Herramientas de escritor

Hoy voy a hablar sobre herramientas para escribir un libro. Diferentes fases necesitan diferentes herramientas, porque un libro se escribe en varias fases; pero eso ya sería materia para otro artículo. Hoy, de momento, me voy a centrar en las herramientas. Te voy a contar cuáles uso yo. Eso te puede dar ideas para que encuentres tú las tuyas.

La mayor parte de mi jornada de trabajo la dedico a escribir y, por eso, a lo largo de los años he ido creándome un ambiente de escritura agradable que me invita a trabajar. Eso ayuda a que fluyan las ideas y mejora el resultado.

Esto no siempre ha sido así. Yo he ido pasando por diferente etapas en mi vida. Unas veces he tenido más posibilidades y otras menos. Cuando tenía menos, me arreglaba con lo que había. Unas veces he dispuesto de un espacio de trabajo propio y otras no. Cuando era estudiante, me iba a trabajar a la biblioteca porque allí estaba calentito y tranquilo.

Ha habido épocas en que he trabajado en una mesita que tenía encajada en un rincón de mi dormitorio o incluso en la cocina. Ahora, en cambio, me dedico profesionalmente al Blog de Lengua y a los cursos que desarrollo para mis alumnos. Por eso he ido montando mi propio despacho en casa con todas mis comodidades. Te confieso que me encuentro muy a gusto en mi despacho. Empezar mi jornada de trabajo es un placer cuando levanto las persianas y entra el sol por esas ventanas.

Para escribir un libro hace falta como mínimo papel y bolígrafo o pluma (una pluma estilográfica). A mí me gusta escribir con pluma porque la sensación es especial. Disfruto con esa suavidad del plumín que va deslizándose sobre el papel, el brillo de la tinta, que dura un momento sobre el papel antes de secarse. La pluma la utilizo para tomar notas. Yo siempre tomo muchas notas porque me ayuda a pensar. Para mí, la mejor forma de pensar es escribir. Cuando noto que una idea me ronda la cabeza, rápidamente la fijo por escrito.

Tengo dos plumas: una Parker y una Pelikan. La Parker la compré en Estados Unidos y le tengo mucho cariño. Las relleno con tintero, porque es más ecológico y además me gusta porque es una experiencia un poco retro. Una la cargo con tinta negra y la otra con tinta azul. Así puedo tomar notas de tipos diferentes.

Formulario suscripción (#5)

Suscríbete
gratis

Los errores de lengua minan la credibilidad. Recibe cómodamente artículos y vídeos semanales para escribir mejor. No tiene ningún coste. Además, te llevarás gratis un magnífico manual de acentuación en PDF.

Históricamente, también se utilizaron máquinas de escribir. De hecho, hay quien las usa todavía. Yo tuve una máquina Olympia que me encantaba. La compraron mis padres para que pudiéramos escribir a máquina los trabajos del colegio y después del instituto. Era para mis hermanos y para mí. En aquella época todavía se escribía a máquina. Después llegaron ya los ordenadores y las impresoras, así que aquella máquina se jubiló. Pero siempre me ha gustado la mecanografía. De hecho, a la gente le llama la atención que aporreo las teclas del odenador. Es porque yo aprendí con una máquina de verdad. Eran teclados con palanquitas y muelles: había que apretar con fuerza.

Llegué a examinarme y todo. Todavía tengo por casa el título de mecanografía. En aquella época llegaba a trescientas pulsaciones por minuto. Con las máquinas aquellas, a veces ibas tan deprisa que se atascaban las teclas. Esto lo saben quienes han escrito a máquina. Se juntaban todas las palanquitas de las letras, se formaba un lío y había que separarlas. ¡Qué tiempos los de las máquinas de escribir!

Es verdad que las máquinas de escribir tenían su encanto; pero, como práctico, mejor un ordenador. ¿Para qué nos vamos a engañar? Hoy día, casi todos escribimos con ordenador. Si solamente vas a escribir, te vale casi cualquier equipo. No hace falta que sea uno muy potente. Eso sí, conviene que sea moderno para que el funcionamiento sea fluido. Si no, se convierte en una fuente de distracciones. Te sirve un portátil o uno de sobremesa normalito. Yo utilizo un portátil con Linux. Uso Linux porque me gusta que la máquina haga lo que yo le digo y no al revés; pero lo del sistema operativo eso es cuestión de gustos. Cualquier ordenador con cualquier sistema operativo te sirve para escribir. Se trata solamente de que sea moderno.

