Qué diccionarios usar para redactar

Antiguamente podía haber excusa para no utilizar los diccionarios. Eran caros, pesados, había que levantarse ex profeso para ir a buscarlos… Hoy, si no los usas es porque no quieres. Tienes magníficas obras que son gratis y que puedes consultar a golpe de ratón o incluso con una aplicación para teléfono móvil.

Las referencias principales son el Diccionario de la lengua española (también conocido como DRAE) y el Diccionario panhispánico de dudas (o DPD). Puedes consultar ambos gratuitamente en la web de la Real Academia Española. Solo tienes que seguir los enlaces que te he puesto. El DRAE te servirá para asegurarte de que las palabras significan lo que crees que significan. Ahí es adonde acudimos todos para enterarnos de qué quiere decir inconsútil o cerúleo. El DPD está más orientado a resolver cuestiones gramaticales, ortográficas, morfológicas, etc. Aquí es donde averigua uno si el verbo advertir debe llevar detrás una preposición, si arcoíris se escribe en una palabra o en dos y cómo se conjuga el verbo asolar.

Estos dos diccionarios te van a resolver el 99 % de los problemas de léxico que se te puedan presentar mientras escribes (y es importante que los vayas resolviendo a medida que escribes). Después hay todo un arsenal del que podemos echar mano, pero que por el momento solo está disponible en papel.

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El Diccionario de uso del español de María Moliner sigue siendo una de las mejores obras lexicográficas para nuestra lengua. Lo es por la claridad de las definiciones, porque contiene ejemplos abundantes y bien escogidos y porque explica también algo de gramática y ortografía cuando hace falta. Para este no hay versión en línea. Sí existe una edición en CD-ROM, pero las pocas unidades de CD que quedan en los ordenadores no creo que aguanten ahí muchos años. Sea como sea, si escribes con regularidad, deberías ir pensando en hacer hueco en las estanterías para sus dos volúmenes. Con hojearlo de vez en cuando y detenerte a leer los artículos que te llamen la atención, vas a aprender más que con algunos de los cursos de redacción que ofrecen por ahí.

Para ciertas formas de escritura puede ser útil a veces el informarse sobre los orígenes del vocabulario. Para eso, la herramienta fundamental es el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Son seiscientas páginas en las que quedó condensado lo que sabía el filólogo Joan Corominas sobre la historia de las palabras. No tiene nada que envidiarle a una buena novela en una noche de invierno.

No soy muy partidario, en cambio, de los diccionarios de sinónimos. A no ser que los sepamos utilizar muy bien, suelen hacer más daño que otra cosa. Además, todavía no he encontrado uno verdaderamente bueno para nuestra lengua.

Por lo demás, en cuestión de vocabulario, cuanto más sabe uno, más duda. Es fundamental que consultes todas las palabras que te producen inseguridad y también algunas de las que no. Estas son las que nos suelen tender las zancadillas más traicioneras.

La gramática y el vocabulario se aprenden de maneras completamente diferentes. La primera la absorbemos en lo fundamental durante los primeros años de vida. Después solamente le vamos dando retoques. El aprendizaje del léxico, en cambio, se prolonga durante toda nuestra existencia. Si algún día te percatas de que se va haciendo tarde y no has aprendido ninguna palabra, no descartes la posibilidad de que estés muerto y no te hayas enterado.