Hoy voy a responder a una pregunta que yo me planteo a veces: «¿Quién soy yo para ayudarte a escribir un libro? ¿Te puedo ayudar?» Sí, te confieso que yo me hago esa pregunta, que me cuestiono a mí mismo una y otra vez.
Probablemente, si escribes, ya sabes que uno mismo puede ser su mayor crítico. ¡El mayor y el peor! ¿Alguna vez te han asaltado las dudas sobre tu capacidad para escribir? No estás solo. Yo llevo toda la vida dedicado a la docencia y, aun así, siguen asediándome las dudas sobre mi capacidad para ayudar a otros seres humanos a aprender algo o, incluso, sobre mi capacidad para aprender algo yo mismo.
Yo soy el primero en dudar porque dudar es humano. Pero déjame que te diga algo. Las dudas nunca me han abandonado. Las dudas nunca te van a abandonar. Lo que he conseguido con los años es avanzar a pesar de las dudas, hacer el trabajo antes de sentirme preparado, llegar a la meta aunque me parezca imposible antes de partir. Hoy quiero compartir estos aprendizajes contigo.
Por tanto, esta es la pregunta: «¿Te puedo yo ayudar a ti a escribir tu libro?». Y estas son las respuestas.
Sí, yo te puedo ayudar por algunos motivos que resultan evidentes y también por otros que quizás no sospechas. El principal ni te lo imaginas.
Para empezar, mi formación es adecuada. Si te interesan las credenciales académicas, te diré que soy licenciado en Filología Hispánica. Durante cinco años, mis profesores de la Universidad Complutense de Madrid me enseñaron habilidades como estas:
- orientarme entre las grandes obras de la historia de la literatura
- entender las características de los diferentes géneros literarios
- analizar una novela
- radiografiar los personajes
- desmontar las estructuras narratológicas para dejar a la vista sus diferentes piezas
Te puedo ayudar a escribir un libro porque he estudiado en profundidad cómo se han escrito muchos de ellos. Y cuando digo muchos, de verdad son muchos. Eso es importante, pero no es el motivo más importante por el que te puedo ayudar. Ese ni te lo imaginas. Lo dejo para el final porque me va a obligar a hacer un trabajo emocional, a desprenderme de la coraza, a dejar al descubierto algunos de mis puntos más vulnerables. ¡Sigue leyendo!
También soy doctor. Conseguí la licenciatura, pero no me detuve ahí. Después me doctoré en la Universidad Carlos III de Madrid. Un doctorado consiste en escribir un libro con unas características muy determinadas y siguiendo un proceso. El doctorado es completamente diferente de otros estudios por los que pueda uno pasar. Esto lo sabe quien lo ha vivido. El doctorado no consiste simplemente en estudiar más.
Doctorarse es aprender el método para generar nuevo conocimiento, para resolver problemas que estaban ahí, esperando una respuesta. Por eso, un doctorado es una experiencia transformadora. Una vez que lo obtienes, ya no dependes solamente del conocimiento que te vas encontrando en diferentes fuentes. Estás en condiciones de crear conocimiento, de aportar soluciones nuevas y originales a los problemas.
Si te das cuenta, mis enfoques y soluciones en el Blog de Lengua son diferentes de lo que te puedas encontrar por ahí. Son personales. Son originales. Son mi aportación. Eso se explica por ese elemento diferencial en mi carrera académica.
Lo que me interesa ahora es que hacer una tesis doctoral consiste en escribir un primer libro bajo la tutela de un profesor que ya ha obtenido el título de doctor. El trabajo en la tesis sirve para entender cómo completar una obra extensa, cómo organizarse, cómo gestionar los materiales, qué mentalidad necesita uno para avanzar, etc. Te puedo ayudar a escribir un libro porque ya lo he hecho. Esto también es importante, pero no es el motivo más importante por el que te puedo ayudar a escribir. A lo mejor te parece que estoy aquí colgándome galones, pero dentro de un rato me los voy a arrancar todos. Eso llegará cuando te cuente el motivo más importante.
