Que la inspiración te encuentre trabajando

Hoy vengo cargadito de preguntas que te lanzo desde el principio porque plantear bien la pregunta es tener ya la mitad de la solución. ¿Qué es más importante para escribir? ¿La constancia? ¿La inspiración? ¿Las dos cosas?

Tú tendrás tu respuesta, que, sin duda, es infinitamente mejor que la mía. Aun así, te voy a pedir que me escuches porque quiero compartir contigo mi historia y mis aprendizajes. Este es un artículo muy personal. Te voy a hablar de lo que a mí me ha funcionado. Seguramente, estoy equivocado en todo o en parte; pero tú quédate conmigo aunque solo sea para aprender de mis errores. Y si encuentras una o dos cositas que te puedan funcionar, aprovéchalas. Esa será para mí la mayor satisfacción.

A mí me preocupa esta cuestión porque veo que muchos escritores y candidatos a escritores andan dándole vueltas: ¿debo esperar a que las musas salgan a mi encuentro o debo lanzarme yo en su busca?

Esta es mi historia. Si sigues el Blog de Lengua, sabrás que publico contenido de manera constante y, además, previsible. Mucha gente dice que es contenido de calidad y yo les agradezco el buen concepto que tienen de mi trabajo.

Yo publico todas las semanas. Es un esfuerzo mantenido durante años. Gracias a eso, he ido acumulando un corpus considerable de materiales. La web del Blog de Lengua cuenta con más de mil artículos que ayudan a escritores de todo el mundo a subir de nivel en su escritura. El canal de YouTube acumula ya más de 600 vídeos. Están ahí para quien quiera aprender. He publicado ya en mi web 22 cursos que suman un total de ochocientas lecciones con su texto, sus vídeos y sus ejercicios.

Esto no ha ocurrido por casualidad. Ha sucedido porque tomé unas decisiones que he aplicado de manera consecuente. Si he podido crear todos estos materiales es porque he ido desarrollando unos sistemas y unas rutinas.

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Los materiales están bien, pero lo más valioso del Blog de Lengua no son esos materiales, sino el público que lo sigue, que también es considerable. El valor de este canal está en ti, que estás leyendo este artículo, en todas las personas que ven los vídeos, en todos los alumnos que siguen mis cursos y esperan cada semana que llegue puntual mi lección.

¿Cuál es el secreto para que todas estas personas estén aquí? Escribir y publicar de manera constante, previsible. A mí me llena de orgullo que confíen en mí. Yo vivo como un privilegio que haya personas como tú que leen mis artículos, ven mis vídeos y estudian mis lecciones.

Tu creación literaria tampoco va a suceder por casualidad. Es algo que tienes que planificar. La decisión artística más importante que puedes tomar es la de crear (o no). Ahí es donde te lo juegas todo. Tienes que preguntarte si quieres escribir o si no quieres escribir. Y si la respuesta es que sí, tienes que desarrollar una práctica constante y consecuente. Sé por propia experiencia que esto puede dar miedo. A mí me lo daba. A día de hoy, me sigue dando vértigo. ¡Y es buena señal! Lo que debería asustarnos a ti y a mí es que algún día desaparezca ese vértigo. Yo todavía siento unas mariposas que me revolotean en el estómago cada vez que pulso el botón de publicar.

¿Quieres que te cuente mi experiencia personal? No porque yo sea modelo de nada, sino por una razón muy sencilla. Si yo puedo hacerlo, tú puedes hacerlo también. Nadie es mejor que tú, nadie es más listo que tú, nadie tiene más talento que tú. Lo que otra persona ha hecho, tú lo puedes hacer perfectamente. Si ves que hay gente ahí escribiendo, creando, publicando… significa que eso se puede hacer. Cada vez son más quienes se lanzan a esa aventura y yo me alegro de ello. La clave para llegar ahí es decidir que quieres hacerlo… y dar el primer paso.

En el verano de 2007 yo estaba en Berlín. Acababa de conseguir mi habilitación como profesor titular de universidad. Era un momento en que me podía plantear cómo seguir adelante con mi carrera profesional. Decidí hacer balance y empezar algo nuevo.

