El contenido es el rey: cómo escribir un libro

¿Te gustaría escribir un libro? ¿Alguna vez lo has intentado?

Sé que escribir un libro puede parecer un reto formidable. Muchas personas se preguntan si tienen lo que hay que tener para escribir. Muchas veces somos nosotros mismos quienes nos saboteamos. Nos asaltan las dudas: ¿Quién soy yo para escribir un libro? ¿Qué formación tengo yo para escribir sobre esto? ¿Adónde voy a mis años?

Lo más importante, lo primero para tener tu libro es el contenido. Esto se aplica a cualquier obra: a una novela, a unas memorias, una obra de no ficción, una tesis doctoral… Es más, se aplica a cualquier texto que quieras escribir: breve o extenso, literario o científico, escrito para la ocasión o para pasar a la posteridad… Escribir es un proceso que va de las ideas a las palabras. En primer lugar, necesitas centrarte en lo que vas a contar: la historia de tu novela, los episodios de tu vida que vas a retratar en tus memorias, los conceptos que vas a comunicar en tu libro de no ficción…

Muchos libros se caen por la base. Voy a ir más allá: la mayoría de los libros mueren antes de nacer. Uno de los motivos es que sus autores se dejan distraer por detalles irrelevantes y descuidan el contenido. Si alguna vez has empezado a escribir un libro y lo has dejado sin terminar, te animo a que te hagas esta pregunta: ¿he descuidado quizás el contenido?, ¿no habré puesto el carro delante de los bueyes? Para dar con buenas respuestas hay que plantear buenas preguntas. El cincuenta por ciento de la solución está en saber plantear las preguntas adecuadas.

El contenido es el rey. Si tú te dejas guiar por el contenido, el proceso de escritura va a fluir. Recuerdo un momento en mi vida que fue como una revelación. Yo estaba en la fase inicial de mi tesis doctoral. En ese momento estaba totalmente volcado en cuál iba a ser el contenido de esa tesis. Iba teniendo las piezas, pero había una parte que se me resistía. Pensaba constantemente en aquello. El tema que yo quería tratar me lo imaginaba como islotes que iban emergiendo ante mis ojos, pero no conseguía conectar todo aquello. Estaba resolviendo problemas individuales, pero me faltaba crear un todo coherente.

De pronto, una tarde, lo vi mientras iba a echar un puñado de espaguetis al agua (era mi época de estudiante y comía mucha pasta): apareció ante mis ojos la pieza que conectaba todas las demás. Dejé caer los espaguetis en la cacerola con la tranquilidad de saber que tenía todo lo que necesitaba para escribir mi libro.

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Una tesis doctoral es un primer libro. Y esta es otra enseñanza. El proceso de escribir libros es muy similar para géneros muy diversos. Existen especificidades, pero el proceso en sí es unitario. Hay que terminar el primer libro para abrirles la puerta a los siguientes. Una vez que aprendes, estás en condiciones de reproducir el proceso una vez y otra y otra… Es más, lo puedes aplicar a los diferentes géneros.

Cada vez que empieces con un género nuevo, tendrás que aprender algunos detalles, pero la base es siempre la misma. El proceso, en sus características básicas, se aplica a textos de diversa extensión, de finalidad práctica o literaria, sesudos o de entretenimiento… Casi siempre hablamos de diferencias de grado y de algún pequeño ingrediente que le da su toque característico a la salsa.

Por eso, a mis alumnos siempre les recuerdo que la base es el contenido, que escribir es un proceso que va de las ideas a las palabras. Además, ese contenido es la clave para encontrar a tu lector. Ahí fuera, en el mundo, hay una persona que está esperando a que tú termines de escribir esa obra para leerla. Es la persona que más se puede beneficiar de lo que tú puedes contar. Dale el contenido que necesita y le habrás hecho un regalo precioso. Terminar tu libro y publicarlo es un acto de generosidad. No tengas a tu lector esperando indefinidamente.

Solo tenemos una vida. Podemos decidir vivirla de una manera o de otra. Podemos dedicar las horas, los días y los años a un proyecto o a otro. Tenemos opciones. Siempre hay opciones. Esa es otra de las lecciones que he aprendido. Ante nosotros se abre una multitud de caminos para que los recorramos. A ti te corresponde elegir. Uno de los más emocionantes y satisfactorios que puedes tomar es el de escribir. Ese recorrido te sirve para crecer como persona y para conectar con los demás. Todo empieza con una idea. Una vez que la tienes, solamente es cuestión de tiempo hasta que puedas sostener por fin entre tus manos un ejemplar de tu obra y aspirar ese olor a libro recién salido de imprenta.