En realidad, los pronombres no son meros sustitutos de los nombres. Para empezar, no solamente sustituyen a nombres. A veces pueden remplazar a otras categorías:
(1) Noé construyó un arca. Lo dice la Biblia.
En este ejemplo, el pronombre lo sustituye a una oración completa: Noé construyó un arca.
Además, los pronombres significan de manera diferente a los nombres. Los nombres aportan un significado concreto que tiene que ver con las cosas del mundo. Piensa en nombres comunes como estos:
(2) chorizo
(3) sandía
Cuando digo cosas del mundo, hay que entenderlo en un sentido amplio. Pueden ser mundos reales o imaginarios, objetos materiales o abstractos; pero todos los nombres se refieren al final a algún tipo de realidad que podemos identificar y describir.
En cambio, los pronombres carecen de significado concreto. Son portadores de un significado abstracto de tipo gramatical. Presentan una capacidad extraordinaria que los convierte en instrumentos poderosísimos dentro del sistema lingüístico: su significado depende del momento y del lugar en que hablamos. En el caso específico de los pronombres personales, su significado depende, sobre todo, de quién habla con quién. Los pronombres personales nos permiten referirnos a ciertas personas en cada momento y lugar. Por eso, técnicamente se dice que su significado es deíctico. El término deíctico es de la familia de índice. El dedo índice es el que sirve para señalar. De manera análoga, los pronombres personales nos permiten señalar: apuntan a las personas que intervienen en la comunicación.
Los pronombres nos ayudan a expresarnos de manera económica gracias a su capacidad para adquirir un significado diferente en cada situación comunicativa concreta. Los podemos reutilizar una y otra vez para apuntar a personas diferentes en cada momento y lugar. Imagínate cómo sería el lenguaje sin pronombres personales. Tendríamos que mencionar constantemente los nombres de todas las personas implicadas en nuestra conversación. Nuestra comunicación se volvería machacona hasta el punto volverse insoportable. Sobre todo, resultaría poco práctica. Se convertiría en algo así:
(4) Alberto vio ayer a Paquita. Paquita iba por el parque. Alberto llamó a Paquita, pero Paquita no oyó a Alberto.
Te puedo asegurar que, sin pronombres, nuestro éxito como especie sería bastante más modesto.
Concretamente, los pronombres personales aportan los siguientes significados gramaticales:
Los voy a examinar uno a uno. Los pronombres personales se denominan así porque aportan información sobre las personas que intervienen en la comunicación:
Piensa en yo frente a tú frente a él. También aportan información sobre el número gramatical:
Piensa en yo frente a nosotros. Además, contienen información sobre el género gramatical:
Algunos pronombres personales poseen formas diferentes para cada género, por ejemplo:
(5) ellos, ellas
En cambio, otros poseen una única forma para los dos géneros:
(6) tú
Cuidado: Incluso estos son portadores de una idea de género, aunque no se les nota por fuera. Sin embargo, podemos observar ese género porque se refleja en otras palabras gracias a la concordancia:
(7) Tú eres escritora.
El femenino escritora me indica que el tú del ejemplo anterior funciona como femenino. Es lo mismo que ocurre con el sol y la luna. Por la noche, yo no puedo observar directamente la luz del sol. Aun así, mientras la luna siga brillando en el horizonte, puedo irme tranquilo a la cama: eso demuestra que nuestra estrella no se ha apagado.