¿Por qué es importante que el infinitivo funcione como sustantivo?

Que el infinitivo pueda funcionar como sustantivo es importante desde el punto de vista del vocabulario. Digamos que es una forma de expandir el vocabulario: nuestro idioma dispone de un procedimiento que le permite crear automáticamente un sustantivo a partir de cualquier verbo. Es un mecanismo potente que contribuye a cubrir lagunas en el vocabulario, concretamente, en el ámbito de los sustantivos abstractos. Voy explicar a qué me refiero.

A veces, existen sustantivos de significado abstracto que se corresponden con un verbo, por ejemplo:

(1) el amor – amar

(2) el deseo – desear

(3) la vida – vivir

Cuando digo que el significado de estos sustantivos es abstracto me refiero a que designan nociones que no se pueden ver, tocar, pesar, medir, etc.

Otras lenguas de nuestro entorno, como el alemán, poseen una gran capacidad para generar sustantivos abstractos. En el español también disponemos de muchos de ellos, pero digamos que se le resisten un poco al carácter de nuestro idioma. Sin embargo, el infinitivo aporta la opción de reconvertir cualquier verbo para emplearlo como sustantivo. Esto supone añadir de un plumazo todos los verbos de nuestro vocabulario al repertorio de sustantivos abstractos.

Fíjate en lo que sucede con este verbo:

(4) descambiar(‘deshacer un cambio’)

Este es su equivalente en alemán:

(5) umtauschen

Esta lengua dispone del sustantivo abstracto correspondiente:

(6) Umtausch

Sin embargo, el español carece de sustantivo abstracto correspondiente. No nos sirve el descambiamiento, el descambio ni nada parecido. Ahí es donde acude en nuestro auxilio el infinitivo:

(7) el descambiar

Más a menudo, el sustantivo abstracto existe, pero resulta pesado o inusitado. Por ejemplo, el Diccionario de la lengua española recoge el siguiente sustantivo de significado abstracto:

(8) el saboreamiento

Su significado es transparente para cualquiera que conozca el verbo saborear. En teoría, yo podría utilizarlo en un poema, en una novela romántica o en cualquier otro tipo de texto. Sin embargo, está aquejado de tres graves inconvenientes como mínimo:

  1. Es largo y pesado.
  2. Eso no lo dice nadie.
  3. Tiene el mismo lirismo que una fábrica de conservas de pescado.

Observa el lamentable resultado al que llego si intento darle un uso más o menos literario:

(9) El saboreamiento de tus labios era para mí un sueño imposible.

Si escribo eso en una novela, pierdo automáticamente al 95 % de los lectores. Compara con el uso equivalente del infinitivo:

(10) El saborear tus labios era para mí un sueño imposible.

Quizás la novela seguiría siendo mala, pero ya no le podríamos echar la culpa a esa palabra en particular.

Además, el infinitivo aporta un valor distintivo en comparación con los sustantivos abstractos. El infinitivo es un verbo al fin y al cabo. Los verbos aportan dinamismo y viveza. Por eso, la expresión con el infinitivo casi siempre va a tener más fuerza que el equivalente con un sustantivo abstracto. Por tanto, va a causar mayor impresión en el lector. Vamos a comparar para captar el efecto. Te propongo un ejemplo con un sustantivo abstracto que sí resulta de uso corriente y que, por tanto, es una opción cuando te pones a escribir:

(11) El brillo de los astros se reflejaba en tus pupilas.

Observa el resultado cuando introduzco un infinitivo:

(12) El brillar de los astros se reflejaba en tus pupilas.

Para mí, la impresión del primer ejemplo del par es estática. Hay una luz que está quieta. En cambio, en el segundo me parece percibir esa luz en movimiento sobre las pupilas, parece que está lanzando destellos.

Te conviene familiarizarte con estos contrastes. Son efectos que puedes explotar cuando te pongas a escribir. Esto lo puedes aplicar inmediatamente en textos literarios, por supuesto; pero cualquier tipo de texto se puede beneficiar de este efecto dinámico: desde un discurso político hasta el informe de resultados de una empresa pasando por la defensa de un tema ante un tribunal de oposición. El dinamismo ayuda a capturar la atención del lector, mientras que lo estático aburre rápidamente.

También resulta muy característica del español esta facilidad para dinamizar los textos por el procedimiento de introducir infinitivos donde otras lenguas quizás recurrirían al sustantivo abstracto correspondiente.