[Actualizado, ampliado con un ejercicio y mejorado el 19 de mayo de 2020]
Te voy a dar el truco definitivo para que no vuelvas a dudar entre ralla y raya, rallar y rayar.
Para empezar, necesitas tener claro que rallar es lo que haces en la cocina con el rallador, mientras que rayar es ‘marcar’ o ‘arañar’ en una superficie.
Pues bien, imagínate un rallador de estos planos que tienen en el centro dos cuchillas. Las dos cuchillas son como dos eles y, por tanto, todo lo que rallas con un rallador lo vas a escribir con ll:
(1) Necesito queso rallado para los espaguetis.
No hay forma de que ese queso quede rallado en condiciones si no lo pasas por las dos cuchillas que forman las letras ll.
En cambio, si deslizas la punta de la y por un suelo de parqué, lo dejarás lleno de rayajos, rayones, rayas o, lo que es lo mismo, arañazos. Por tanto, todo lo que puedes marcar o arañar con la punta de algo lo rayas:
(2) Nerón, quítate ahora mismo esa espada, que me rayas los suelos del palacio.
En el ejemplo (2), yo me imagino al emperador Nerón arrastrando su arma como si fuera la punta de la letra y. El resultado es que deja los suelos llenos de rayas.
Varias personas preguntan en los comentarios por rayar(se) en el sentido coloquial de ‘trastornar(se), enloquecer’. Este uso es frecuente en diversos países. Lo que nos hace falta aquí es el verbo rayar (escrito con y), por ejemplo:
(3) Esta chica se raya en cuanto le llevan la contraria.
El ejemplo (3) nos da a entender que hay una mujer que no soporta que la contradigan y, como resultado, se irrita, se altera en cuanto alguien lo hace. Este uso del verbo rayar se puede explicar fácilmente como una metáfora. Piensa en lo que les pasaba a los antiguos discos de vinilo (e incluso, después, a los cedés). Cuando se rayaban, es decir, cuando se arañaban, empezaban a comportarse de manera extraña.
Estoy convencido de que el problema de la mayor parte de las explicaciones ortográficas que manejamos es que son sencillamente irrelevantes. Durante miles de años los seres humanos nos hemos servido de trucos mnemotécnicos que eran efectivos. La enseñanza tradicional incluía todo tipo de imágenes visuales, metáforas, rimas, canciones…, pero en las últimas décadas parece que hemos ido dejando de lado estas formas sencillas, prácticas e incluso divertidas de aprender las cosas. Quizás vaya siendo el momento de desempolvar algunas y de ir inventando otras.
Y ahora lo que te conviene es hacer un ejercicio para consolidar la teoría.