Octubre era el octavo mes del calendario romano hasta el año 153 a. de C., cuando el inicio del año se trasladó de marzo a enero. Su nombre proviene de octo ‘ocho’. Los romanos, en un alarde de imaginación, numeraban los meses a partir del quinto (quintilis, que hoy es julio).
Este es un buen ejemplo de cómo un nombre propio se puede desmotivar. Cuando se cambia el orden del calendario, la rutina puede más que el significado, de modo que se sigue utilizando una palabra que lleva dentro la idea de ‘ocho’ para nombrar un mes que ahora es el décimo.