¿’Asechanza’ o ‘acechanza’?

Los sustantivos asechanza y acechanza poseen significados relacionados. Son palabras homófonas para los hablantes seseantes y ceceantes (o sea, la inmensa mayoría). Y para quienes somos distinguidores, constituyen dos formas tan cercanas que plantean todo un reto. Sin embargo, no conviene confundirlas.

Una asechanza es una trampa que le tendemos a alguien para que caiga en ella. Mira este ejemplo:

(1) Viajarás, para cuidarte de toda asechanza, por las noches [Alejandro Núñez Alonso: El lazo de púrpura].

Un viaje es una ocasión propicia para que puedan tendernos una trampa (una asechanza). En (1) se está aconsejando sobre la manera de evitar estos peligros.

Si consultas el diccionario, descubrirás que existe el verbo asechar, que significa ‘tender una trampa a alguien, tramar una asechanza’. Sin embargo, este prácticamente carece de uso en la lengua actual. Por tanto, si en algún momento te descubres escribiendo asechar, te aconsejo que desconfíes: en el 99,9 % de los casos eso será incorrecto.

Vamos ahora con acechanza. Este segundo sustantivo se refiere a la acción de espiar a alguien, de vigilarle:

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(2) Ella, en cambio, sometida a la vigilancia del padre y a la acechanza viciosa de las monjas, apenas si lograba completar medio folio del cuaderno escolar encerrada en los baños o fingiendo tomar notas durante la clase [Gabriel García Márquez: El amor en los tiempos del cólera].

En el ejemplo (2), puedes percibir claramente que unas monjas están observando a alguien sin perder detalle. ¿Por qué? Ellas lo sabrán, pero está claro que las mueve algún propósito. Sin embargo, eso no implica necesariamente que alberguen una mala intención o que quieran causar un daño.

El verbo correspondiente a acechanza es acechar. Es ni más ni menos que ‘espiar, vigilar con cautela’. Este sí se usa (y, además, no hay escasez de gente en el mundo que se dedica a acechar en cuanto surge una oportunidad).

En resumen, una asechanza es una trampa que alguien te tiende para que caigas en ella. El verbo asechar ya no se utiliza. Y acechanza/acechar encierran la idea de ‘espiar, vigilar’. Esperemos que con esta explicación no caigamos en las trampas que nos tienden a diario palabras con grafías tan semejantes.