Lo he dicho y lo he repetido: escribir y leer son dos caras de la misma moneda. Para escribir mejor hay que leer más y mejor. Todos podemos beneficiarnos si dedicamos más tiempo a la lectura ¡y yo el primero! Por eso, siempre estoy buscando la forma de acceder a más libros y mejores.
Hay quien encuentra tiempo para leer y hay quien encuentra excusas. Una de las que más se repiten es que los libros son caros. Por eso quiero quitarles argumentos a quienes se escudan en el precio de los libros. Curiosamente, oigo a menudo a gente que se queja de que los libros son caros. Sin embargo, nunca los oigo lamentarse de que los bares, aunque he podido observar que la mayoría hacen gasto en esos lugares. También puede ser necesario. No lo niego. Pero a mí me preocupan ahora los libros. Ese es mi departamento.
Hoy existen más formas que nunca para leer sin gastar un céntimo y, además, para hacerlo de manera perfectamente ética y, por supuesto, legal.
Hay un sitio de Internet por el que siento un cariño inmenso. Lo he visto crecer a lo largo de los años. Le debo horas y horas de lectura. Encontrarás allí las grandes obras de la historia de la literatura. A veces me ha permitido acceder a libros raros, difíciles de conseguir. Es una gran aportación a la cultura y un regalo para quienes aman la lectura, como yo. Existe desde 1971. De hecho, fue el primer lugar de Internet donde se pudo acceder a libros electrónicos gratuitos. Me refiero al Proyecto Gutenberg. Allí vas a encontrar obras en dominio público digitalizadas por voluntarios.
Las ediciones digitales del proyecto Gutenberg se distinguen por su alta calidad. Pasan por un proceso de revisión por parte de voluntarios. Con los libros del Proyecto Gutenberg sabes que te puedes fiar.
Puedes escoger diferentes formatos. Yo los descargo siempre en formato epub y los almaceno en mi lector de libros electrónicos. Yo utilizo el Kindle, pero sirve cualquier dispositivo. Estos aparatitos han sido una bendición para los grandes lectores. Los primeros eran caros; pero ahora los puedes conseguir por un precio ridículo.
A mí me encanta el libro impreso. Para ciertas tareas es insustituible, pero el libro electrónico me da acceso al instante a infinidad de obras. Sobre todo, pone al alcance de la mano ciertos títulos que a veces es difícil conseguir en formato físico (o incluso imposible). Lo que yo constato en mí y en mi entorno es que quienes utilizamos el libro electrónico somos amantes de los libros. Somos grandes consumidores de libros y accedemos a ellos en todos los formatos.
En cada caso elegimos el formato que tiene más sentido. Para un manual académico quizás me interese más la versión impresa porque lo voy a utilizar mucho, necesito subrayar, poner marcapáginas… En cambio, para un novelón como Guerra y paz prefiero el libro electrónico. Para empezar, porque es más manejable. Esto lo entiende quien tiene la costumbre de leer libros gruesos. Además, es una obra de la que voy a disfrutar una vez en la vida y después ya se va a quedar hasta el final de los tiempos ocupando espacio en las estanterías de casa. Yo he hecho unas cuantas mudanzas a lo largo de los años. Por eso soy cuidadoso a la hora de seleccionar los libros que quiero conservar en casa.
Cada cual tendrá sus gustos. Tú seguro que tienes los tuyos igual que yo tengo los míos. Por eso te confieso que yo ya no podría vivir sin este cacharrito.
A mí me merece la pena el lector de libros electrónicos por su comodidad, por la calidad de la pantalla y porque es un dispositivo que solamente sirve para leer. Así evito distracciones. De todas formas, tampoco necesitas comprar uno. Si tienes un teléfono móvil, tienes un lector de libros electrónicos.
Hay infinidad de aplicaciones para leer en el móvil los libros en formato epub que te descargas del Proyecto Gutenberg y de sitios similares. Yo me muevo en el ecosistema de Kindle y por eso tengo instalada en el móvil la aplicación para Kindle. Así puedo empezar a leer un libro en casa y después continuar mientras espero el autobús o cómodamente sentado en un banco en el parque. Eso me abre momentos para la lectura.
A mí me funciona bien ese ecosistema en particular, pero tú puedes descargarte cualquier aplicación que te convenza. A partir de ese momento llevas contigo a todas partes una biblioteca que transportas en el móvil.
¿Cuál es el inconveniente de leer en el móvil? Que los móviles son armas de distracción masiva. En cuanto tengo el móvil en la mano, me entra la tentación de ponerme a enredar con cositas… Pero esto es también cuestión de disciplina. Quienes somos débiles, como yo, procuramos evitar las tentaciones. Si tú eres fuerte, seguramente podrás sobreponerte a ellas.
Hubo un año en que hice una locura con el Proyecto Gutenberg. Me marqué como reto leer los cien libros más populares de esa página. Algunos me los salté porque eran publicaciones técnicas que se apartaban de mi especialidad. Otros ya los había leído varias veces y no veía interés en volver a ellos. Pero en esa lista había joyas que todavía estaban esperando que me lanzara a por ellas. Incluso hice unos cuantos descubrimientos. Fue también una oportunidad para revisitar ciertas obras que en su día había leído traducidas y a las que ahora quería acceder en su lengua original. Fue divertido y estimulante. Te invito a que asumas este reto.
