El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) sigue el orden alfabético, pero una alumna de la Universidad para Mayores de la Carlos III me llamó un día la atención sobre un posible caso de sexismo en la alfabetización: en los nombres de profesión aparece en primer lugar el masculino y a continuación, abreviado, el femenino:
abogado, da.
Decía mi alumna que el orden alfabético, lógicamente, debería ser:
abogada, do.
Se preguntaba si la alteración del orden se debía a que el oficio se asociaba típicamente a un sexo u otro. Sin embargo, no parece que influyan consideraciones de este tipo; prueba de ello es este lema, que se refiere a un oficio tradicionalmente femenino:
partero, ra.
Resulta llamativo también que quien va por ahí concertando amores no sea celestino, na sino celestina a secas. Los únicos celestinos previstos en el DRAE (estos sí celestino, na) son los monjes de la Orden de los Celestinos. El oficio más antiguo del mundo tampoco es puto, ta (ya me parecía a mí…), sino que ahí también se le cede la exclusiva a la mujer (puedes buscar la palabra tú mismo si te interesa).