El infinitivo como sustantivo

Se nota que el infinitivo posee la capacidad de funcionar como sustantivo porque puede rodearse de las mismas clases de palabras que cualquier otro sustantivo. Típicamente, el sustantivo puede ir acompañado de un artículo:

(1) El chorizo estaba delicioso.

Lo mismo ocurre con el infinitivo:

(2) El comer es uno de los placeres de la vida.

Fíjate en que el artículo que aparece es el. Esto es relevante porque te está mostrando el género gramatical del infinitivo. Todos los infinitivos del español son de género masculino.

La posibilidad de que un artículo acompañe al infinitivo no es exclusiva del español. Otras lenguas, como el francés o el alemán, también la admiten (a diferencia del inglés). Lo que sí es característico de esta lengua nuestra es que hacemos un uso mucho más amplio de esta posibilidad. El artículo puede acompañar al infinitivo incluso en ciertos casos en que este funciona claramente como verbo. En el apartado anterior vimos este ejemplo, en el que se nota que el infinitivo es verbo porque va acompañado de un adverbio:

(3) Comer constantemente no es bueno para la salud.

Sin embargo, es posible añadirle también un artículo:

(4) El comer constantemente no es bueno para la salud.

Este artículo es bastante frecuente cuando el infinitivo funciona como sujeto. Aclaro que artículos como los de los ejemplos anteriores son perfectamente aceptables desde el punto de vista gramatical y normativo. No solo eso: quiero recalcar que se trata de usos muy característicos del español. Creo que es importante esta aclaración porque en los últimos tiempos vengo detectando una curiosa tendencia entre personas con una deficiente formación gramatical. Tienden a tachar de incorrecto todo lo que es hablar y escribir de manera normal. Precisamente, los giros y expresiones más idiomáticos son los que les parecen más condenables. Me temo que las redes sociales han hecho mucho daño a este respecto.

Volvamos al uso del infinitivo como sustantivo. Hasta aquí he ejemplificado con el artículo determinado. Este es el determinante que acompaña típicamente al infinitivo en la lengua de nuestros días. No obstante, en la lengua clásica podía aparecer cualquier otro determinante, por ejemplo, demostrativos (este, ese, aquel…), posesivos (mi, tu, su…) y otros. El poeta castellano Cristóbal de Castillejo escribía así en el siglo XVI:

(5) Cuanto se dice y replica,

cuanto se trata y platica,

todo huele a casamientos.

Su ayunar,

sus limosnas y rezar,

su velar y su dormir,

su suspirar y gemir

en aquello va a parar […]

Ahí encuentras un buen puñado de infinitivos acompañados del posesivo su. En teoría, en la lengua actual también es posible que el infinitivo vaya acompañado de determinantes de lo más variado. En la práctica, es un uso que se identifica con la lengua literaria. Puede ser una opción para ciertos tipos de textos. Por ejemplo, el autor uruguayo Mario Benedetti escribía así en un poemario de 1979:

(6) y vale la pena cualquier sacrificio

para que ese abrir y cerrar de ojos

abarque por fin el instante universo

con una mirada que no se avergüence

de su reveladora

efímera

insustituible

luz […] [Mario Benedetti: Cotidianas]

Vamos a examinar más pistas. El sustantivo admite adjetivos:

(7) un latido constante

Igualmente, un infinitivo puede acompañarse de un adjetivo:

(8) el latir constante de su corazón

Ahí tienes una nueva prueba de que el infinitivo puede funcionar como sustantivo. Por si esto fuera poco, el infinitivo puede asumir en la oración las mismas funciones que un sustantivo. Por ejemplo, un sustantivo puede funcionar como sujeto:

(9) El estudio fortalece la mente.

El infinitivo también posee esta capacidad:

(10) Estudiar fortalece la mente.

Un sustantivo puede funcionar como complemento de un verbo:

(11) Yo necesito un descanso.

Y es muy frecuente que un infinitivo funcione como complemento:

(12) Yo necesito descansar.

Rescato ahora un fragmento del ejemplo de Cristóbal de Castillejo:

(13) sus limosnas y rezar

Esto es muy interesante. Aquí, el sustantivo limosnas se empareja con el infinitivo rezar mediante la conjunción y. Técnicamente, eso es una coordinación. Si puedo coordinar dos palabras, quiere decir que me encuentro ante elementos homogéneos. Esas dos palabras desempeñan la misma función en ese contexto (de lo contrario, sería como sumar peras con manzanas). Por tanto, ahí hallamos una prueba más.