El título de doctor me habilita para dirigir tesis doctorales y otros trabajos académicos. Como profesor de universidad, poseo la experiencia de tutelar el proceso con estudiantes de doctorado, máster o grado, que han escrito sus monografías conmigo. He observado los diferentes estilos de trabajo y las estrategias que aplican diferentes personas para conseguir el éxito, así como los factores que lo impiden. Asistir entre bastidores a este proceso es una ayuda inestimable para entenderlo y extraer conclusiones. Te puedo ayudar a escribir un libro porque ya he ayudado a otras personas. Esto es importante, pero —ya lo adivinas— no es lo más importante.
En los últimos tiempos, una idea me rondaba la cabeza: el proceso para escribir un libro es aplicable en líneas generales con independencia del género. La base es la misma. La diferencia reside en ciertos detalles que son específicos de las monografías científicas, los ensayos, la autoayuda, la biografía, las novelas, etc.
Validé esta idea con una persona que quería escribir su primera novela y a quien le estoy inmensamente agradecido por confiar en mí para acompañarle en este proceso. En el artículo de la semana pasada te hablé de mi querido alumno Fernando, que ya ha hecho realidad su sueño: ha escrito una magnífica novela que próximamente irá a imprenta. Ha conseguido este éxito porque ha trabajado en ella a diario y ha puesto en su primer libro lo mejor de sí. Fue un placer para mí acompañarle en el proceso de escritura de su primer libro. La ayuda que necesitaba era simplemente contar con un proceso. Ahí es donde yo le pude impulsar. Mi trabajo consistió en aportarle el proceso y supervisar su ejecución.
También he acompañado a otro querido alumno. Agustín ha escrito unas hermosas memorias de su infancia que son un legado personal y humano. Es un libro que solamente él puede escribir. Agustín cuenta historias luminosas de su infancia, retrata los paisajes de la sierra de Gredos, la vida en el Madrid de la posguerra, sus descubrimientos infantiles. El trabajo de Agustín tiene un mérito inmenso. Difícilmente podré describirte la emoción que he sentido acompañándole en este recorrido. Cuánto he aprendido gracias a él… ¿Agustín cuenta con alguna formación especial? Es que no hace falta una formación académica especial para escribir un libro. Lo que hace falta es lo que me ha demostrado Agustín. Me lo ha demostrado y lo demuestra semana tras semana en mis cursos, a los que siempre llega el primero: un deseo inmenso de aprender y de escribir cada día un poco mejor. Y tener la constancia de sentarse a escribir a diario (llueva, nieve, truene, haga sol o pase lo que pase).
Ahora estoy trabajando en una nueva novela con otra persona. Acepto estos proyectos con cuentagotas porque me comprometen a largo plazo y me exigen una implicación total en el plano intelectual, emocional y artístico. No es un simple análisis racional. Necesito asegurarme de que puedo conectar con esa persona. Necesito descubrir en mí el sentimiento adecuado. A partir de ahí, tengo que mantener toda la novela en la cabeza a medida que su autor la va escribiendo. Mis neuronas tienen una capacidad limitada cuando se trata de conservar todos los detalles de un libro.
Por eso, también me he visto obligado a decir que no en algún momento, con gran dolor de mi corazón. Eran propuestas excelentes y provenían de personas a las que tengo en altísima estima. Unas veces he tenido que renunciar por falta de tiempo. Otras veces no he logrado encontrar en mí el sentimiento adecuado. Hasta hace unos años, tomaba mis decisiones racionalmente y me iba razonablemente bien. Últimamente me dejo guiar también por mi cuerpo, por lo que me dictan mis tripas. He descubierto que acierto más a menudo cuando lo hago así. En ocasiones, un proyecto es adecuado (y más que adecuado); pero yo necesito algo más para comprometerme con él. Doy el paso cuando estoy convencido de que soy justamente la persona necesaria para apoyarlo.
El resumen de lo anterior es que puedo ayudarte a escribir un libro porque ya he ayudado y estoy ayudando a otras personas. Y eso es importante, pero no es lo más importante.
