobar en (6). No obstante, en uno y otro caso, la idea de ese complemento está ahí, aunque sea virtualmente:

(5) Me voy fuera de Lima por unos días

(6) Me voy fuera por unos días

A pesar de esto, muchas personas les añaden a las formas con a- ese complemento. Pero este uso se considera incorrecto en la norma de las Academias de la Lengua. Es más, en muchas variedades de nuestro idioma, se percibe como vulgar. Por tanto, te conviene evitar expresiones como esta:

(7) Me quedé afuera de la competición.

Y lo mismo se puede decir de adentro de, adelante de, atrás de, arriba de

Y no hemos acabado con las restricciones. La preposición a no se puede escribir separada de estos adverbios. El ejemplo (8) contiene una típica falta del tipo junto/separado:

(8) Sigamos a delante.

Errores como el de (8) son típicos de quienes se sienten inseguros ortográficamente. Esto lleva a menudo a separar en la escritura tanto lo que se puede como lo que no se puede. La versión correcta es esta otra:

(9) Sigamos adelante.

Y lo mismo se puede decir de a fuera, a dentro, a bajo, etc. En todos estos casos, la única grafía correcta es afuera, adentro, abajo, respectivamente.

Los ejemplos de antes son incorrectos, pero este es peor todavía:

(10) Vamos a adentro.

El ejemplo (10) es incorrecto porque la preposición a no puede aparecer ante las formas que ya la llevan incorporada. Eso se escribe necesariamente así:

(11) Vamos adentro.

En este sentido, una falta que cometen muchas personas es esta:

(11) Me miró de arriba a abajo.

La preposición a ya está incorporada en el adverbio abajo. La única forma correcta de escribir el ejemplo anterior es esta otra:

(12) Me miró de arriba abajo.

Las Academias de la Lengua no consideran ya estrictamente incorrectas expresiones redundantes como salir (a)fuera y entrar (a)dentro. Quizás desde un punto de vista estrictamente gramatical, eso pueda tener un sentido, pero desde la perspectiva del estilo es más feo que pegar a un padre. La idea de salir ya implica que ese movimiento se tiene que realizar hacia fuera (no se puede salir hacia dentro), y en la idea de entrar va implícito que nos dirigimos hacia el interior (por imposibilidad física y lógica de entrar hacia fuera). Mi consejo es que en estos casos digas simplemente salir o entrar. Y, desde luego, en la lengua escrita, esas expresiones redundantes son totalmente impresentable en textos con un mínimo nivel de formalidad.

Por último, hay que mencionar la forma erosionada alante, que va desplazando en el habla coloquial a los adverbios adelante y delante. Como ves, está tachada, así que no creo que haga falta decir más. No obstante, puedes seguir el enlace si quieres conseguir información más detallada al respecto.

Todo esto que te acabo de contar es lo mínimo que necesitas saber para emplear correctamente estos pares de adverbios. Y no es poco.

Ahora te conviene hacer el siguiente ejercicio para afianzar la teoría.

Indica si las secuencias destacadas en negrita en las siguientes oraciones son correctas.

1. Me miró de arriba a abajo.
2. Pues el caso es que no se está mal aquí dentro.
3. ¿Por qué no te vas fuera un ratito?
4. ¡Niño, sube arriba y bájate el New York Times!
5. Ponte tú en el asiento de alante.
6. Te tengo dicho que no pongas los pies arriba de la mesa.
7. Pues el caso es que no se está mal aquí adentro.
8. ¿Por qué no te vas afuera un ratito?
9. —¿Se puede?

¡A delante, a delante!
10. Si no está el tractor delante del palacete, es que no está en casa.

 

3 comentarios en “‘Fuera’, ‘afuera’ y compañía”

  1. Alberto:
    De nuevo nos encontramos ante una entrada elemental por la sencillez y pedagógica por la claridad. Si leemos con atención no deberíamos volver a incurrir en esos errores. Muy interesante tu oficio de “maestro eficaz y carismático”.
    Saludos,
    Cecilio

  2. Gracias, Alberto, por tus didácticas explicaciones. Tomo nota y siempre divulgo tu blog. Es imprescindible para los amantes de la lengua y muy interesantes los aportes de los comentarista.

    Saludos desde el centro de Argentina.

Los comentarios están cerrados.