Palabras que empiezan con los grupos consonánticos cultos mn-, gn- y pt-

Grupos consonánticos cultos

Cuando pensamos en grupos consonánticos cultos, acuden a la mente palabras como obstruir, constipado, obtener, actuar, acción, adyacente, ignoto, críptico, atleta, etc. Todas ellas tienen en común que el grupo consonántico culto se sitúa en el interior de la palabra.

Estos grupos consonánticos son una de las dificultades del idioma. La mayoría de la gente no sabe qué hacer con ellos y eso genera errores y dudas constantemente. ¿El origen de este desbarajuste? A principios del siglo XVIII, su borbónica majestad el rey Felipe V funda la Real Academia Española. Ya sabes que Felipe V fue el primer monarca de la dinastía de los Borbones. Era nieto de Luis XIV de Francia y trae a esta incorregible península instituciones y costumbres francesas. Lo de incorregible península es de Juan Goytisolo. La expresión me parece genial, así que se la tomo prestada; pero citando, por supuesto, ¡a cada uno lo suyo!

Una de las medidas que adopta Felipe V en su reinado es fundar la Real Academia Española como versión hispánica de la Academia Francesa, que él conocía bien porque se había criado en Francia. Y la docta casa, como se la conoce, intentó dar marcha atrás a la maquinaria de relojería del idioma en el caso de los grupos consonánticos cultos.

El éxito fue parcial. Eso explica el panorama de desbarajuste y confusión generalizados que podemos observar en nuestros días por lo que respecta a estas secuencias de consonantes. Otro día entraré en los detalles de la maniobra de reposición de los grupos consonánticos cultos, porque es jugosa. Hoy lo que me interesa es ocuparme de ciertos grupos cultos a los que se les hace menos caso, pero que también tienen miga. Sobre todo, me interesan porque son como los seguidores del Blog de Lengua: cultos, divertidos y un poco raros. ¡Acompáñame!

Lo que tienen en común estos grupos es que aparecen en principio de palabra y no en el interior. Claro, esto es rizar el rizo. Es subir un peldaño en el nivel de dificultad. Ya he mencionado que los que aparecen en el interior de palabra, que son los típicos, vuelven tarumba a media humanidad hispanohablante. Imagínate entonces lo que puede ocurrir con estos que aparecen en principio de palabra y, además, en palabras cultas, cultísimas.

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El grupo mn-

El primero de estos grupos es mn-. Hay solamente cinco palabras que empiezan con esta secuencia. ¡Venga! A ver si las adivinas… ¿Sí? ¿No? ¡Te doy la solución! Son estas:

  • mnemotecnia
  • mnemotécnico
  • mnemónico
  • mnémico
  • mnésico

Las cinco se construyen sobre una raíz griega: mnéme, que significa ‘memoria’. Una mnemotecnia es una técnica o un truco para recordar algo. Mnemotécnico es el adjetivo correspondiente, o sea, mnemotécnico es todo lo relacionado con las mnemotecnias. Mnemónico, por su parte, es otro adjetivo. Significa ‘relativo a la memoria’. Y luego están mnémico y mnésico, que son variantes raras de mnemónico (más raras todavía).

Se puede simplificar la grafía. Les quitamos la m- inicial y se quedan en nemotecnia, nemotécniconemónico. Según la Ortografía de la lengua española, esas variantes son impecables. Si a ti te gustan, nadie puede decirte que estás cometiendo faltas de ortografía… estrictamente.

La m- inicial nunca suena. No olvides que una cosa es cómo se escribe y otra, cómo se pronuncia. Este es un principio que muchos no tienen claro y da lugar a los resultados que luego se ven por ahí. Tampoco es culpa suya. Si nadie se lo ha enseñado, ¿cómo lo van a aprender? Pero para eso estamos aquí.

Por tanto, recuerda: en la pronunciación estándar culta, esa m- del principio es muda. Hay otras pronunciaciones, pero quizás no sean ni muy estándar ni muy cultas. Otro día hablaremos de los semicultismos: el fascinante mundo de lo semiculto. Digo fascinante porque presenta mucho interés desde el punto de vista del estudio científico de la lengua y, sobre todo, de la historia de la lengua.

