La niña de los ojos

En español tenemos dos palabras para referirnos al centro del iris, por donde penetra la luz en el ojo. Podemos llamarlo niña del ojo o pupila. La primera expresión es simplemente la traducción de la segunda. Como vamos a ver (nunca mejor dicho), esta parte de la anatomía humana da bastante de sí en nuestro idioma y en el de otros pueblos.

La denominación pupila la hemos heredado del latín. Inicialmente, para los romanos, el nombre pupilla podía significar ‘muñeca’ o ‘niñita’ dependiendo del contexto. Se empezó a utilizar para hablar de una parte del ojo porque quien mira con atención la pupila de otra persona descubre en la superficie del ojo una especie de muñeco que no es sino su propio reflejo (eso lo saben bien los enamorados). Los griegos lo llamaban kórē por este mismo motivo: kórē es ‘chica’. El nombre se ha mantenido en griego moderno.

En otras culturas se ha llegado a denominaciones semejantes de manera independiente. Una lengua tan alejada del griego o el latín como es el indonesio se apoya en la misma imagen: la expresión anak mata (‘pupila’) está formada de anak (‘niño’) y mata (‘ojo’), o sea, para los hablantes de esta lengua del Pacífico la pupila es el niño del ojo.

En francés encontramos la palabra pupille, pero además existe como expresión anticuada prunelle, que es, nada más y nada menos que ¡endrina! El fruto que a unos les sirve para hacer pacharán los otros lo utilizan para representarse el órgano de la vista.

No han sido los franceses los únicos que han creído descubrir huertos en los ojos. Los germanos a este orificio lo denominaron manzana del ojo. En neerlandés todavía se utiliza el compuesto oogappel (< oog ‘ojo’ + appel ‘manzana’). En inglés este nombre fue desplazado por el latinismo pupil. Aun así, su recuerdo se mantiene en la expresión the apple of my eyes, que se emplea para referirse a una persona muy querida (es lo mismo que hacemos nosotros cuando decimos: “Te quiero como a las niñas de mis ojos”). Por cierto, a los amantes ingleses tampoco se les escapó el detalle de los muñequitos. Allá por el siglo XVII se usaba la expresión to look babies in the eyes, o sea, quedarse embobado contemplando la figurita en cuestión en los ojos de la persona amada. En alemán se utiliza el término latino Pupille, pero este convive con un sinónimo germano: Sehloch. Traducido literalmente es ‘el agujero de ver’. No se puede negar que la denominación es descriptiva, aunque quizás resulte un tanto prosaica en comparación con las que acabamos de repasar.

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En fin, cada pueblo ha descubierto algo diferente en el órgano de la vista: muñecas, niñas, endrinas, manzanas… Lo que es seguro es que los seres humanos le han prestado una atención muy especial a la mirada y a la vista desde el inicio de los tiempos. Eso es lo que explica que se le den tantas denominaciones figuradas y afectuosas a esa parte de nuestro cuerpo.