Convencer, Deleitar y Seducir: las Figuras Literarias

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La retórica es el arte de hablar persuasivamente. Son estrategias que se vienen aplicando desde la Grecia clásica para que un texto o un discurso resulte convincente, ameno y atractivo para el público.

Se equivoca quien piensa que estos recursos encuentra su lugar solamente en literatura. La retórica surge en Grecia por un motivo muy específico. Todavía no se habían inventado ni los procedimientos judiciales ni los abogados defensores. Cuando se producía un conflicto, cada ciudadano tenía que presentarse delante de una asamblea para defenderse. Enseguida, las ciudadanos atenienses se dieron cuenta de que ganar no siempre dependía de los méritos de la causa. A menudo se llevaba el gato al agua quien sabía hablar mejor, es decir, el orador que conseguía convencer, entretener y emocionar.

Eso aumentó el interés por describir y estudiar los mecanismos que conseguían ciertos efectos en el público de manera previsible. En nuestros días, este conocimiento se sigue utilizando a diario para ganarse al jurado de un juicio, para enfervorizar a los seguidores de un partido político, para redactar manuales que invitan a aprender, anuncios que animan a comprar o novelas con una prosa brillante que cautiva al lector.

Una advertencia: No te dejes asustar por los nombres técnicos de las diferentes figuras. Detrás de esas palabras complicadas hay conceptos que cualquiera puede entender y utilizar. Yo te los voy a explicar de forma clara y práctica. Así podrás introducirlos en el lugar perfecto para amplificar el efecto de tu discurso o de tu texto.