He tomado muchas decisiones en mi vida, pero una de las mejores fue arriesgarme a un pequeño experimento durante aquel verano berlinés. Por aquel entonces, los blogs estaban en pleno auge, así que decidí abrir uno para empezar a publicar en abierto materiales didácticos. Mi objetivo era que se pudiera beneficiar cualquier persona con interés en aprender.

Ni corto ni perezoso, abrí un blog de WordPress, enredé un poco con aquella herramienta para familiarizarme con ella y, enseguida, escribí un articulito que publiqué al instante. Ese primer paso fue el más importante. Ese primer artículo que di a conocer al mundo hizo posible todo lo demás. Sin ese primer artículo, tampoco existirían los 999 siguientes; yo no estaría aquí contándote mi historia; nunca habría tenido el privilegio de colaborar en programas de radio, no habría dado el salto al vídeo…

Al principio, parecía que el Blog de Lengua era una cosa muy pequeñita dentro de mi vida profesional. Es más, parecía que aquello era lanzar piedras contra mi propio tejado. Te aseguro que, como profesor de universidad, aquello me perjudicaba más que me beneficiaba.

En 2007, en el mundo académico, te miraban por encima del hombro si decías que estabas publicando en Internet. Ahora todo el mundo quiere estar ahí, pero en aquel entonces se veía más bien como un demérito. Lo único que contaba eran las publicaciones tradicionales.

Cuando publiqué el primer vídeo en YouTube, tampoco faltaron almas caritativas que me hicieron ver que era indigno de un profesor universitario ponerse a “colgar vídeos en YouTube” como un adolescente. Recuerdo concretamente a alguien (que no voy a nombrar) que me decía con retintín lo de “colgar vídeos”. Ahora resulta que “colgar vídeos”, como decía esa señora, es un mérito y todo el mundo quiere estar ahí.

En el verano de 2007 decidí que iba a publicar un artículo por semana. Esa decisión tan sencilla es la que dio pie a todo lo demás. Una de las decisiones más radicales que puedes tomar es escribir una cosita por semana y dársela a conocer al mundo.

Esa decisión cambió mi vida. Lo que yo no podía imaginar en el verano de 2007 era que con los años iba a ir acumulando frustraciones en el mundo académico. No ganaba para disgustos. Era infeliz. En paralelo, mi presencia en Internet iba creciendo y me aportaba cada vez más satisfacciones. Eso que empezó como un pequeño proyecto personal, secundario, iba ocupando cada vez más espacio en mi vida y en mi corazón. Llegó un momento en que decidí dar un paso adelante y dedicarme a esto.

No te creas: me costó. Fue una decisión complicada. Tuve que renunciar a mi ego y decidir que yo no era profesor de universidad. Yo trabajaba como profesor de universidad. Ese oficio no era mi identidad, era algo que hacía. Antes de ese trabajo había tenido otros y podía ejercer otros después, pero eso ni ponía ni quitaba para quién era yo.

Me lancé a una nueva aventura profesional en 2021 y no he vuelto la vista atrás. Ahora publico los contenidos que yo decido. Ayudo a personas de todo el mundo a escribir mejor. Eso cayó por su propio peso. Ha sucedido simplemente porque un día decidí que iba a escribir un artículo todas las semanas y lo iba a publicar. Después decidí que iba a grabar un vídeo cada semana y lo iba a publicar. Y más adelante decidí que iba a escribir una lección cada semana y se la iba a enviar a mis alumnos.

Lo uno ha ido llevando a lo otro. Cuanto más haces, más eres capaz de hacer. La decisión de trabajar con un plan me ha permitido ir creciendo como creador y que mi producción se vaya ampliando de manera orgánica. Hoy no concibo mi vida sin esta maravilla que es crear los contenidos que yo quiero y que a mí me gustan para que aprendan, mejoren y disfruten con ellos personas como tú que quieren escribir más y mejor.

Lo importante es tomar la decisión. Una vez tomada, yo sé que cada semana toca publicar artículo en la web. Una vez que decido que voy a publicar vídeos, sé que todas las semanas tiene que haber vídeo. Y cuando empiezo a crear cursos, sé que todas las semanas tiene que haber ahí una nueva lección para quienes quieren escribir mejor.

Fijar un programa de publicación implica que el escribir artículos, grabar vídeos o enviar lecciones es innegociable. No depende de mi estado de ánimo. No es algo que tenga que improvisar. No voy a estar buscando un hueco para esa actividad. Toda mi agenda está programada de modo que cada semana haya un artículo en la web, un vídeo en YouTube y una lección para mis alumnos.

