¿Te has preguntado alguna vez por qué decimos conmigo y no con mí? La explicación es de tipo histórico.
Etimológicamente, decir conmigo (o contigo o consigo) es decir dos veces lo mismo. La terminación -go es lo que ha quedado de la erosión fonética y semántica de la preposición latina cum ‘con’. Digo preposición, pero en realidad sería más exacto hablar de posposición, puesto que se posponía al pronombre. En latín, conmigo se decía:
mecum (< me + cum)
Esta forma constaba del pronombre me y la posposición cum. Como la terminación -cum se iba desgastando y se iba percibiendo cada vez menos la idea de ‘con’, se le empezó a añadir como refuerzo otra vez la preposición, pero, esta vez sí, como preposición, es decir, precediendo al pronombre me; por así decir, haciendo un bocadillo:
mecum > micu(m) > migo > conmigo
Por eso hoy decimos conmigo y no con mí, que es lo que cabría esperar, igual que decimos con nosotros, sin mí, para mí, a mí, etc. Fíjate en que en italiano, por ejemplo, se dice con me.
La forma intermedia migo no está documentada. Los filólogos llegan a ella por reconstrucción. Esto es algo muy normal en la lingüística histórica.
Interesantísima la etimología de la palabra “conmigo”. En realidad, todas las etimologías lo son, pero esta es doblemente curiosa por su redundante resultado. Gracias por contárnosla.