Los nombres y adjetivos que terminan en vocal + y tienen dos posibilidades para formar el plural: algunos añaden solamente -s; y otros, -es. Un ejemplo del primer tipo es jersey:
(1) ¿Por qué las ovejas no encogen cuando llueve y los jerséis de lana sí? [irrelevante, acceso: 30-3-2009; (la web ha dejado de estar accesible, 8-9-2013)].
Como podemos ver en la oración de arriba, estas palabras tienen la peculiaridad ortográfica de que la y cambia a i al añadir la terminación. Nótese que el plural del ejemplo anterior se acentúa porque es una palabra aguda terminada en -s. También siguen este modelo espráis, taráis, yoqueis, etc.
Entre las palabras que añaden -es tenemos rey, ley, buey, convoy, bocoy. Veamos un nuevo ejemplo:
(2) Faltan leyes que sancionen el derroche indiscriminado [Blog del Proyecto Lemu, 29-3-2009].
Algunas palabras oscilan o han oscilado entre un plural y otro. Por ejemplo, guirigay admite los dos; mientras que convoy tiene hoy un plural convoyes que ha acabado imponiéndose a convoys.
No hay forma de saber de antemano qué terminación es la necesaria. Esto forma parte de la idiosincrasia de cada palabra y es, por tanto, un problema que nos debería resolver el diccionario. Sin embargo, los diccionarios tradicionales no incluían información sobre la formación del plural ni siquiera para las palabras que podían resultar dudosas. El Diccionario panhispánico de dudas ha venido a llenar esta laguna, al menos para las palabras más frecuentes.
Ahora lo que se impone es un ejercicio.