Las palabras nuevas raramente se inventan de la nada. Lo normal es reutilizar material léxico preexistente mediante diferentes procedimientos de formación de palabras o recurriendo a préstamos de otras lenguas.
No obstante, a veces sí que se crean palabras completamente nuevas. Se habla entonces de acuñación ex nihilo (‘de la nada’). El único ámbito donde este procedimiento es relativamente frecuente es el de las marcas comerciales, como Kodak o, en España, Alaris (un tren que circula de Valencia a Madrid).
No es fácil aportar ejemplos porque, aparte de que son de por sí escasas, las palabras inventadas plantean un problema metodológico de base: es imposible demostrar que algo no existe. Nunca podemos tener la certeza de que una palabra no se basa en otra. Quizás sí que tiene un antecedente, pero lo desconocemos. Por ejemplo, ¿cómo puedo estar seguro yo de que el inventor de la palabra Alaris no tuviera en la cabeza un acrónimo de algo así como A la rica sangría? No puedo.