Calcos

Un calco es una palabra que se toma prestada de otra lengua, pero traduciéndola. El ejemplo clásico es rascacielos, que es castellano por fuera y americano por dentro. Formalmente es la traducción literal del inglés skyscraper. Conceptualmente, lo que tenemos es una metáfora que se trasplanta del ámbito lingüístico y cultural angloamericano al hispánico.

Este es un procedimiento muy frecuente para llenar lagunas léxicas con neologismos importados. Tiene además la virtud de la discreción: pasa desapercibido. ¿Qué haríamos nosotros hoy sin nuestro jardín de infancia, nuestra ciencia ficción, nuestro disco duro o nuestro ratón? Podríamos tomarlos fácilmente por naturales de la meseta castellana y, sin embargo, vienen del alemán Kindergarten y del inglés science fiction, hard disk y mouse, respectivamente.

Un caso interesante es el de empoderar (< empower, inglés). Nosotros hemos tomado la palabra como traducción literal de un término utilizado en los movimientos por los derechos civiles estadounidenses; pero da la casualidad de que ya existía en castellano clásico. Se ha revitalizado así un vocablo que prácticamente habíamos olvidado.

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Este no es ningún invento moderno. Ya el latín in-dividuum era un calco del griego á-tomon. Los dos quieren decir originariamente ni más ni menos que ‘no dividido’.

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El calco permite importar léxico de otras lenguas sin despertar las suspicacias de los temidos puristas, que suelen cebarse, más bien, en su primo hermano: el extranjerismo.