Esta es la pronunciación estándar culta para estas cinco palabras:

  • [nemotéknia]
  • [nemotékniko]
  • [nemóniko]
  • [némico]
  • [nésico]

He dicho que son cinco, pero esto necesita que lo matice. Esas cinco son las que están en el Diccionario de la lengua española porque son nombres comunes y adjetivos. Además hay algunos nombres propios que proceden de la mitología griega, pero eso ya no es trabajo para el diccionario. Los nombres propios no se registran en el diccionario. Ahí pasamos ya al departamento de las enciclopedias. Estos son los nombres propios:

  • Mnemosina, con una variante Mnemosine
  • Mnemea, con la variante Mneme

Mnemosina es la diosa de la memoria. Mneme es la musa de la memoria, pero está pluriempleada. Además se encarga de la creación artística. ¡Ahí es nada!

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El grupo gn-

El siguiente grupo es gn-. Las palabras que empiezan con esta secuencia son pocas pero selectas. Te doy la lista completa para que las tengas todas controladas:

  • gneis
  • gnéisico
  • gnetáceo
  • gnómico
  • gnomo
  • gnomon
  • gnomónico
  • gnoseología
  • gnoseológico
  • gnosis
  • gnosticismo
  • gnóstico

Ya te habrás percatado de que son términos cultos. Casi contienen raíces griegas o latinas, que están en la base de muchos de los cultismos del español y de las otras lenguas europeas.

La Ortografía de la lengua española admite que simplifiquemos la escritura. Es lo mismo que veíamos para el grupo anterior. ¿Que a ti te gusta escribir neis, nomo, nosis, nómico, nomon, noseología, netáceo, etc.? A mí no me gusta, te lo digo claramente. Pero si tú lo prefieres, estrictamente nadie te puede decir que estás escribiendo mal… ¡estrictamente!

¿En la pronunciación? Ahí sí hay que simplificar. La pronunciación estándar culta es esta:

  • [néis]
  • [netázeo]
  • [nómo]
  • [noseolojía]
  • [nósis]
  • [nostizísmo]
  • [nósiko]

Vuelvo a lo de antes: hay otras pronunciaciones. De todo tiene que haber en la viña del Señor. Eso sí: considero mi deber advertirte que no se suelen considerar ni muy estándar ni muy cultas.

El gneis es un tipo de roca que presenta la misma composición que el granito, pero con los minerales dispuestos en capas o bandas. Tiene dos plurales válidos:

  • los gneis
  • los gneises

Es un préstamo del alemán. Por eso tiene esa forma tan rara. Rara para nosotros, claro. A los alemanes les parecerá lo más normal del mundo. Esto de lo raro y lo normal es relativo. A mí también me dicen a veces que soy raro. Yo, en cambio, me veo normal. Los que me parecen raros son los demás. Hasta tal punto es así que he llegado a preguntarme alguna vez si seré la única persona normal del mundo.

¡Bueno! ¡Chorradas aparte! Continuamos con el vocabulario, que es a lo que hemos venido hoy aquí.

De todo el grupo, la palabra que más se usa es gnomo. Yo le tengo mucho cariño porque me recuerda a los dibujos animados de David el gnomo. Los que son de mi edad saben de lo que hablo. ¿Y qué es un gnomo? Vamos a explicarlo para que no se me queje nadie después. En la cultura popular, un gnomo es un geniecillo pequeñito, bajito, ¡chiquitín! Es un personaje amable y bondadoso, como David el gnomo, que hizo las delicias de mi adolescencia.

Y ahora viene un dato curiosísimo. Las palabras normalmente no se sabe quién las inventó. Si te paras a pensar, alguien tuvo que inventarlas. Para cada palabra tuvo que haber en algún momento de la historia un ser humano que fue el primero que las utilizó. Si esos vocablos siguen entre nosotros es porque a los demás les gustaron y los repitieron.

Pues bien, en el caso de gnomo sabemos a ciencia cierta quién fue el inventor. Esta palabra se registra por primera vez en el siglo XVI. Se la debemos nada más y nada menos que a Paracelso. ¿Y quién fue Paracelso? Este señor fue un alquimista suizo. Ya ves que el mundo le debe a Suiza mucho más que el reloj de cuco. Yo aprovecho para reivindicar aquí el legado de la nación helvética.

En tiempos de Paracelso, la lengua de comunicación entre las personas cultas de los diferentes países europeos era el latín. Era normal escribir tratados científicos en latín porque así podían leerlos todos los expertos en la materia, independientemente de si ellos, después, en su casa, hablaban castellano, toscano, flamenco, polaco o cualquier otra lengua vulgar. Digo vulgar, pero no por menospreciar. Así es como se las denominaba en su época. La lengua culta era el latín, que era una lengua muerta, mientras que a las lenguas vivas que se utilizaban en la comunicación cotidiana se las denominaba vulgares.