Te voy a confesar por fin el motivo más importante. Te puedo ayudar porque lo he intentado y he fallado, he fracasado estrepitosamente no una, sino varias veces. Mi ordenador está lleno de proyectos abandonados: monografías que comencé y nunca terminé, artículos científicos que se quedaron a medias… Son cientos de horas de mi vida. Son horas quemadas, pulverizadas. Son libros que nunca llegaron a existir porque todavía no sabía lo que he ido aprendiendo después. Esos errores, esas caídas han sido un aprendizaje duro. Yo he comprobado en mis carnes lo que se siente cuando lo intentas y fracasas. Eso es lo que de verdad me capacita para ayudarte.
Ahora sé que esto no tiene que ser así. Hay unas estrategias, unas técnicas y unas actitudes que garantizan el empezar una obra y terminarla. Si yo las hubiera aplicado en su momento, esas hijas de mi mente habrían llegado a existir. El momento de escribir esas obras ya pasó. Ahora no tiene sentido rescatarlas. Ese es otro aprendizaje. Un libro tiene su momento. Si lo sabemos aprovechar, lo escribiremos. Si no, llega un momento en que ya pierde su sentido.
Esas horas de mi vida y esas ilusiones ya no las voy a recuperar. Eso ya no tiene arreglo. Lo que sí puedo hacer es ayudarte para que tú no tropieces donde yo lo hice. Así, por lo menos, habrán servido de algo. Tú puedes empezar tu libro y acabarlo. Yo te puedo ayudar porque ahora entiendo lo que hace falta para escribirlo y también para dejarlo a medias, perdido en las entrañas de un ordenador.
Eso me ocurrió porque yo sufría todo tipo de bloqueos e inseguridades. No era por falta de conocimiento, de formación, de técnica. Mis debilidades eran otras. Esas no se solucionan documentándose ni leyendo un libro más ni esperando a estar preparado, a tener tiempo, a que cambien las circunstancias…
Esas debilidades siguen ahí, ¡cuidado! El miedo, las dudas, el síndrome del impostor siempre van a estar ahí. Te confieso que me asaltan cada vez que me lanzo a un nuevo proyecto, que voy a grabar un nuevo vídeo, que voy a impartir un nuevo curso… Lo que he conseguido es sobreponerme, seguir adelante a pesar de los pesares. El objetivo no es convertirse en un superhéroe. El objetivo es hacer el trabajo con las imperfecciones, las flaquezas, las limitaciones y las carencias de un ser humano.
Eso se lo debo a mi querido Blog de Lengua. Yo me considero filólogo y artista al mismo tiempo. Por eso siempre me he sentido como una pieza cuadrada en un agujero redondo dentro del particular ambiente académico. Si me preguntas, te diría que intento hacer arte con la gramática. Yo no me conformo con ofrecer explicaciones gramaticales al uso. Intento poner emoción en mi trabajo. Intento establecer una conexión humana. Intento mostrarme o, más bien, exponerme en cada uno de mis artículos, de mis vídeos, de mis cursos o de mis manuales. Si alguna vez has leído algo mío y te ha parecido que en ese momento Alberto Bustos te estaba hablando a ti directamente es porque lo intento cada vez que lanzo al mundo una nueva aportación.
Si me sigues desde hace tiempo, habrás constatado que publico en cantidad. Dicen que también lo hago con calidad. Pongo lo mejor de mí en mi trabajo una semana tras otra. Eso me permite escribir artículos para el Blog de Lengua, guiones para mis vídeos de YouTube, lecciones para los cursos que imparto para el núcleo duro de los seguidores del Blog de Lengua. Algunos cursos acaban convirtiéndose en manuales didácticos que están disponibles en las principales librerías de Internet.
Todo esto es posible porque he desarrollado un proceso y me acerco a mi escritura con una actitud que me permite escribir y publicar. Es uno de los aprendizajes más valiosos que he logrado en la vida. Yo me he dejado cientos de páginas sin publicar. Nunca terminé esos manuscritos, que eran útiles, que eran valiosos, que habrían sido una aportación. No lo hice porque me dejé frenar por las dudas y las inseguridades. Ahora que lo veo en perspectiva, entiendo que esa historia podía haber funcionado de otra forma. Por eso me he embarcado en una misión para poner a la humanidad a escribir.
Quiero que cuentes tu historia, que escribas tu libro. Tú puedes escribir. Tú puedes ser escritor. ¿Quieres? Yo te puedo ayudar. Ahora sabes por qué.