En la pronunciación de los extranjerismos, globalmente, más que de normas, podemos hablar de tendencias y usos. No obstante, en los casos concretos sí que puede haber norma. Me plantea mi amiga y ex alumna Nieves un caso muy interesante: el de élite. Para este galicismo coexisten tres pronunciaciones:
a) [élite] (esdrújula)
b) [elíte] (llana)
c) [elít] (a la francesa)
Digo que es interesante porque aquí se resumen las tres posibilidades de pronunciación de los extranjerismos:
a) Una pronunciación castellanizada a partir de la grafía, o sea, leerlo como si fuera español.
b) Una pronunciación castellanizada que no coincide ni con la grafía ni con la pronunciación en la lengua original.
c) Una pronunciación lo más cercana posible a la de la lengua original.
En el uso existe una clara preferencia por élite (al menos en España); la pronunciación llana elite es minoritaria; y la pronunciación a la francesa se siente como pedante.
En la norma encontramos dos posibilidades: se consideran correctas élite y elite. La Academia patrocinó activamente la forma llana, pero ha acabado por reconocer que tiene mayor aceptación la esdrújula y ya la da como preferente. Esto se refleja en el orden en que aparecen en el lema del artículo correspondiente en el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española):
élite o elite
El DPD acepta las dos pronunciaciones pero aclara que es más frecuente élite.
En español hay una tradición de pronunciar los extranjerismos según la grafía como si fueran palabras autóctonas. Esta es la posibilidad a) de arriba. Compartimos tal costumbre con otras lenguas de nuestro entorno como el inglés y el francés.
En cambio, en otras lenguas, como el alemán, se valora el conseguir una pronunciación fiel al original o, al menos, lo más cercana posible. Esto también tiene sus límites. Es imposible conocer la pronunciación de todas las lenguas y no siempre es fácil imitarla. A veces los locutores de las noticias sudan tinta china para nombrar a los mandatarios de los diferentes países en las cumbres de la Unión Europea.
En los últimos años se aprecia en España un mayor interés por mantener la pronunciación original (posibilidad c), sobre todo para el inglés. El resultado muchas veces son pronunciaciones made in Spain (posibilidad b), o sea, pronunciaciones que son en realidad invento nuestro; por ejemplo, Tom Cruise pronunciado “Tom Cruis” (en lugar de “Crus”, que sería lo más cercano a la pronunciación inglesa).
Un poco irritante es la manía de pronunciar a la inglesa todo lo extranjero. Así, al pobre Paul Klee (que era de un pueblo de al lado de Berna y no de Milwaukee), le convierten en “Pol Kli”, cuando bastaría con leer tal cual “Paul Klee” para que saliera una forma cercana al original. Al primer presidente del Banco Central Europeo, Wim Duisenberg, muchos le llamaban en España “Uim Díusenber”. La pronunciación a la holandesa hubiera dado (en versión española) algo así como “Bim Dóisemberj”, con jota al final (muy complicado). Otros, en cambio, preferían atenerse a nuestra socorrida tradición de leer el nombre como se escribe.
Muchas gracias por la aclaración. Si Santa RAE da como buena la forma esdrújula de la palabra, me adhiero a ella desde este mismo momento. Puestos a elegir, me parece que resulta mucho más “sonora” que la llana.