Un tulipán es, etimológicamente, un turbante. Esta palabra procede del turco tülbent, que significa ‘turbante’. Los turcos, a su vez, tomaron la palabra prestada del persa dulband ‘turbante’. La flor se denomina así por el parecido que algunos creyeron percibir con el tocado de los pueblos orientales.
Es posible que el tulipán se conociera ya en Al-Ándalus durante la época medieval. No obstante, la planta y su denominación actual en las lenguas europeas se introducen en el siglo XVI en el centro y norte de Europa desde Turquía. Ya se hace referencia a los tulipanes en 1554 en las cartas que envía Ogier Ghislain de Busbecq, que se había desplazado a Turquía como embajador del Sacro Imperio Romano Germánico: “[flores] quos Turcae Tulipan vocant” (o, para que nos entendamos, “[unas flores] que los turcos llaman tulipán”).