Febrero viene del latín februarius:
Lat. clás. februarium > lat. vulg. febrarium > cast. febrero
Este era el mes de las purificaciones. En su nombre podemos reconocer el verbo februo ‘purificar’.
En febrero se celebraba una fiesta de purificación conocida como Lupercales o fiesta de la februa. Februa era el nombre que se daba a unas tiras de piel de macho cabrío con las que los celebrantes azotaban a la gente (sobre todo a las mujeres). Este azote ritual tenía un valor purificador. Se suponía además que propiciaba la fertilidad femenina y facilitaba el parto.
Como ya hemos visto a propósito de enero, los nombres de los meses remitían a acontecimientos y divinidades. En el paso del latín al castellano se produce un proceso de convencionalización, es decir, las denominaciones se vacían de toda referencia a figuras o hechos concretos y ya solo nos remiten al mes al que nombran.
Por eso tiene sentido un artículo como este.
También te interesará conocer la etimología de los otros meses del año: enero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre.