Procrastinar significa ‘dejar las cosas para más adelante’ o incluso ‘perder el tiempo’. Esto tiene todo el sentido del mundo si tenemos en cuenta que este verbo está formado sobre las raíces latinas pro ‘para’ y cras ‘mañana’. O sea, etimológicamente, procrastinar es lo mismo que ‘dejar para mañana’. Veamos un ejemplo de uso:
(1) Es imprescindible eliminar cualquier fuente de distracción (móvil, tele…). […] Distraen, desconcentran y son perfectos para procrastinar [El País (España), 23-5-2016].
En el español de nuestros días, el verbo en cuestión es un préstamo del inglés, pero tampoco son los ingleses los inventores del término. Ellos, a su vez, lo tomaron del francés y, en última instancia, procede del latín procrastinare.
El Diccionario de la lengua española ya recoge procrastinar y el sustantivo correspondiente procrastinación. Por tanto, contamos con la bendición de las Academias de la Lengua en caso de que queramos emplear uno y otro. Por otro lado, su uso tampoco es una novedad total. Es verdad que resulta muy escaso hasta finales del siglo XX, pero los lexicógrafos Terreros y Pando ya incluyen procrastinar en su Dicionario castellano ¡en 1788! Lo que ha ocurrido ha sido, simplemente, que un verbo que llevaba siglos arrastrándose por los diccionarios sin pena ni gloria, de pronto, se ha revitalizado por influencia de la lengua inglesa y del enorme prestigio de esta.
Rufino José Cuervo se refería a esta palabra en la edición de 1907 de sus Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano y lo hacía para advertirnos que no nos comiéramos ninguna erre: hay que decir procrastinar y no pocrastinar. Ese tipo de secuencias son difíciles de pronunciar para los hablantes de castellano y por eso la advertencia de don Rufino sigue siendo válida hoy día.
En fin, procrastinar y procrastinación son términos que están asentados en la lengua actual. Aunque los usamos por imitación del inglés, no dejan de proceder del fondo común de la lengua latina y ya hasta las Academias los aceptan. Si algún día te apetece dejarlos caer en la conversación, no hay por qué dejarlo para mañana.