El acortamiento es un procedimiento de formación de palabras que consiste en eliminar un fragmento de la palabra originaria sin que cambie su significado ni la clase de palabras a que pertenece. Se denomina también truncamiento.
Hay tres posibilidades:
a) Se elimina el final de la palabra. Este tipo se denomina apócope. Es lo más frecuente, por ejemplo:
(1) Heterosexual > hetero
(2) Universidad > uni
(3) Motocicleta > moto
b) Se elimina el principio. Su nombre técnico es aféresis. Es menos frecuente:
(4) Ómnibus > bus
(5) Weblog > blog
c) Muy raramente el fragmento eliminado está en el interior de la palabra. Este caso se conoce como síncopa. Así surge Frisco, que es una denominación coloquial de la ciudad de San Francisco.
El acortamiento tiende a operar sobre palabras largas, por lo que los compuestos suelen ser buenos candidatos.
En algunos casos la forma truncada es la única de uso corriente, quedando relegada la forma plena a lenguajes de especialidad o al lenguaje administrativo. Por ejemplo, a nadie se le ocurre decir que va al otorrinolaringólogo, en lenguaje corriente eso es el otorrino.
A veces el truncamiento da lugar a formas coloquiales (6) o afectivas (7), por lo que resulta muy frecuente en el lenguaje infantil o también en el que usan los adultos para dirigirse a los niños (8)-(10).
(6) Bolígrafo > boli
(7) Compañero > compa
(8) Colegio > cole
(9) Chuchería > chuche
(10) Cumpleaños > cumple
Muchas formas de confianza de nombres propios surgen así, como (11) y (12):
(11) Francisco > Francis, Fran
(12) Fernando > Nando, Fer
Las palabras resultantes de este proceso suelen mantener el género (13), aunque este a veces (raramente) cambia (14):
(13) El hipermercado > el híper
(14) La pornografía > el porno
Los resultados del acortamiento pueden tener diferente consideración normativa: algunos acaban convirtiéndose en formas estándar (15 y 16) y otros no (17):
(15) Taxi (< taxímetro)
(16) Radio (< radiodifusión)
(17) Peli (<película)
El acortamiento es un proceso con mucha fuerza en la lengua actual, sobre todo entre los hablantes más jóvenes. Así se van creando neologismos que aumentan el caudal léxico del castellano. Estas innovaciones se producen constantemente. Unas triunfan hasta el punto de desplazar a la palabra originaria, otras se hacen un hueco en el léxico coloquial o jergal, y otras —la mayoría— no pasan de ser ocurrencias del momento que caen en el olvido nada más pronunciarlas.