Galleguismos

En castellano tenemos un puñado de palabras tomadas del gallego.

Algunas tienen que ver con la gastronomía, como albariño, ribeiro, queimada, grelo o vieira. Otras, con rasgos que se consideran típicos del carácter gallego, como morriña (aunque para compensar tenemos nada menos que sarao, ¡quién lo diría!). También hemos tomado alguna que otra de la cultura popular, como meiga, o de la cultura material, como botafumeiro o pazo. Encontramos incluso una afección de la piel: el sarpullido.

No son muchos los galleguismos, y, además, algunos se mueven en un terreno dudoso porque no siempre es fácil discernir si un préstamo determinado procede de la lengua gallega o de su hermana, la portuguesa. Es lo que ocurre, por ejemplo, con achantarse y chamizo.

Podemos decir que ha sido mucho más intenso el influjo del castellano sobre el gallego que al revés, lo que no es de extrañar si tenemos en cuenta cuáles han sido las relaciones de poder en la península ibérica durante siglos.