Naturalmente, necesitas un procesador de textos. Yo utilizo dos porque me resuelven necesidades diferentes, pero mi caso de uso es muy particular. Al 99 % de los usuarios les basta con uno. Los míos son LibreOffice y LyX. Yo sé que casi todo el mundo usa Word, pero a mí me gusta más LibreOffice. La universidad me da una licencia de Word. Podría utilizarlo en línea, pero llevo muchos años con LibreOffice y ya no lo cambio por nada. Me gusta por su estabilidad y por lo bien que funcionan los estilos. Los estilos me permiten darle al texto el formato que yo quiero en un par de minutos.

El otro procesador de textos es un tanto especial. Se llama LyX. En realidad es una interfaz gráfica para LaTeX. LaTeX es un sistema de composición profesional. Mis libros los escribo con LyX. Así puedo generar un PDF con calidad editorial y enviarlo directamente a Amazon para distribuir el libro impreso, como, por ejemplo, No te comas la coma, que te enseña de verdad a utilizar la coma y está siendo todo un éxito. LyX es un pelín complicado. Yo aprendí a manejarlo hace años y me viene bien, pero no se lo recomiendo al escritor medio. Hoy día no sé si me pondría a aprender LyX. Probablemente dedicaría mi tiempo a otras tareas.

Para mí, más importante que el ordenador es el monitor. Si tengo que elegir entre invertir en un ordenador o en un monitor, me quedo con el monitor. Ya hemos dicho que para escribir vale cualquier máquina un poquito moderna, pero un monitor con la máxima calidad de imagen te permite trabajar durante horas sin fatigar la vista. Yo utilizo un monitor Dell que me da buen resultado, pero sirve cualquier marca. Lo que importa es que sea nítido. Ahí no conviene escatimar porque ya estamos hablando de cuestiones como la salud de la vista.

Importantísimo: el teclado. Hoy día, los teclados que traen casi todos los ordenadores son una birria. Yo los odio con todas mis fuerzas porque me hacen perder tiempo y me distraen. Ya te he contado que yo aprendí mecanografía y tecleo a toda pastilla. Necesito un teclado que sea capaz de seguir mi ritmo. Soy un amante de los teclados mecánicos porque el primer ordenador serio que tuve fue un IBM con un teclado espectacular.

Quienes entienden algo de estas cuestiones recuerdan aquellos míticos teclados de los primeros PC de IBM. Aquellas teclas sonaban a música celestial. Yo estuve escribiendo con aquel teclado hasta 2014. Las teclas las tenía ya desgastadas. Me dio pena, pero al final lo tuve que retirar porque me hacían falta ciertas teclas que aceleran el trabajo y que no existían en los teclados antiguos. Yo todas las operaciones que puedo las hago con el teclado. Es más rápido.

Hoy día no imagino mi trabajo sin mi teclado mecánico Keychron. Tengo un Keychron K8 que me funciona de lujo. Es un teclado normalito. No hace falta irse a teclados de gama alta. Utilizo interruptores azules, que son los que suenan más parecido a mi querido teclado IBM. Hay a quien le gusta y hay a quien no, pero a mí me encanta el ruidito de las teclas. Me estimula para escribir.

Tú puedes necesitar otro tipo de teclado. Lo importante es que aciertes con el que se adapta a ti. Hay quien jura por el teclado Alice. Son estos que tienen un diseño ergonómico. El teclado está como partido: hay dos bloques de teclas separados y colocados en un ángulo óptimo para la mano.

Para escribir en español normalmente utilizamos el teclado qwerty, pero hay quien prefiere el Dvorak. Es un diseño alternativo. Las teclas más usadas están al alcance de los dedos más ágiles.

