Según el proyecto Ethnologue, que nos ofrece hoy por hoy el catálogo más actualizado y exhaustivo, en el mundo se hablan 7102 lenguas.
Con las lenguas ocurre como con la riqueza: unos pocos tienen mucho y la inmensa mayoría apenas tiene nada. El 5% de las lenguas del mundo acumulan el 95% de la población mundial. En consecuencia, queda tan solo el 5% de la población para repartir entre el 95% de las lenguas. Esto quiere decir que un puñado cuentan con cientos de millones de hablantes, mientras que hay centenares que solo son habladas por comunidades minúsculas. Todos los años mueren varias de ellas, lo que supone una pérdida irreparable para la diversidad lingüístico-cultural de la humanidad.
La cifra anterior es una aproximación. Es imposible conocer el número exacto por varias razones:
a) Para empezar, no todas las lenguas están identificadas. Hay zonas como la Amazonia o Borneo con una gran diversidad lingüística para las que todavía no disponemos de datos suficientes. Cada cierto tiempo nos enteramos por las noticias de que una expedición científica ha descubierto una especie animal o vegetal desconocida. También hay hallazgos lingüísticos de este tipo aunque no despierten tanto interés como los animalitos.
b) Muchas lenguas se conocen por varios nombres, a veces, incluso, por nombres que no se refieren exactamente a lo mismo. Piénsese, sin ir más lejos en las denominaciones español o castellano, y en la polémica sobre los nombres catalán, valenciano y mallorquín. Si en la Península Ibérica ya nos es difícil ponernos de acuerdo, aun tratándose de lenguas perfectamente documentadas y estudiadas, imagínate cómo se pueden complicar las cosas en zonas donde coexisten múltiples lenguas poco conocidas. A veces se dispone de distintas referencias con nombres diversos y no se sabe muy bien si son lenguas diferentes o denominaciones alternativas.
c) El número varía mucho dependiendo de si consideramos ciertas variedades como lenguas independientes o como dialectos de una misma lengua. Pensemos, una vez más, en el caso del catalán-valenciano-mallorquín. La decisión puede ser muy delicada, como bien sabemos, y los criterios son variables. Hay aquí factores políticos y culturales que también se tienen que considerar. Algunas comunidades enfatizan lo que une. Por ejemplo, los dialectos chinos no siempre son mutuamente comprensibles, pero por encima de esto se los considera variantes de la lengua china. Lo mismo se puede decir del árabe. El gallego y el portugués, en cambio, pueden ser en gran medida intercomprensibles, pero a nadie se le ocurriría decir hoy que el portugués es un dialecto del gallego.
A mis estudiantes les suelo decir que el valor de una lengua no depende de su número de hablantes, como el de una persona no depende del número de ceros de su cuenta corriente (la mía tiene muchos, pero todos en el lado equivocado). Todas y cada una de las lenguas del mundo tienen su valor y aportan algo a la cultura de la humanidad. El patrimonio lingüístico también merece ser conservado. La muerte de una lengua es una pérdida irreparable.
Buen artículo :)
A algunos nos fascinan las lenguas, a pesar de conocer muy poquito de la gran mayoría y de no llegar a dominar si quiera la materna, tarea nada fácil a pesar de lo que la gente cree.
Hace poco leí que desaparecían una gran cantidad de lenguas diarias, y por lo que veo hoy en Ethnologue, que hay 300 más (ahora mismo hay 7.299 listadas), supongo que también se crean :)
Un saludo y felicidades por el blog, es muy bueno.
Carlos.