Me voy a ocupar ahora de una cuestión que genera dudas e inseguridades: dónde van los pronombres. Me refiero, concretamente, a los pronombres átonos. Esta cuestión consta de cuatro partes:
La última hace sudar a más de uno.
Si quieres hablar y escribir correctamente, necesitas desarrollar una conciencia fonológica. Eso significa percibir cuáles son los sonidos que verdaderamente salen por tu boca cuando te pones a hablar. Por desgracia, la lengua oral es la gran olvidada dentro de la educación formal. Y no solo eso: los aspectos relacionados con la dicción y la conciencia fonológica son parias entre los parias. Pero tengo buenas noticias: aquí vas a aprender algo que te conduce por el buen camino.
Para dominar los pronombres átonos, necesitas captar la diferencia entre estos dos tipos de palabras:
Estas nociones pertenecen al ámbito de la pronunciación, pero tienen repercusiones para la escritura. Por ejemplo, es imprescindible para escribir junto o separado correctamente.
En la enseñanza escolar de la lengua se suele inculcar un error de bulto que arruina la ortografía. A mí (sin ir más lejos) me contaron de pequeño que todas las palabras tienen un golpe de voz propio. Eso es cierto, pero de una manera muy particular. ¿Es verdad que la mesa en la que estoy escribiendo en este momento tiene tres patas? Lo es en el sentido de que tiene cuatro y, por tanto, también tiene tres (y dos y una). Es una verdad incompleta y estas suelen resultar más dañinas que las mentiras flagrantes.
Todas las palabras reciben golpe de voz propio cuando se pronuncian aisladas. Esto es así porque una palabra necesita por fuerza un golpe de voz para pronunciarse. Da igual la palabra que articules. Si sale por tu boca como palabra aislada, cargarás el golpe de voz en ella. Prueba con estas cuatro:
(1) miré
(2) por
(3) la
(4) ventana
Aisladamente, suenan así:
(5) [miré]
(6) [pór]
(7) [lá]
(8) [bentána]
Sin embargo, cuando se encadenan unas con otras al hablar, descubrimos que algunas poseen golpe de voz propio, mientras que otras carecen de él. Con el material anterior, puedo construir el siguiente ejemplo:
(9) Miré por la ventana.
Observa cómo se distribuyen los golpes de voz cuando lo leo en voz alta:
(10) [miré porlabentána]
Dos palabras reciben un golpe de voz propio:
En cambio, otras dos carecen de él:
Estas últimas van buscando el golpe de voz de la palabra siguiente para pronunciarse. Así solucionan su carencia. En la escritura, el ejemplo anterior consta de cuatro palabras, pero estas se pronuncian como si fueran dos. La secuencia por la ventana se agrupa así al hablar:
(11) [porlabentána]
Toda la pronunciación de ese grupo gira alrededor del golpe de voz de la sílaba -tá- en ventana.
Esta diferencia nos permite diferenciar dos grupos de palabras atendiendo a la presencia o ausencia de golpe de voz:
Recuerda esta diferencia y entrena tu oído para percibirla. Te va a dar una ventaja enorme a la hora de leer en voz alta y de escribir.