Etimología de ‘regaliz’

Todos lo hemos comido de pequeños: el regaliz es una raíz dulce. Lo que no todo el mundo sabe es que esa es la idea que encierra su nombre.

La palabra regaliz viene del griego glykyrrhiza, que es literalmente ‘raíz dulce’. Podemos reconocer el elemento glykys, que es el mismo que tenemos en glucosa. Quienes entienden de botánica saben que un rizoma es un tallo que crece por debajo de la tierra como si fuera una raíz; y quienes manejan terminología lingüística están acostumbrados a tratar con los verbos polirrizos, que son los que tienen varias raíces.

Lo que ocurre es que desde glykyrrhiza todavía estamos muy alejados de la palabra castellana regaliz. El término griego nos llega a nosotros por mediación del latín. Los romanos, en un primer momento, lo único que hicieron fue adaptar el vocablo al alfabeto latino: lo convirtieron en glychyrriza. Sin embargo, con el correr del tiempo, acabó transformado en liquiritia. La culpa la tuvo un cruce con liquor, que por aquella época tan solo significaba ‘líquido’. Esto pasó porque el regaliz se prensaba para sacarle el jugo.

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Normalmente, de liquiritia tendría que haber salido algo así como licoriza, pero nuestros antepasados se liaron con la erre y la ele. Las cambiaron de sitio y convirtieron la palabra en regaliza. Para completar el embrollo se comieron la a final y convirtieron el nombre en masculino, con lo que llegamos por fin a la forma moderna regaliz.

El regaliz es lo mismo que el paloduz. Este último sustantivo está formado sobre raíces castellanas que repiten la idea inicial del griego: paloduz es ‘palo dulce’. Paloduz tiene además muchas variantes: palodulce, palodul, palulú, paladuz…

Cada cual lo llamará como quiera. Lo importante es que con todas estas denominaciones nos estamos haciendo eco del dulzor de esta raíz.