La palabra cretino viene de cristiano. Su origen está en el francés hablado en el cantón suizo de Valais.
En esta zona era frecuente un problema de tiroides que provocaba deficiencias en el desarrollo físico e intelectual. Los afectados por esta enfermedad eran conocidos en el habla de la zona como crétins. Esta forma era una evolución popular de la antigua palabra crestien, que significaba, simplemente, ‘cristiano’.
Originariamente, cristiano era un término que servía para referirse a cualquiera. El aplicárselo a estos enfermos era una manera compasiva de indicar que eran criaturas de Dios como los demás. Después adquirió la acepción de ‘pobre hombre, desdichado’ y finalmente se especializó para denominar a los afectados por la falta de yodo.
Desde el francés pasó al español y a las otras lenguas de Europa, donde hoy tiene un valor despectivo general en el que ha quedado borrado el recuerdo de la enfermedad.