Recopilo aquí algunas estructuras con gerundio. Conocerlas amplía tu arsenal de recursos para expresarte oralmente y por escrito.
Esta construcción presenta dos variantes de uso. La primera es castiza y coloquial, mientras que la segunda es un calco que conviene evitar. Empiezo por la variante coloquial, que resulta perfectamente válida en los contextos adecuados. Observa este ejemplo:
(1) Agitó la mano como diciendo que se marcharan.
Vas a reconocer este uso porque lo podrás parafrasear así:
como si + subjuntivo
El ejemplo anterior lo puedo reformular de la siguiente manera:
(2) Agitó la mano como si estuviera diciendo que se marcharan.
Fuera de ahí, son inaceptables las construcciones formadas por como + gerundio, por ejemplo:
(3) El juez rechazó los argumentos como careciendo de valor.
Este segundo uso entró en el idioma en un primer momento como calco del francés. Hoy día, su fuente está más bien en la imitación del inglés. No expresa un como si. Se trata más bien de una causa. El ejemplo anterior conviene expresarlo de esta otra manera:
(4) El juez rechazó los argumentos por carecer de valor.
Si te sorprende que una misma estructura dé lugar a usos enfrentados, ten en cuenta que el lenguaje es una herramienta increíblemente versátil y económica. Una de sus características más llamativas es su capacidad para reutilizar una misma estructura para fines diversos. Ahí reside parte de la magia del lenguaje. Esa capacidad nos habilita para hablar de todo lo habido y por haber, de lo que existe y de lo que no, de lo real y de lo imaginario… y todo ello sin necesidad de crear infinitas formas de expresión. Si te paras a pensarlo, es un prodigio en toda regla: un conjunto limitado de recursos expresivos nos permite hablar de manera potencialmente ilimitada. Esta capacidad es una de las claves que explican nuestro éxito como especie.
Esta construcción sirve para recriminar en la lengua coloquial:
(5) ¡Conque paseando en lugar de ir a clase!
Ese ejemplo implica que han sorprendido a alguien haciendo algo indebido. La construcción tiende a aparecer en preguntas y exclamaciones. A menudo, la recriminación es más bien humorística. De pequeño, mis padres me regañaban mucho utilizando construcciones de este tipo.
En el capítulo dedicado al infinitivo, comprobamos que este se combina con un puñado de preposiciones para expresar diferentes valores: al salir, de haberlo sabido, etc. En cambio, el gerundio rechaza este tipo de construcciones. La única preposición que admite es en y, además, se trata de una construcción que va de capa caída en la lengua actual. Observa este ejemplo:
(6) En llegando a casa, me pondré a cocinar.
En + gerundio expresa una acción inmediatamente anterior a la del verbo principal. El ejemplo da a entender que las acciones siguen esta secuencia:
Lo podría expresar de esta otra manera:
(7) En cuanto llegue a casa, me pondré a cocinar.
La construcción en + gerundio tuvo vitalidad en la lengua clásica. Hoy día se ha refugiado en dos extremos del espectro:
Yo la oigo a menudo en el habla coloquial de personas ya de una cierta edad (mi madre y sus amigas, concretamente, eran muy aficionadas a emplear expresiones de este tipo). Te muestro también un ejemplo literario. En el siglo XIX, Zorrilla escribía así en su drama religioso Don Juan Tenorio:
(8) ¡Cuál gritan esos malditos!
Pero ¡mal rayo me parta
si, en concluyendo la carta,
no pagan caros sus gritos!
En versión libre para la radio, podríamos expresar los versos de Zorrilla de esta otra manera, más actualizada y más prosaica:
(9) Cómo gritan esos malditos, pero que me parta un mal rayo si no les hago pagar caros sus gritos en cuanto termine de escribir esta carta.
Te conviene saber que existe esta construcción aunque tú no la uses. Aparece por todas partes en los textos clásicos. En una búsqueda rápida, yo la he localizado en Calderón, Lope, Cervantes, Quevedo, Tirso, Gracián, Larra, Espronceda, Galdós… Solamente por eso, ya merece que le dediquemos un momento de atención.
Esta construcción es coloquial. Añade énfasis y expresividad:
(10) No deberías salir lloviendo como llueve.
Como ves en el ejemplo, tengo un verbo que está en gerundio (lloviendo). A continuación, repito el verbo en cuestión, pero en forma personal (llueve). Las dos variantes las enlazo con como. La construcción en su conjunto transmite la idea de una lluvia abundante que hace desaconsejable el salir. Esa interpretación es resultado del énfasis que añade esta construcción. Si elimino como llueve, la idea básica se mantiene constante:
(11) No deberías salir lloviendo.
Esta nueva versión desaconseja salir mientras está lloviendo. Sin embargo, he perdido el énfasis y la expresividad que iban asociados a la repetición del verbo.
A veces, el gerundio puede sustituir al imperativo. Una vez más, es una construcción coloquial que resulta correcta en los contextos adecuados:
(12) ¡Andando, que se nos escapa el tren!
Con esa expresión estoy ordenando a alguien que se ponga en movimiento porque, de lo contrario, vamos a llegar tarde a la estación. Este uso es especialmente frecuente con el verbo andar, pero no es exclusivo de él. Por ejemplo, en España, los camareros de los bares más castizos utilizan de manera muy característica el gerundio del verbo marchar y lo hacen con valor imperativo. Cuando toman nota de un pedido, gritan así:
(13) ¡Marchando una ración de calamares!
Ese marchando es un mandato dirigido la cocina: tienen que poner en marcha inmediatamente la consumición que ha encargado la apreciada clientela.