Se suele tomar como rasgo definitorio del infinitivo, gerundio y participio la falta de información sobre la persona. En realidad, carecen también de otros ingredientes típicos del verbo.
En el verbo, la idea de número gramatical se asocia íntimamente con la de persona. En el apartado anterior, pasé por alto esta cuestión para no complicar la explicación innecesariamente. Ahora voy a detenerme en ella. El verbo tiene únicamente tres personas:
Estas se combinan con la idea de número gramatical, que en español admite estas dos posibilidades:
Digo que admite estas posibilidades en español porque en otras lenguas hay más números. Por ejemplo, en griego antiguo existía un número dual que se utilizaba para hablar de cosas que se presentan de dos en dos, como las manos.
En cualquier caso, en esta querida lengua nuestra, la combinación de persona y número nos permite expresar oposiciones como la siguiente:
(1) yo vivo/nosotros vivimos
Tanto yo vivo como nosotros vivimos expresan una primera persona. La diferencia está en el número. En el primer caso es singular, mientras que en el segundo es plural. Pues bien, tampoco hay nada en la forma del infinitivo, gerundio y participio que exprese la idea de singular o de plural, aunque esta información a veces se podrá recuperar a partir del contexto.
La idea de tiempo se asocia estrechamente con la de verbo. De hecho, en la gramática latina, lo que hoy denominamos verbo se conocía con esta expresión:
(2) verbum temporale (‘palabra de tiempo’)
Todavía hoy, en alemán se utiliza la denominación siguiente:
(3) Zeitwort (‘palabra de tiempo’)
La información sobre el tiempo en que transcurre la acción está incorporada en las terminaciones de las formas personales. Eso nos permite reconocer la oposición de tiempo entre estas dos formas, sin ir más lejos:
(4) amo/amé
La forma amo nos remite a una acción que sucede en el presente, mientras que la acción de amé se sitúa en el pasado.
Nuevamente, no hay nada en la terminación de infinitivo, gerundio y participio que permita situar en el tiempo la acción que expresan. Al igual que sucede con la información sobre la persona o el número, a veces, será posible inferirlo a partir del contexto.
Vamos a fijarnos ahora en el significado etimológico de las denominaciones infinitivo, gerundio y participio. Siempre me gusta hacer este ejercicio con los términos gramaticales porque ayuda a entenderlos y a recordarlos. A menudo, se trata de denominaciones que cuentan con siglos de tradición o, incluso, milenios; pero alguien les puso ese nombre por algún motivo. Concretamente, los tres que nos ocupan proceden de la tradición gramatical del latín.
En el estudio escolar de la gramática nos bombardean con estos términos y con muchos otros; pero, lamentablemente, nadie nos explica la idea básica que encierran. Cuando yo era niño, esas palabras eran para mí un galimatías. Para la inmensa mayoría de los hablantes siguen siendo perfectamente opacas, a pesar de que las emplean con frecuencia.
Infinitivo procede directamente del latín infinitivus. Es de la familia de infinito. ¿Qué es lo que tiene de infinito esta forma verbal? La idea que subyace a esta denominación es que el infinitivo no está limitado por la persona, el número o el tiempo, a diferencia de lo que ocurre con las formas personales del verbo. Como ya hemos observado, estas sí informan sobre nociones como estas:
En los apartados anteriores ya nos hemos percatado de que esta ausencia le aporta al infinitivo una gran flexibilidad. Como no contiene ninguna idea de persona, nos puede servir para cualquiera de ellas o para ninguna. Esto mismo se puede extrapolar al número y al tiempo. En la Antigüedad latina ya eran conscientes de este potencial. La gramática del español y de las otras lenguas románicas bebe de esta tradición, que se extiende, incluso, a otras lenguas europeas como el inglés o el alemán, que no descienden del latín, aunque sí forman parte de la gran familia indoeuropea.
Por su parte, gerundio procede de la palabra latina gerundum, que significaba ‘lo que se ha de hacer’. En latín, el gerundio contenía una idea de obligación. Este valor se perdió en el paso al castellano. Seguimos utilizando esta etiqueta por pura costumbre, pero hace tiempo que dejó de reflejar fielmente la naturaleza de la forma verbal correspondiente. Tiene la ventaja, eso sí, de que nos permite mantener la unidad con la tradición gramatical de otras comunidades lingüísticas que manejan términos equivalentes porque los tomaron del latín cuando empezaron a describir la gramática de sus lenguas:
En la gramática del inglés, el término gerund se ha ido sustituyendo por otros que se adaptan mejor a la realidad de esta lengua, pero no resulta desconocido.
Por último, el participio se denomina así porque participa de la naturaleza del verbo y del adjetivo. Ya veremos que una de las características de las formas no personales es, precisamente, que se sitúan en la frontera entre el verbo y otras clases de palabras. El participio es una forma verbal, pero puede funcionar fácilmente como adjetivo. El infinitivo es verbo, pero puede funcionar como sustantivo. Por su parte, el gerundio posee naturaleza verbal, pero puede asumir la función de un adverbio. En el territorio de las formas no personales, el verbo se toca con otras clases de palabras. Esta dualidad es importante porque, una vez más, aporta flexibilidad.
Como se suele decir, un gran poder implica una gran responsabilidad. Bien usadas, las formas no personales del verbo te ofrecen un importante rendimiento cuando te pones a escribir (o a hablar, por supuesto). Sin embargo, por eso mismo, existe tendencia a abusar de ellas. Uno de los motivos es que resultan cómodas para quien escribe, pero no necesariamente para quien, después, tiene que leer.
En la comunicación escrita, hay un trabajo que alguien tiene que asumir. Por eso, casi siempre se cumple el siguiente principio:
Lo que no trabaja quien escribe lo tiene que trabajar quien lee
No des por hecho que tu lector querrá apechugar con esa tarea. Casi siempre se rebelará a su manera: dejará de leer.
Llegados a este punto, hemos sentado las bases para enfrentarnos al estudio del infinitivo, el gerundio y el participio. Nos iremos ocupando de sus características y su uso por sus pasos contados. Vamos a empezar por el infinitivo.