Carro es una de las pocas palabras de origen celta que tenemos en español. Nos llega por mediación del latín carrus desde una lengua celta ya desaparecida: el galo.
Los romanos tomaron prestada esta palabra para denominar al carro céltico, que no solo constituía un poderoso medio de transporte, sino que además les otorgó a los pueblos celtas una ventaja militar que resultó decisiva en su fuerte expansión por el continente europeo.
Carro se relaciona también con correr. Las dos palabras son, probablemente, descendientes de una raíz indoeuropea más antigua que heredaron tanto el latín como el celta.