Por tanto, Paracelso acuñó el término en latín renacentista con la forma gnomus. A partir de ahí, la palabra se fue introduciendo en las diferentes lenguas europeas y adaptándose a las características de cada idioma. Nosotros tenemos gnomo, en inglés es gnome, en alemán Gnom, etc.

Claro, y, seguramente, ahora te estarás haciendo esta pregunta: ¿en qué estaba pensando el amigo Paracelso cuando se sacó el gnomo de la manga?, ¿por qué lo llamó gnomo en lugar de… qué sé yo… alpargatissimus? Eso, si alguien lo sabe, lo sabía Paracelso. Y como el hombre se murió hace unos cuantos siglos, ya no hay manera de averiguarlo. ¡Misterios de la etimología!

La gnosis es el conocimiento esotérico que buscan los gnósticos, es decir, la comprensión suprema de los misterios espirituales. La palabra está tomada directamente del griego gnôsis, que significa ‘conocimiento’.

De la misma familia griega tenemos el adjetivo gnómico. Un escritor gnómico es el que cultiva el género de los aforismos. La literatura gnómica es la literatura aforística.

Cada cosa tiene su nombre. Hay una que todos hemos visto, pero que pocos serían capaces de nombrar: la varilla que marca las horas en un reloj de sol. A ver quién es el guapo que sabe cómo se llama eso. ¡Venga! ¡¿Cómo se llama esa varilla?!

Eso es el gnomon (ya tienes una palabra más para vacilar con tus amistades). Este vocablo procede también de la raíz griega que significa ‘conocimiento’. Claro: esa varilla nos permite conocer la hora gracias a la sombra que proyecta sobre las cifras del reloj solar.

La gnoseología es una rama de la filosofía: la teoría del conocimiento (también conocida como epistemología).

Tenemos también el adjetivo gnetáceo. Las gnetáceas son una familia de plantas.

El grupo pt-

En nuestro idioma tenemos un puñado de palabras que empiezan con la secuencia pt-:

  • pterodáctilo
  • ptolemaico
  • ptolomeico
  • ptosis
  • pteridofito
  • ptialina
  • ptialismo
  • ptiriasis

Son términos técnicos que proceden del griego. Hay alguna palabrita más, pero tan especializada que ni siquiera la recogen los diccionarios generalistas.

El pterodáctilo es un reptil fósil. Tenía unas membranas parecidas a las de los murciélagos. Probablemente le permitían volar. Desde un punto de vista etimológico, pterodáctilo significa ‘dedos con alas’. El elemento –dáctilo significa ‘dedo’, igual que en huella dactilar. Ptero-, por su parte, significa ‘ala’. Encontrarás ese mismo elemento en coleóptero. Los coleópteros son insectos que tienen alas, pero protegidas por un caparazón. Otro tecnicismo de la familia es pterosaurio.

Ptolemaico es un adjetivo. Se deriva de un nombre propio griego: Ptolomeo. Sí, ya sé que suena muy mal. Yo, si tuviera un hijo no le llamaría así. El adjetivo puede referirse al astrónomo griego Ptolomeo, que vivió en el siglo II, o a la dinastía de los Ptolomeos, que reinó en el antiguo Egipto. Tiene una variante ptolomeico.

Ptosis en medicina es la caída o descenso de un órgano. Esta palabra en griego significa simplemente ‘caída’.

Las pteridofitas o pteridófitas son un grupo de plantas. Pertenecen a él los helechos y afines. Pterís, -ídos significa en griego ‘helecho’. El elemento -fito es ‘planta’ o ‘vegetal’. Pteridófito también puede funcionar como adjetivo.

La ptialina es una enzima que está presente en la saliva. Ptýalon significaba ‘saliva’ en griego. Además encontramos la palabra ptialismo, que se refiere a la secreción excesiva de saliva.

Y nos queda la ptiriasis, que es una infección de la piel causada por bichos bastante desagradables. Prefiero no entrar en detalles. El sustantivo ptiriasis contiene la raíz phtheír, que significa ‘piojo’.

Desde el punto de vista de la ortografía, lo interesante de estas palabras es que todas ellas admiten doble grafía: con p- y sin ella. Podemos escribir pterodáctilo o terodáctilo, Ptolomeo o Tolomeo (¡ejem!). No obstante, lo más habitual es respetar la grafía etimológica (con su p-).

En cuanto a la pronunciación, hay que tener en cuenta que el grupo pt- se simplifica: la p es muda. Es lo mismo que hemos constatado para los grupos anteriores. Decimos [terodáktilo, tolemáiko, tósis], etc.