Origen del futuro en español

El futuro castellano cantaré tiene su origen en una perífrasis de obligación formada con el infinitivo y el verbo haber. Esta es la evolución hasta llegar a la forma actual:

Cantare habeo > cantar he > cantaré

Cantare habeo significaba ‘he de cantar’, ‘tengo que cantar’. Esta perífrasis fue sufriendo un desgaste de su sustancia fónica. Antes de quedar reducida a una sola palabra, pasó por un estadio intermedio en el que el auxiliar habere había experimentado ya una reducción, pero mantenía su independencia. Véase este ejemplo en el que incluso se interpone el pronombre átono os entre uno y otro verbo:

(1) Forcejad siempre contra la corriente de vuestras pasiones. Mirad que es grande su furia y, si tantico os descuidáis, llevaros ha al bajo de las miserias [Juan Sanz: Cartas espirituales, 1602-1608, tomado de CORDE].

El paso siguiente es ya la forma actual:

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(2) Vendrá un coche a buscaros y os llevará a la estación [Ramón Pérez de Ayala: Tinieblas en las cumbres].

Podemos percibir que el origen de las desinencias de futuro está en el verbo haber comparándolas con el auxiliar de los tiempos compuestos:

Amar he amado

Amar -áshas amado

Amar ha amado

Amar -emoshemos amado

Amar -éishabéis amado

Amar -ánhan amado

El desgaste de la forma va acompañado del desgaste del significado. En una orden va implícita una idea secundaria de futuro porque los mandatos, por lo general, nos obligan a hacer algo más adelante. Al erosionarse el significado de esta expresión, se perdió la idea de obligación y solo quedó la de futuro, que es la que está presente en el ejemplo (2) arriba.

He dicho que la idea de obligación se pierde, aunque esto no es del todo cierto. Aún persiste en ciertos usos. El futuro en español sirve a veces para mandar. Esto es un recuerdo de su origen y es el valor que encontramos en el siguiente ejemplo:

(3) ¡Te callarás, imbécil! [Leopoldo Lugones: Nosotros]

Si nos fijamos de nuevo en el ejemplo (1), veremos que se ha perdido la idea de mandato (no hay nadie que dé una orden); pero se mantiene una idea de necesidad. Podríamos parafrasear la oración como:

(4) La corriente de vuestras pasiones os llevará por fuerza al bajo de las miserias

o

(5) La corriente de vuestras pasiones os llevará necesariamente al bajo de las miserias

Hoy el futuro en una sola palabra amaré (forma sintética) alterna con la perífrasis voy a amar. Este es un ejemplo del movimiento en espiral característico del cambio lingüístico. Sabiendo que el latín tuvo también un futuro sintético (amabo ‘amaré’) que no sobrevivió en castellano, podremos apreciar cómo se van renovando los medios que se han utilizado sucesivamente para expresar este tiempo:

Forma sintética (amabo) > perífrasis (amare habeo) > nueva forma sintética (amaré) > nueva perífrasis (voy a amar)

Al final, hemos andado mucho para quedarnos donde estábamos.