Diferentes países tienen diferentes formatos de teclado. El teclado español es diferente del estadounidense, el alemán es diferente del francés. A mí, particularmente, el que más incómodo me resulta es el teclado azerty francés. La buena noticia es que si vives en otro país no necesitas otro teclado. Puedes controlar la distribución del teclado por software. Cuando yo vivía en Alemania, hacía eso. Tenía un teclado alemán, pero lo configuraba como si fuera español. De hecho, el teclado Keychron que utilizo ahora es un teclado alemán. Solamente necesitas saber la posición de la ñ, los acentos, etc. Yo escribo sin mirar las teclas, así que me da igual si tienen dibujada una letra u otra. Yo pulso donde está la que me interesa.

Para mí, por las características de mi trabajo, tan importante como el monitor y el teclado es contar con una silla y un escritorio ergonómicos. Quienes pasamos muchas horas escribiendo lo sabemos. Yo esto lo aprendí de un amigo estadounidense que escribe profesionalmente para terceros. Él siempre invierte en muebles de calidad que le ayudan a concentrarse y le evitan distracciones. Como yo me fío de mis amigos, le hice caso. Antes me sentaba en una silla de oficina normalita, pero la cambié por una Steelcase Gesture. No fue barata precisamente, pero mi espalda lo agradece. Al final lo gano en salud y me lo ahorro en fisio. En esa silla puedo pasar horas y horas cómodamente. Eso es productividad.

El escritorio es un escritorio ergonómico de Ikea. Concretamente, es el modelo Utespelare. La altura de las patas es regulable. Así lo tengo justo a mi altura. El cuerpo también lo agradece. Y, sobre todo, me gusta que tiene una especie de foso para meter ahí los cables. Yo no sé tú, pero yo odio los cables. Con este escritorio desaparecen de la vista.

¡Copias de seguridad! Un escritor necesita copias de seguridad de todas sus obras. Yo no puedo depender de que falle un disco o de que me roben el ordenador. Hay muchos sistemas de copia de seguridad. Está Dropbox, Google Drive… Yo tengo una instalación privada de Nextcloud en mi propio servidor porque así mantengo mis documentos bajo control, pero no hace falta complicarse la vida. Lo importante es que tengas siempre copias de seguridad de todo lo que escribes.

Para leer pruebas es bueno revisar en un medio que sea diferente del que utilizas para escribir. Eso me lo enseñó una profesional de la corrección y siempre se lo he agradecido. Al cambiar de medio, ves otros fallos. Si escribes en el ordenador, te puede venir bien corregir en papel o en una tableta. A veces basta con poner el monitor en vertical. Así ya estás viendo el documento como si fuera una página impresa.

¡Muy importante! A mí las mejores ideas se me ocurren en la ducha o mientras estoy paseando. Antes llevaba siempre encima una libreta y un bolígrafo. Vale con una libreta normal y corriente. Últimamente utilizo una aplicación para el móvil. Yo uso la aplicación de notas de Nextcloud porque se integra con mi servidor, pero hay muchas. Una buena aplicación de notas es una ayuda inestimable para aprovechar esas ideas que van surgiendo sobre la marcha. Yo no sé tú, pero yo necesito anotarlas al momento. Si no, se me van de la cabeza y ya es imposible recuperarlas.

Lo que te he presentado hasta aquí son las herramientas materiales para escribir y, sobre todo, son las mías. Son las de un profesional que se pasa el día tecleando delante de un monitor. Tú puedes necesitar otras. Se trata de que encuentres las que funcionan para ti.

Sin embargo, ahora viene lo principal. Tú has llegado hasta aquí y ese detalle dice mucho sobre ti. Para escribir un libro necesitas tener algo que contar. Eso es lo único que necesitas. Todo lo demás ayuda, te hace más agradable la experiencia de escritura, te ahorra tiempo, te evita dolores de espalda, te invita a trabajar; pero no va a escribir el libro por ti. Carecer de esas herramientas tampoco te va a impedir escribir tu libro.

Si tú tienes algo que contar, escribirás tu libro aunque tengas que hacerlo con un clavo arañando en las cortezas de los árboles. ¿Tienes algo que contar? ¿Sí? Pues entonces ponte a escribirlo ahora mismo. Todo lo demás vendrá por añadidura. Esto es un secreto entre tú y yo. Te lo confío porque tú eres como yo: te gusta llegar hasta el final de las cosas.