Para qué escribir un libro

Uno de mis alumnos está escribiendo ahora las memorias de su infancia. Es un libro hermoso, sincero, único, en el que rescata los recuerdos luminosos de los primeros años de su vida. Yo estoy teniendo el privilegio de echarle una mano en ese proceso. Mi alumno me ha dicho algo que me ha emocionado y me ha inspirado: “Escribir me sirve para estar en paz conmigo mismo”.

Cada cual escribe por un motivo. Todos escribimos para algo. Yo también ha sentido a veces esa paz que aporta el pasar una o dos horas sosegadas, en la tranquilidad de mi casa, por la noche, mientras iba fijando mis pensamientos por escrito. A mí el acto de la escritura me reconforta. Por eso me siento identificado con el comentario de mi alumno y creo que muchas personas se van a sentir identificadas también con él.

Eso me ha dado la idea de escribir este artículo. Quiero repasar los diferentes motivos que nos pueden mover para escribir un libro. Son los motivos que han ido compartiendo conmigo diferentes personas que han dado el paso de escribir. Cada uno escribe en su nivel. Cada uno se mueve por sus propios motivos. Ninguno es mejor ni peor. Conocerlos y entenderlos me estimula. Ni yo ni nadie es quién para juzgarlos.

Un motivo frecuente, muy frecuente, es hacer realidad un sueño. Sé que muchas personas han soñado en algún momento de sus vidas con escribir un libro. A veces, ese deseo intenso se ha ido posponiendo por las obligaciones del día a día: los estudios, la familia, las responsabilidades profesionales… hasta que llega un momento en que ya no queremos esperar. Entonces damos un paso adelante para hacer realidad ese sueño. Quizás te estás viendo reflejado en esto que cuento. El mejor momento para empezar a escribir fue ayer. El siguiente mejor es hoy. No lo dejes para mañana. Lánzate ahora mismo a esta aventura. Un viaje de mil kilómetros empieza con un solo paso. No necesitas hacer heroicidades. Es mucho más sencillo. Se trata simplemente de que hoy escribas un puñado de palabras, mañana unas pocas más… Así un día y otro día y otro día. Con un poco de constancia, puedes terminar ese libro en menos tiempo del que imaginas.

¡Otro motivo! Un libro se puede escribir para cambiar vidas. De hecho, es el mecanismo más poderoso para conseguirlo. ¿En qué se basan los grandes movimientos sociales, los que han cambiado el curso de la historia? En libros que rompieron moldes en su tiempo. Todos hemos leído algún libro que nos ha cambiado. Seguro que en algún momento cayó en tus manos un libro que te cambió. Tú también puedes cambiar vidas. La clave está en tu libro.

El siguiente motivo me lo confió un autor centroamericano que vive en Francia. Quiero compartir esta historia porque es la de muchas personas. Quizás es incluso la tuya. Él ha hecho su vida en Europa. Tiene aquí su familia, sus amigos, su trabajo… Sin embargo, siempre ha mantenido el vínculo con su país de origen. Incluso desde la distancia, ha estado muy implicado en la vida cultural y en el debate de su tierra natal. Para él, escribir es una forma de tener una voz en el debate. Le mueve un deseo inmenso de mejora para su país. Con su obra consigue inspirar a sus compatriotas y alentar el cambio que desea. Por cierto, no hace falta exiliarse para conseguir esto. También se puede conseguir desde casa. Creo que es importante la aclaración.

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Cambiar un país es un motivo legítimo para escribir. A veces, el para qué es una versión más amplia, más universal, más ambiciosa de ese mismo deseo. En lugar de cambiar un país en concreto, lo que pretendemos es cambiar el mundo en general. Los seres humanos somos capaces de los actos más hermosos y de los más horrendos. La escritura te da el poder de denunciar el crimen y de fomentar la generosidad, el altruismo, el entendimiento internacional, salvar el planeta, proponer nuevos rumbos para la humanidad… Las grandes tendencias de nuestros días son ideas que surgieron en algún momento en la cabeza de una persona que tuvo el valor de fijarlas por escrito y difundirlas. Tú puedes ser una de esas personas. Lo único que necesitas es una idea y la voluntad firme de compartirla con los demás.

Escribir un libro también te sirve para convertirte en una autoridad. Esto se aplica sobre todo a obras de no ficción. Hoy día la competencia profesional es feroz. Seguramente ves a diario a tus compañeros de trabajo o colegas de profesión desplegando una actividad frenética en redes sociales, haciendo autopromoción a bombo y platillo. Eso está bien, pero ten en cuenta una cosa. Cuando acudes a esas plataformas, estás plantando tu tenderete en uno de los lugares más concurridos del planeta. Es como intentar llamar la atención en medio de un zoco lleno de vendedores, titiriteros, músicos, malabaristas, encantadores de serpientes, rebaños de cabras que pasan por allí… Creo que te haces a la idea. Hoy día, está al alcance de todo el mundo publicar vídeos cortos, fotos, notitas de texto. Cuando baja la dificultad, se reduce la calidad y aumenta el ruido. Es un fenómeno que está estudiado. Y ahora llegas tú e intentas llamar la atención desde tu rinconcito; pero la gente se va detrás del primer chimpancé que pasa por allí… o del primer vídeo de gatitos, que para el caso es lo mismo.

