Veíamos en otra entrada (‘No hay tu tía’: etimología popular) que la etimología popular es un fenómeno que se produce por afán de motivación: los hablantes deforman palabras o expresiones que les resultan oscuras por no reconocer en ellas una estructura y las asimilan a modelos conocidos. Así es como surge nuestra entrañable mondarina (forma popular que no se recoge en el diccionario).
La mandarina toma su nombre del color anaranjado del traje de los mandarines de la China. La imagen es sugerente, pero los hablantes de Úbeda o Lozoyuela no debían de tenerlo tan claro, así que buscándole una explicación a la palabreja se acordaron enseguida de mondar: si se monda con facilidad, será una mondarina. Ahora ya se entendía.
Encontramos otro caso de etimología popular en la expresión idiomática en pelotas (‘desnudo’). La expresión originaria era en pelota (de pelo, con el sufijo aumentativo -ota). La idea era que estar desnudo era andar por ahí con los pelillos al aire. La expresión equivalente existe también en otras lenguas románicas. Por ejemplo, en francés ‘estar desnudo’ es être à poil (literalmente ‘estar en pelo’).
Como la gente es muy mal pensada y eso del pelo y la pelota no quedaba muy claro, se interpretó que la pelota era eso: una pelota, una bola… Y como por motivos anatómicos (¡ejem!) no podía ser una, sino que tenían que ser dos, por ahí vino el plural pelotas.
Todavía encontramos un rastro de la forma original en la expresión en pelota picada, que no admite el plural: en pelotas picadas.