Cómo funciona el gerundio

El gerundio es una forma no personal. Como tal, presenta una doble naturaleza:

  • Por un lado, es verbo y lo es con todas las consecuencias. Eso implica que puede tomar sujeto y complementos.
  • Por otro lado, puede funcionar como equivalente a otra clase de palabras. Por lo general, equivale a un adverbio.

Antes de nada, te voy a mostrar que puede funcionar como adverbio. Después entraremos en los detalles de su naturaleza verbal, que requiere más explicaciones.

Puede funcionar como adverbio

Fíjate en este ejemplo:

(1) Carlos llegó a casa sudando.

Ahí, el gerundio sudando funciona claramente como un adverbio. Eso se nota porque puede alternar en esa posición con verdaderos adverbios:

(2) Carlos llegó a casa {sudando/enseguida/despacito}.

¿Ves qué bien? Ya hemos solucionado esto. Podemos ocuparnos ahora de la naturaleza verbal del gerundio.

Admite sujeto y complementos

Nuestro ejemplo anterior incluye dos verbos:

  • llegó
  • sudando

Llegó es el verbo principal. Tiene su sujeto, que es Carlos. El sujeto de sudando es el mismo que el del verbo principal. Está claro que la persona que suda es Carlos.

Casi siempre, el sujeto del gerundio va a ser el mismo que el del verbo principal. Sin embargo, en ciertos casos muy acotados, el sujeto del gerundio coincide con el complemento directo del verbo principal:

(3) Veo el agua surgiendo del manantial.

Nuevamente, tenemos dos verbos:

  • veo
  • surgiendo

El verbo principal es veo. El gerundio surgiendo se refiere al verbo principal. Nos dice algo sobre cómo veo yo el agua. El sujeto de veo es un yo que queda implícito. Además, el verbo principal posee un complemento directo: el agua. Esto es así porque el verbo ver presenta este esquema:

(4) alguien ve {algo/a alguien}

La idea de ver no se puede concebir sin estos dos elementos:

  • alguien que ve
  • algo o alguien a quien se ve

Por su parte, el verbo surgir presenta este otro esquema:

(5) {algo/alguien} surge de algún lugar

En nuestro ejemplo, ese algo que surge es el agua. Ese es el sujeto del gerundio surgiendo y, al mismo tiempo, el complemento directo de veo. Además, el verbo surgir admite un complemento, que es el lugar del que surgen personas o cosas. En nuestro ejemplo, ese lugar es el manantial. Por tanto, nuestro gerundio se ha rodeado de un sujeto y un complemento: nos ha demostrado que tiene lo que hay que tener para ser un verbo.

Cuidado con la ambigüedad: verbo de percepción + gerundio

Antes avisé de que el sujeto del gerundio puede coincidir con el complemento directo del verbo principal, pero que esta posibilidad está muy restringida. Esto es posible cuando el gerundio se combina con los verbos de percepción, por ejemplo:

  • ver
  • oír
  • percibir
  • observar
  • notar

También pueden ser verbos de percepción puramente intelectual:

  • adivinar
  • intuir
  • captar

Sin embargo, debes tener cuidado con esta opción porque casi siempre da lugar a ambigüedad:

(6) Vi a mi vecina subiendo por la escalera.

El significado de este ejemplo tiene una parte que está clara y otra que resulta confusa. Resulta evidente que yo veo a mi vecina, pero ¿quién está subiendo? Normalmente, el sujeto del gerundio coincide con el del verbo principal. Por tanto, esta interpretación es posible:

(7) (Yo) vi a mi vecina (mientras yo estaba) subiendo por la escalera.

Sin embargo, ver es un verbo de percepción. Eso implica que su complemento directo puede convertirse en sujeto del gerundio. Esta otra interpretación también es posible:

(8) (Yo) vi a mi vecina (mientras ella estaba) subiendo por la escalera.

Mi vecina y yo somos personas. Ambos tenemos la capacidad de subir y bajar escaleras. Por tanto, no hay forma de saber quién sube, a no ser que dispongamos de más información. El caso es diferente en el ejemplo Veo el agua surgiendo del manantial. Ahí el conocimiento del mundo elimina la ambigüedad: normalmente, lo que surge de los manantiales es agua y no personas.

Ten cuidado cuando combines un gerundio con verbos de percepción: la ambigüedad estará acechando. Para escribir hace falta saber gramática, pero no basta. Una oración como Vi a mi vecina subiendo por la escalera es impecable desde el punto de vista gramatical. Si atendemos a la maquinaria del lenguaje, todas las piezas encajan a la perfección. Sin embargo, encierra un fallo grave de redacción porque es ambigua.

Por si fuera poco, la ambigüedad resulta difícil de detectar para quien escribe. Cuando yo redacto, tengo una idea en la cabeza (por ejemplo, que soy yo quien sube). Cuando releo, me cercioro de que esa idea está ahí, pero nueve de cada diez veces se me escaparán otras interpretaciones posibles: detectaré la interpretación que estoy buscando y pasaré por alto las que no estoy buscando.

Esta es una de las trampas que te tiende el gerundio y que llevan a muchas personas a rehuirlo. A partir de ahora, tú la puedes esquivar con gracia y elegancia porque ya sabes que el gerundio es estructuralmente ambiguo en cuanto se combina con un verbo de percepción.

Dicho esto, estamos en situación de ocuparnos de otra cuestión: qué aporta el gerundio al significado de una oración.