El participio como adjetivo

El participio puede funcionar como adjetivo. Eso significa que lo puedes utilizar para expresar alguna característica de un sustantivo. Por ejemplo, a partir del infinitivo apagar, puedo formar el participio apagado. Este lo puedo poner a trabajar para referirme a una característica de un sustantivo como horno:

(1) un horno apagado

En este ejemplo, el adjetivo se refiere al sustantivo directamente, pero también podría hacerlo a través de un verbo copulativo:

(2) El horno está apagado.

El participio admite terminaciones de género y número cuando funciona como adjetivo (y solamente en ese caso). Esta característica lo diferencia de las otras formas no personales. El infinitivo y el gerundio rechazan tales terminaciones. Al principio del libro no quise entrar en esta cuestión por dos motivos:

  • Complicaba innecesariamente la explicación en los momentos iniciales.
  • Las terminaciones de género y número solamente son aplicables a algunos participios.

Ahora ha llegado el momento de que observemos tú y yo esta propiedad más de cerca. Te muestro un ejemplo con un participio en femenino:

(3) una hoguera apagada

Además, en sus usos adjetivales, el participio admite el plural tanto para el masculino como para el femenino:

(4) unos hornos apagados

(5) unas hogueras apagadas

Por si esto fuera poco, algunos participios aceptan el diminutivo:

(6) Se quedó dormidito.

Eso le confiere un valor afectivo. Nuevamente, esta es una característica que comparten con los adjetivos en general. Incluso tienes la opción de formar superlativos en -ísimo:

(7) Estoy cansadísimo.

También son posibles los superlativos con muy, al igual que sucede con cualquier otro adjetivo:

(8) Estoy muy emocionada.

Necesitas saber que no todos los participios admiten usos adjetivales. Por tanto, no todos los participios van a recibir en la práctica terminaciones de femenino, plural, diminutivo o superlativo. A eso me refería antes cuando afirmaba que estas terminaciones solamente son aplicables a algunos participios. Por ejemplo, los participios de los verbos gustar, abundar o insistir rechazan que los emplees como adjetivos. Yo puedo expresarme así:

(9) Este libro me gusta.

Pero no así:

(10) un libro gustado

Normalmente, el significado de los participios es pasivo. Si digo que estoy cansado o aburrido, me refiero a cosas que me pasan (y no cosas que hago yo activamente). Sin embargo, ciertos participios presentan una característica curiosa: han desarrollado un significado activo en sus usos adjetivales. Este significado activo convive con el pasivo. Compara estos dos ejemplos:

(11) Jacinta está aburrida.

(12) Fortunato es aburrido.

En el primer ejemplo del par, puedes observar el uso pasivo del participio. El aburrimiento es algo que le sobreviene a la pobre Jacinta. En cambio, en el segundo, el significado es activo. Cuando digo que Fortunato es aburrido, estoy dando a entender que aburre a todo el que tiene alrededor. Es algo que hace, no algo que le pasa. Cada vez va habiendo más participios que admiten este doble valor. Estos son algunos de los más comunes:

(13) agradecido, almorzado, bebido, callado, cansado, cenado, comido, divertido, (bien/mal) hablado, leído, pesado, resuelto

Te muestro un nuevo ejemplo de uso:

(14) Aquí hay que venir comidos y bebidos.

El mensaje que le estoy lanzando a mi interlocutor es que debe ejecutar dos acciones antes de venir: debe comer y beber (para no tener hambre). Esos participios encierran una idea de acción.

En un apartado anterior, nos topamos con la expresión ser muy leído y escribido. Pues bien, ahí tienes un ejemplo más de estos usos activos. Una persona leída es alguien que ha ejecutado con constancia la acción de leer (y, como consecuencia, ha adquirido una cultura). Es algo que ha hecho y no algo que le ha ocurrido.

No puedo explicar aquí todos los significados de estos participios con valor activo. Los encontrarás en los correspondientes artículos del diccionario. Se recogen allí porque los significados activos son propios de ciertos participios solamente y, por tanto, no son previsibles: hay que aprenderlos uno a uno.

Este uso activo puede despistar sobre todo a hablantes de otras lenguas, que esperan un significado pasivo en cuanto se tropiezan con un participio. Pero no está mal que el hablante nativo sea consciente también de esta ambivalencia de algunos participios, sobre todo, porque se trata de un fenómeno que va en aumento. Este conocimiento te ayuda a exprimir las posibilidades expresivas de esta forma no personal.