Unas semanas me apetece más y otras me apetece menos. Algunos días estoy de buen humor y otros me levanto con ganas de morder porque he dormido fatal. Unas veces me salen mejor y otras, peor. Pero lo importante es que siempre están ahí. Me tomo mis vacaciones, naturalmente; pero eso también está programado.

Como dijo Camilo José Cela, la inspiración existe, pero te tiene que encontrar trabajando. A él le encontró trabajando y por eso le dieron el Premio Nobel de Literatura. Si se hubiera quedado pensando o esperando a las musas, hoy no sabríamos quién fue ese señor.

¿Yo empecé dedicando mis días a esto? No, señor. Empecé reservando una horita semanal para escribir un articulito que publicaba inmediatamente en el Blog de Lengua. Una hora era lo que me podía permitir en aquel entonces. La vida no me daba para más, pero una hora sí que podía dedicar. Una hora no parece nada, pero esa primera hora es la que permite añadir una segunda hora más adelante y después otra y otra y otra. El primer artículo es el que abre la puerta para el segundo y ese al tercero, que será mejor que los anteriores… Y así sucesivamente.

Yo podría haberlo hecho de otra forma y decirme a mí mismo: “Ahora estoy muy liado. Cuando tenga tiempo, ya me pondré”. En ese caso, seguiría igual de liado, estaría lamentándome y esperando a la jubilación. ¿Y sabes qué? Tampoco tendría tiempo cuando me jubilara, porque el tiempo no se tiene o se deja de tener: se dedica a unas cosas o a otras. Cuando algo es una prioridad, le asigno tiempo. Y si no lo es, nunca encuentro tiempo para ello.

Tú puedes crecer como autor. Tú puedes crear tu obra. Tú puedes publicar. Si yo lo puedo hacer, tú lo puedes hacer. Si tu vecina ha escrito un libro, tú puedes escribirlo también. Si tu compañero de trabajo ya ha publicado una novela, tú también puedes. Se trata de querer. Todo depende de una decisión. Es imprescindible que tomes una decisión consciente y que programes en tu agenda el tiempo necesario para ello. No va a ocurrir por casualidad. Si no está en tu agenda, no existe. Y no existe porque no es prioritario.

Yo empecé con una hora semanal. ¿Tienes una hora todas las semanas? Si tienes una hora, puedes empezar a escribir. Si tienes tiempo para enredar en el móvil, tienes tiempo para escribir. Si tienes tiempo para ver una serie, tienes tiempo para escribir. Si tienes tiempo para levantarte más tarde los fines de semana, tienes tiempo para escribir.

¡Cuidado! Yo sé que las posibilidades de cada persona son diferentes y además van cambiando a lo largo de la vida. No es igual la situación de una mujer que está empezando su carrera profesional o la de un padre que tiene dos niños pequeños o la de un ingeniero jubilado que se ha quedado viudo… Pero siempre hay oportunidades para crear. Simplemente, soy escéptico cuando la gente me dice: “Yo es que no puedo. Yo es que no tengo tiempo para escribir”. Casi siempre, “no tengo tiempo” significa “no es importante”. “No puedo” es “no quiero” o, a veces, “no me atrevo”. Te lo digo por experiencia. Yo también decía “no puedo, no tengo tiempo”… Hasta que decidí que quería y que era importante.

Hay quien encuentra tiempo para escribir y hay quien encuentra excusas. A mí me interesas tú si eres de los valientes que deciden dar el paso.

A veces viene bien ponerse de acuerdo con alguien que también quiere dar el paso. Otras veces la solución está en tener una obligación: tener a alguien a quien rendirle cuentas. A mí me ha correspondido alguna vez la responsabilidad de asumir ese papel: ser el señor que está ahí para que le rindan cuentas quienes quieren escribir, porque a veces hay personas que tienen todo lo que necesitan para escribir su libro y solamente les falta esa obligación. Alguna vez me he puesto de capataz para que un libro llegue a existir, pero eso ya daría para otro vídeo.

El tiempo no se tiene: se hace. ¡Que la inspiración te encuentre trabajando!

Envíale este artículo a ese amigo tuyo que todavía se lo está pensando. Quizás es todo lo que necesita para dar el paso.