En cambio, un libro es otra cosa. Escribir un libro sobre tu especialidad solamente está al alcance de profesionales del máximo nivel que han acumulado un conocimiento valioso y unas experiencias irrepetibles. Ahí sí puedes competir a base de calidad. Además, un libro te pone delante de un público especialmente preciado. Tú eliges: puedes exponer tus ideas en una aplicación donde la gente se reúne para perder el tiempo o dirigirte directamente a quienes quieren aprovecharlo. Los compradores de libros tienen más nivel económico, social y cultural. Están dispuestos a invertir en conocimiento. Ese es el público que le interesa a un profesional que tiene unos servicios que ofrecer. ¿Cuál es la vía para llegar a esos futuros clientes? Tu libro. Ese libro que solamente tú puedes escribir.

Escribir un libro es también una de las maneras más eficaces de dejar un legado. Tú has ido construyendo una existencia, cosechando éxitos, acumulando vivencias y sabiduría. Al llegar a la cumbre de la vida, te puedes detener un momento a hacer balance de tus aprendizajes. Es un material de un valor incalculable para los que vienen después. Escribe tus memorias. Es un tesoro que les dejas a las generaciones más jóvenes. Puedes rescatar los recuerdos de tu infancia para regalárselos a tus hijos y a tus nietos. Puedes hacer balance de tus éxitos profesionales para que las generaciones siguientes entiendan cómo se puede crear algo de la nada a base de esfuerzo y tenacidad… Escribir ese libro es un acto de generosidad. Has acumulado un patrimonio vital que es un tesoro para los más jóvenes. No permitas que se pierda.

Todos nos hemos llevado heridas en la vida. A medida que pasan los años, aumentan los desengaños, se multiplican las cicatrices; pero también vamos aprendiendo a ceder bajo el peso de las desdichas sin llegar a quebrar, vamos aprendiendo a resurgir, a levantarnos después de caer. Vivir es eso, equivocarse, magullarse, tropezar para volver a levantarse. Así una y otra vez. La escritura es una fórmula para sanar, para restañar heridas, para limpiar, para sacar a la luz lo que permaneció oculto durante demasiado tiempo. Esta forma de escritura también es un acto de generosidad. A ti te hace bien escribir esa historia. Una vez que la publicas, puede ayudar a quien ha vivido una experiencia que también le ha dejado heridas y de la que quizás no sabe todavía cómo salir. Tu historia le aporta esperanza, le muestra el camino. Si alguien ha conseguido superarlo, significa que esa experiencia se puede superar, que de ahí también se sale. Por favor, empieza a escribir ese libro cuanto antes. Te lo debes a ti y se lo debes a quienes han sufrido como tú y merecen volver a vivir, volver a disfrutar de la vida.

Escribir es una forma de mantener la capacidad cognitiva. El Blog de Lengua lo siguen personas de todas las edades. Yo sé que ahí están representados también quienes van alcanzando ya una cierta edad. Toda actividad intelectual es una forma de estimular y fortalecer las facultades intelectuales. Gran parte del declive cognitivo viene simplemente por falta de actividad. El cerebro es un músculo. Para mantener las piernas en forma hay que moverlas. Para mantener la mente a tope, hay que ponerla a trabajar. No podemos permitirnos dejarla parada. Cualquier actividad intelectual ayuda, pero algunas son más intensas que otras y por eso mismo aportan más beneficios.

Escribir es una de las actividades intelectuales más completas que puedes practicar. Te va a ayudar a conocerte mejor, te va a servir para ordenar las ideas, te va a inspirar, te va a mostrar nuevas vías… Solamente necesitas un poco de constancia. Se trata de reservar un rato todos los días para sentarse a escribir. No hace falta mucho tiempo. Media hora diaria es suficiente. Te aseguro que, una vez que te acostumbres, no querrás renunciar por nada del mundo a ese tiempo para estar a solas contigo, con tus ideas, recuerdos, esperanzas, creencias, visiones, creaciones…

A veces oigo a gente que me dice: “Si pudiera empezar de nuevo… Si pudiera vivir otra vida…”. Creemos que estamos encerrados en los límites de nuestro cuerpo y nuestra mente, que solamente tenemos una oportunidad, que podemos vivir una vida y solamente una. Nada más lejos de la realidad. Escribir te permite vivir una infinidad de vidas. Quizás te pasas el día encerrado en un despacho. ¿Qué te impide surcar los mares del sur por las noches, cuando sales de trabajar? Quizás lo tuyo es la vida de familia, pero eso no es obstáculo para vivir romances incendiarios en un mundo de ficción donde tú fijas las reglas del juego. Puedes viajar a los anillos de Saturno, puedes meditar en lo alto del Himalaya o descabezar guerreros en medio de la estepa. Tú eliges la vida que quieres vivir y la modelas a tu gusto. ¿A qué esperas? ¿Tu realidad te parece anodina? ¡Cámbiala! Escribe otra diferente.

También hay quien escribe para hacerse famoso o para ganar dinero… y me parece bien. Un día le pregunté a una alumna cuáles eran sus objetivos con su novela. Me respondió que vender muchos ejemplares y ganar dinero. ¡Y me quito el sombrero ante ella! Me alegro de que lo tenga tan claro. Su obra es valiosa. Les aporta mucho a otras personas. Es justo que ella también reciba su recompensa. Yo me alegro de que una escritora gane dinero con sus novelas. ¿No se forran los jugadores de fútbol? Que también me parece estupendo. ¡Cuidado! No me interpretes mal. Pues tanto derecho o más tiene alguien que ha pasado horas sin cuento trabajando para crear algo nuevo que trae tanta felicidad a tantas personas de tantos países diferentes. Yo quiero que los escritores tengan éxito y que reciban su recompensa. Cuanto más, mejor. Se lo merecen. Se lo han ganado con el sudor de su mente.

Y dejo para el final mi motivo favorito. Se puede escribir simplemente por el deseo de crear algo bello. ¿Qué objetivo más noble puede haber que dejar un objeto hermoso en el mundo?