Para sentar unas bases sólidas, necesitas tener clara la idea de pronombre desde el principio. Probablemente, recibiste un barniz gramatical durante tu paso por el sistema educativo, pero yo te voy a ofrecer nociones avanzadas y prácticas que te van a romper algunos esquemas.
El concepto de pronombre lleva entre nosotros desde hace miles de años. Aparece ya en la primera gramática del griego que se conserva. En el siglo II a. de Cristo, Dionisio de Tracia se ocupa de los pronombres en su tratado gramatical:
Téchne grammatiké (‘Arte de escribir’)
Esta obra se estudió durante mil quinientos años y sentó las bases de la tradición gramatical de Occidente.
Los gramáticos griegos les llevaban siglos de ventaja a sus colegas romanos. Por eso, las primeras gramáticas latinas calcaron el término pronombre y adaptaron el concepto al estudio de la lengua de Roma. Su denominación en latín era esta:
pronomen
Nuestra palabra pronombre procede directamente de la que utilizaron gramáticos como Donato o Prisciano en sus tratados sobre la lengua latina. Este término está formado sobre dos raíces:
pro (‘en lugar de’) + nombre
Etimológicamente, un pronombre es una palabra que sustituye a un nombre para evitar repeticiones. Esa es más o menos la idea que nos inculcaron a todos en la escuela. Es fácil ilustrarla con un ejemplo:
(1) Renata estudia gramática > Ella estudia gramática
Aquí he sustituido un nombre propio (Renata) por un pronombre personal (ella).
De momento, nos vamos a quedar con esta idea tradicional de pronombre, pero más adelante la vamos a matizar. Antes de eso, quiero aclararte por qué los pronombres personales resultan especialmente importantes dentro del conjunto de los pronombres.
Existen diferentes grupos de pronombres. Sin embargo, el que todos identificamos inmediatamente con la categoría en sí es el de los pronombres personales. Típicamente, los pronombres personales se refieren a personas:
Todo lo que tiene que ver con las personas es una fuente inagotable de interés para los seres humanos. Estamos programados para ello porque es clave para nuestra supervivencia. Somos animales sociales. Prosperamos como especie y como individuos gracias a las relaciones de interdependencia que se establecen entre nosotros. Eso es lo que explica esa prioridad de los pronombres personales.
Existen otras categorías de pronombres además de los personales, por ejemplo:
Sin embargo, estos no son los primeros que acuden a la mente cuando pensamos en la idea de pronombre. Eso te indica que su posición es más periférica. Todos ellos son pronombres, pero se trata de pronombres menos típicos.
Conviene aclarar también que los pronombres personales reposan sobre la categoría de ser humano, pero no se agotan en ella. Lo iremos viendo poco a poco. De momento, bastará un ejemplo. Ello es también un pronombre personal, pero nunca se refiere a personas.