Escribir un blog: el mundo los cría e Internet los junta

El desarrollo de la publicación en línea ha traído consigo una fragmentación del público. Ha surgido una infinidad de publicaciones especializadas que han ocupado nichos muy específicos y han logrado aglutinar a su alrededor a comunidades o microcomunidades de lectores. Hoy se puede escribir y leer sobre la historia del cálculo infinitesimal, sobre las tradiciones de un pueblo de cien habitantes o sobre las actividades que se van desarrollando día a día en un aula determinada de una escuela infantil.

La fragmentación, no obstante, va acompañada de otro fenómeno sobre el que quizás no se ha insistido tanto. También se está produciendo una agrupación de los lectores. Públicos minoritarios y geográficamente dispersos se reúnen alrededor de ciertas publicaciones dirigidas específicamente a ellos. Aquí está la diferencia fundamental con micropublicaciones tradicionales como la hoja parroquial distribuida en fotocopias o el boletín escolar ciclostilado, que tenían un alcance geográfico muy limitado.

Los lectores descubren esas publicaciones de maneras muy variadas. Pueden hacer una búsqueda en Internet sobre un tema que los inquieta o atrae y, de resultas, aterrizar en un blog que capta su atención. Al cabo de una o dos visitas acaban quizás suscribiéndose y pasan a interactuar con el autor y los otros lectores mediante comentarios, por correo electrónico, etc.

Otra vía son las recomendaciones de amigos. Estas pueden producirse en la interacción cara a cara o a través de redes sociales como Twitter, Facebook, Google+, Goodreads*, etc.

Tampoco hay que perder de vista las recomendaciones de sistemas automáticos. Van ganando importancia y pueden llegar a crecer mucho más con el tiempo. Amazon, por ejemplo, dispone de algoritmos cada vez más refinados. En cuanto empezamos a comprar libros en su tienda, nos empieza a recomendar otros que nos pueden interesar. Cuanto más compramos, más va acertando por la sencilla razón de que nos va conociendo mejor y puede cruzar nuestros gustos con los de millones de clientes que han adquirido los mismos productos u otros parecidos. Esto nos facilita, por ejemplo, el descubrir a autores autopublicados a los que no hubiéramos soñado nunca con leer. Esos autores están solamente a un correo electrónico de distancia, con lo que la posibilidad de entablar un contacto y de llegar a formar comunidad es evidente.

El resultado es que quienes antes estaban condenados a la soledad intelectual, artística, política, etc., ya no lo están: el mundo los cría e Internet los junta.

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Este cambio tiene repercusiones trascendentales para los escritores. Antes el ser muy raro, el centrarse en un tema que solo podía llegar a un público muy minoritario, podía convertirse en un obstáculo insuperable para que te publicaran. En el momento en que te publicas tú a ti mismo sin más coste que el de tu tiempo, eso deja de ser un factor. Esa rareza puede ser tu salvación, se puede convertir en la clave de tu éxito.

¿Vives en una aldea perdida en las montañas? ¿Padeces una enfermedad rara? ¿Coleccionas tapas de yogures? Quizá eres el representante de una comunidad que hasta ahora no ha tenido voz. Tú puedes ser esa voz.

Moraleja: Tienes que encontrar a los que son igual de friquis que tú y hacer piña con ellos.

*Goodreads es una red social especializada en lectura. Está orientada fundamentalmente a las publicaciones en inglés, pero también incluye comunidades que se interesan por la literatura escrita en español.

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