La ultracorrección: ‘bacalado de Bilbado’

La ultracorrección está detrás de un gran número de errores de vocabulario. Además, son tropiezos que te pueden dejar en evidencia rápidamente. ¿Por qué? Porque transmiten la impresión de que se intenta aparentar una cultura de la que uno carece.

Qué es la ultracorrección

La ultracorrección se conoce también como hipercorrección. Consiste en cometer errores por pasarnos de correctos.

El profesor Fernando Lázaro Carreter fue maestro de lingüistas y prestó una gran atención a las cuestiones normativas. Dirigió la Real Academia Española entre 1991 y 1998. Él definió así la ultracorrección en su Diccionario de términos filológicos:

(1) Ultracorrección. Fenómeno que se produce cuando el hablante interpreta una forma correcta del lenguaje como incorrecta y la restituye a la forma que él cree normal.

Ahí está la clave: la ultracorrección consiste en ver un error donde no lo hay. Es corregir lo que está bien. Esto es típico de escritores inexpertos, que tienden a ser más papistas que el papa.

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¿Por qué caemos en la ultracorrección?

Todos hemos incurrido alguna vez en errores como estos. Yo mismo los he sufrido, igual que cualquier persona que escribe. Quien esté libre de ultracorrección que lance la primera piedra.

Lo interesante del caso es que los escritores inexpertos se equivocan porque sienten demasiado miedo a equivocarse. Puede parecer un absurdo, pero es típico de los seres humanos. Acabamos tropezando en la piedra que queríamos evitar. Nos ocurre al escribir, al enamorarnos, al buscar seguridad económica y, en general, en cualquier empeño que resulta valioso para nosotros.

Para mí, la parte positiva está en lo siguiente:

  • Esos errores demuestran que ese algo nos importa.
  • El error nos da la oportunidad de aprender y mejorar.

A menudo, la inseguridad o la inexperiencia nos llevan a sobregeneralizar las reglas. Aprendemos una regla gramatical, ortográfica, etc., y ya nos creemos que debemos aplicársela a todos los casos habidos y por haber. Nos falta entender que en cuestiones de lengua siempre hay excepciones y, sobre todo, que hay casos en los que no es aplicable esa regla en concreto.

El bacalado de Bilbado

El ejemplo clásico de ultracorrección es este:

(2) bacalado de Bilbado

Eso, en realidad, es una expresión que se utiliza para tomarles un poco el pelo a quienes se equivocan por empeñarse en parecer cultos. ¿De dónde sale ese bacalado de Bilbado?

Como ya sabes, la -d- de los participios tiende a perderse en el habla popular:

(3) acabado > acabao

Es un fenómeno muy extendido. Sin embargo, no es presentable en el habla culta y esmerada. La mayoría de los hablantes poseen suficiente agilidad lingüística para diferenciar contextos de comunicación. Quizás utilizarán la forma popular cuando se encuentran en el bar con los amigos. Sin embargo, volverán inmediatamente al estándar si tienen que presentar un producto ante un grupo de clientes o si están redactando un informe.

Sin embargo, quienes todavía no han adquirido suficiente formación lingüística pueden verse desbordados ante estas alternativas. Se sentirán obligados a utilizar la lengua culta en situaciones formales, pero lo harán con inseguridad. Es lo mismo que le ocurre a quien maneja un coche potente sin que nadie le haya enseñado a conducir. En esos casos, el accidente siempre está a la vuelta de la esquina. El escritor inseguro se quedará con la idea de que la terminación -ao está mal. Por eso, la sustituirá siempre por -ado.

El problema es que algunas palabras sí terminan en -ao. Son pocas, pero están ahí. Tenemos el pescado conocido como bacalao, la ciudad de Bilbao y algunas más, por ejemplo:

(4) cacao

(5) sarao

El hablante que teme equivocarse puede llegar a introducir una -d- incorrecta en estas palabras. ¿Por qué es incorrecta? Porque eso no son participios y, por tanto, no es aplicable la terminación -ado. Es una equivocación que surge por percibir un problema donde no lo hay.

Este es un comportamiento típico de escritores inexpertos: corregir lo que está bien y dejar lo que está mal. ¿Cómo se soluciona? Estudiando. Ser hablante nativo no basta. Si quieres conseguir resultados diferentes, tienes que hacer cosas diferentes. Para mejorar necesitas trabajar y aprender.

Haz un ejercicio sobre la ultracorrección.

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