Otra gran fuente de libros electrónicos legales y gratuitos es Wikisource. Es un proyecto hermano de la Wikipedia. Se dedica a digitalizar libros que están en dominio público. También pasan por un proceso de revisión que garantiza ediciones de calidad. Te puedes fiar de los libros que encuentras en Wikisource. Algunos quizás estén disponibles en el Proyecto Gutenberg, pero otros no. Por eso, los dos sitios se complementan. Yo siempre acudo primero al Proyecto Gutenberg. Si no encuentro allí lo que quiero, acudo a Wikisource. Tienen que ser siempre libros en dominio público, insisto; pero también hay formas de acceder a libros recientes e incluso a las novedades editoriales. Más adelante explico cuáles son. Sigue conmigo.
Para libros en español tienes la Biblioteca Virtual Cervantes, que te propone una amplia y cuidada selección de clásicos en lengua castellana. Es un gran recurso que ofrece la Universidad de Alicante a todos los amantes de nuestros clásicos. Son ediciones electrónicas de la máxima calidad.
También te recomiendo la Open Library. Es una gran biblioteca abierta a la que puedes acceder en Internet. Da servicio al mundo entero. En cuanto te registras, empiezas a beneficiarte de su servicio de préstamo. Ahí sí puedes conseguir libros que todavía están sujetos a derechos de autor. Para cada libro que prestan compran un ejemplar físico. Eso les permite funcionar como servicio de biblioteca. Solamente pueden prestar tantos ejemplares electrónicos como unidades físicas acumulan en su depósito.
Naturalmente, las bibliotecas de toda la vida son una forma de acceder a libros sin necesidad de comprarlos. A menudo, los usuarios de bibliotecas son quienes más presupuesto dedican a adquirir libros. El motivo es el mismo que mencionaba antes a propósito de los libros electrónicos. Los grandes lectores siempre andan a la caza de más obras y mejores. Por eso, aprovechan todas las vías posibles.
Puedes tomar prestados libros impresos en la biblioteca de tu ciudad, de tu universidad, de tu empresa o de cualquier otra institución. Ese es el préstamo de libros que siempre ha existido y que sigue siendo un servicio imprescindible para los amantes de la lectura. Además, las bibliotecas van incorporando el préstamo electrónico. Yo conozco el caso de Madrid. En las bibliotecas madrileñas puedes tomar prestados libros electrónicos cómodamente desde tu móvil. La ventaja es que ya no dependes de horarios ni necesitas desplazarte físicamente a la biblioteca. Accedes a los títulos en cualquier momento y desde cualquier lugar. Pregunta en tu biblioteca si ya te pueden ofrecer ese servicio.
Además, para los aficionados a los audiolibros está LibriVox. Es un hermano del Proyecto Gutenberg. Son versiones en audio de los títulos del Proyecto Gutenberg. Los graban voluntarios de todo el mundo. Tú también puedes ser colaborar. Y, naturalmente, puedes descargarte las grabaciones para escucharlas mientras conduces o mientras estás en casa tranquilamente planchando la ropa. Eso es lo que yo hago. Por eso te pongo esos ejemplos.
El audio es una vía más para acceder a la literatura. Los audiolibros representan una vuelta a las raíces de la literatura. Durante la mayor parte de la historia, la gente accedía a las creaciones literarias de manera oral: en el teatro, en actuaciones de juglares y trovadores, con familiares o vecinos que se compraban un libro y lo leían en voz alta para todo el que se quisiera sentar a escuchar… Los audiolibros son un formato que conviene juzgar por sus propios méritos. Si los comparas con la versión escrita, no vas a apreciar sus virtudes. Yo disfruto como un niño con una buena lectura en voz alta. Es un arte en sí. Además, me consta que los audiolibros también acompañan a quienes no pueden leer por diferentes motivos. Solamente por eso ya merecen existir.
En casi todas las ciudades hay iniciativas de lo que se conoce como book crossing. A mí me parece una forma hermosa y divertida de acceder a la literatura. Consiste en intercambiar libros con desconocidos. Se designa un punto donde uno puede donar un volumen que ya ha leído y llevarse otro cualquiera de los que se encuentran allí. A nadie se le obliga a contribuir, pero lo interesante es también aportar. Es la forma de que el sistema funcione. Hay puntos de intercambio en parques, plazas, campus universitarios, cafés, teatros… en cualquier lugar por donde pase mucha gente. Seguro que en tu ciudad puedes participar en estas experiencias de intercambio de libros. Y, si no, también puedes poner tú una en marcha.
Google Books te permite acceder a fragmentos de libros. Lo que me interesa ahora es que te deja descargarte el texto completo de las obras en dominio público. El dominio público posee un enorme interés para la cultura porque permite que se vaya acumulando un fondo de libros que pertenecen a la humanidad. Todos nos beneficiamos: podemos leer esos libros, copiarlos, transformarlos…