Empiezo el módulo con seis principios que deben orientar toda tu actuación. Si te riges por ellos, triunfarás.
Este es el primer principio que debes seguir para escoger las palabras. Lo vas a aplicar en varios niveles. Te los detallo a continuación.
El tamaño importa; pero, en este caso, menos es más. Las palabras largas suenan importantes. Por eso les encantan a quienes no tienen gran cosa que decir. Sin embargo, las palabras breves poseen las siguientes ventajas, como mínimo:
Cuando puedas escoger, quédate con la palabra más corta. Voy a aclarar con ejemplos a qué me refiero:
(1) En este caso, fuimos testigos y protagonistas del fenómeno del arte de los años noventa porque prestamos atención contemporáneamente a aquello que luego se convertiría en una etapa clave del arte y la cultura locales.
Ese ejemplo lo he adaptado a partir de un texto real. No digo de dónde procede porque aquí no se trata de poner en evidencia a nadie, sino de aprender. A mí me gustaría que quien escribió eso se matriculara en el curso «El punto sobre la i» para que se beneficiara de estas explicaciones.
El ejemplo tiene un amplio margen para mejorar, pero ahora quiero que te fijes en una palabra: contemporáneamente. Es un adverbio en -mente. Tiene ocho sílabas. Parece que se le llena a uno la boca cuando lo pronuncia. Sin embargo, lo puedo sustituir en ese contexto por una palabra más breve que desempeña mejor su tarea:
(2) En este caso, fuimos testigos y protagonistas del fenómeno del arte de los años noventa porque prestamos atención entonces a aquello que luego se convertiría en una etapa clave del arte y la cultura locales.
Con esta sustitución, la frase se entiende mejor. ¿Por qué? En el texto se combinan dos perspectivas temporales:
El adverbio contemporáneamente se refiere a algo que sucede al mismo tiempo que otra cosa. Y aquí viene el problema. El lector tiene que detenerse a escoger entre estas dos opciones:
La opción correcta es la segunda. El autor ha intentado hinchar la expresión con palabras de siete leguas. Cree que así va a impresionar al lector. Sin embargo, lo único que consigue es desorientar.
En cambio, la interpretación de entonces es inequívoca: en ese contexto se refiere a los hechos que sucedieron en el pasado. La palabra breve aporta una ventaja adicional en este caso: es más precisa y, por tanto, guía mejor al lector.
Además, entonces vence a contemporáneamente por segundo motivo: la atención del lector se centra en el contenido en lugar de desviarse por culpa de vocablos extravagantes. Las palabras bien escogidas suelen poseer esta característica: cumplen su tarea sin llamar la atención. Es lo mismo que ocurre con un buen marco: convierte al cuadro en protagonista en lugar de distraer de él.
Mira este otro ejemplo. También lo adapto de un texto real:
(3) La asociación ofrece algunas recomendaciones para adquirir los regalos de Navidad, como comparar precios y no dejarse influenciar por la publicidad.
Yo puedo sustituir influenciar por influir:
(4) La asociación ofrece algunas recomendaciones para adquirir los regalos de Navidad, como comparar precios y no dejarse influir por la publicidad.
Uno y otro verbo son perfectamente sinónimos. Carecen de diferencias en cuanto a formalidad o informalidad. Se entienden igual de bien en cualquier país hispanohablante. En definitiva, son equivalentes, salvo por la diferencia de longitud. Harás bien en quedarte con la variante más breve.
El cerebro de tu lector prefiere las palabras breves por varios motivos:
¿Con qué es más fácil marcar goles? ¿Con un balón de reglamento o con una pelota de playa? La palabra breve es como un balón de fútbol profesional: es compacta y firme al mismo tiempo. Es un proyectil que puedes dirigir al objetivo con precisión. En cambio, la palabra larga es como una pelota de playa: ocupa mucho espacio porque está hinchada. Llama la atención, resulta vistosa; pero su trayectoria es imprevisible (lo comprobaste con el ejemplo de contemporáneamente). Si quieres marcar goles con tus textos, ya sabes lo que te conviene.
El vicio de escribir con palabras de siete leguas no es un invento moderno. El poeta latino Horacio ya lo criticó en su obra Ars poetica. Allí desaconseja las voces que él denomina así:
(5) sesquipedalia verba (‘palabras de un pie y medio’)
Sesqui significa ‘uno y medio’. Pes, pedis es ‘pie’. En este caso, se refiere a la unidad de medida. Por eso, a la manía de escribir con palabras de siete leguas se la conoce técnicamente como sesquipedalismo.
El sesquipedalismo favorece, por ejemplo, que se vayan extendiendo expresiones como esta:
(6) aperturar una cuenta corriente
Eso se puede sustituir con ventaja por esto otro:
(7) abrir una cuenta corriente
Te doy otro ejemplo:
(8) Se está obstaculizando la acción de la justicia.
Obstaculizando es una palabra de seis sílabas. Existe un verbo más compacto que encierra la idea de ‘entorpecer la acción de algo’: obstruir. Compara:
(9) Se está obstruyendo la justicia.
Es más breve, es más directo, es más certero. Mira esto otro:
(10) Las víctimas se contabilizaban por decenas.
Ese contabilizar suena importante, pero funciona mucho mejor el modesto contar:
(11) Las víctimas se contaban por decenas.
Te ofrezco un ejemplo típico de los medios de comunicación:
(12) La carrera se suspendió por la adversa climatología.
La adversa climatología es una forma peor y más complicada de decir el mal tiempo. Digo que es peor porque climatología no es un sinónimo de tiempo atmosférico. Lo puedes comprobar con una consulta rápida al Diccionario de la lengua española (en este módulo hablaremos también sobre cómo usar el diccionario).
En el ejemplo anterior, el afán de hinchar la expresión nos lleva a cometer un error de vocabulario. Esa frase se arregla así:
(13) La carrera se suspendió por el mal tiempo.
La expresión mal tiempo está formada por palabras más breves; pero, sobre todo, significa lo que tiene que significar.
Estos consejos te ayudan a escribir mejor, pero también a leer con criterio. Cuando te bombardeen con palabras de siete leguas, rasca un poco para descubrir lo que ocultan. Ese discurso ¿es tan extraordinario como sugieren esas formas rimbombantes o es una simpleza cualquiera?
A estas alturas, quizás te estés preguntando si debes desterrar cualquier palabra larga. Como regla general, vamos a preferir lo breve; pero de vez en cuando conviene hacer una excepción. Para que la palabra extensa esté justificada, ha de aportar algo, por ejemplo, variación. La variación cuenta con su propio apartado en este módulo. Volveré sobre esta cuestión cuando lleguemos allí.
Otras veces, la palabra larga te aportará mayor precisión. También dedico un apartado a la palabra precisa.
En otras ocasiones, quizás exista la palabra corta, pero con el matiz de que resulta vulgar o familiar. Si estás redactando un texto formal, eso te forzará a cargar con alguna sílaba más. El siguiente ejemplo es aceptable en el lenguaje coloquial:
(14) El atracador le metió un golpe a su víctima.
Esta otra es la versión formal:
(15) El atracador le asestó un golpe a su víctima.
Una sola palabra cambia el tono de la frase.
En definitiva: Prioriza las palabras cortas. Son más eficaces y llegan de forma más directa a tu lector. Cada palabra larga que quiera hacerse un hueco en tu redacción tendrá que justificar su necesidad. Si no es necesaria, no hay lugar para ella.