No, esto no es un chiste del tipo Van un inglés, un francés y un español. Va muy en serio y espero que sirva para mostrar que lo que en unos parajes es correcto en otros se puede considerar dialectal o incluso vulgar.
El francés y el español son dos lenguas románicas que, partiendo de la base del latín vulgar, se han ido alejando poco a poco. Resulta curioso, sin embargo, que en este viaje una de las variedades del español, el andaluz, haya llegado al mismo sitio que el francés.
Para no complicar demasiado la exposición voy a pedirles a los lectores que me permitan la licencia de tratar el andaluz como si fuera una variedad homogénea, aunque todos sabemos que no lo es.
La primera coincidencia y más llamativa es el seseo. Comparemos las siguientes palabras:
Cesar – cesser [sɛ.se]
Si yo, como hablante de Castilla, pronuncio el verbo cesar, haré una diferencia entre la primera consonante y la segunda. Un hablante andaluz, en cambio, las pronunciará iguales. Pues bien, en esto coincidirá con el hablante de francés.
El francés, como lengua, es seseante. Si carece de denominación para este fenómeno, es porque cuando todo el mundo sesea desaparece la noción misma de seseo, igual que, si todos fuéramos rubios, no tendríamos nombre ni para rubio ni para moreno. Es importante explicar esto para que entendamos que el concepto de seseo, en español, solo adquiere sentido en contraste con las variedades distinguidoras del Norte de la Península Ibérica.
Otro fenómeno fonético típicamente andaluz es la pérdida de las consonantes finales. Estoy seguro de que muchos hablantes andaluces pronunciarían el verbo cesar sin la -r final. Una vez mas, es lo mismo que encontramos en francés.
De rebote, la relajación y pérdida de las consonantes finales podría llevar a confundir el singular y el plural. Uno de los mecanismos compensadores que se han desarrollado en andaluz consiste en marcar el plural mediante la apertura vocálica. En los dos ejemplos siguientes, la o abierta [ɔ] distingue el plural del singular:
Niño – niños
[ ‘ni.ɲo – ‘ni.ɲɔ]
Algo de esto podemos encontrar también en francés, por ejemplo, en el artículo determinado, cuyo plural se pronuncia con una e más abierta:
Le – les (‘el – los’)
[lə] – [lε]
La última semejanza de que me voy a ocupar aquí tiene que ver con el uso de los pronombres personales. En castellano tenemos tú y usted como formas de confianza y de respeto, respectivamente, del pronombre de segunda persona. Estas formas se corresponden en plural con vosotros y ustedes:
Tú – usted
Vosotros – ustedes
Este sistema queda simplificado en andaluz con la pérdida de la forma de confianza vosotros en el plural, con lo que el anterior cuadrado castellano queda convertido en un triángulo invertido:
Tú – usted
Ustedes
Pues bien, esta es, ni más ni menos, que la disposición que encontramos en francés, lengua en la que a tu (confianza) – vous (respeto) en singular se opone únicamente vous en plural:
Tu – vous
Vous
Insisto en que para desarrollar esta breve comparación me he visto obligado a simplificar mucho y a pasar por alto la considerable diversidad de las hablas andaluzas. Lo que me interesaba no eran los detalles sino mostrar cómo un mismo fenómeno lingüístico puede tener diferente consideración social en diferentes lugares.
No faltará quien me diga —y con razón— que lo que aquí cuento no es, ni mucho menos, exclusivo del andaluz, sino que también es aplicable en mayor o menor medida a las variedades americanas del español. Y así es, efectivamente, porque el español de América empieza en Andalucía y continúa en Canarias. Pero ya habrá tiempo para fijarse en América; hoy me apetecía hablar de las cosas de aquende los mares.
Francamente sorprendente, interesante y bien visto. Siempre me ha chocado la evolución tan extraña que ha tenido el francés desde el latín -como decía Burgess “hay algo profundamente equivocado en una lengua que ha hecho derivar ‘aqua’ en ‘eau'”- y esta acertada comparación con el andaluz me lo hace ver desde un nuevo punto de vista.
Me ha encantado esta entrada. Soy castellana, profesora de francés en Andalucía, con eso lo digo todo.
Por cierto, Frank, yo no soy canaria, pero he tenido la suerte de visitar Tenerife y Gran Canaria, y yo también he oído decir “muyayo”, así que parece ser que a tu juicio yo también soy una ignorante…
Como curiosidad no sé cómo de extendida decir que en ciertos pueblos de la provincia de Málaga se usa “ancá” en lugar de “en casa”, de modo similar al “chez” francés. Ejemplo: estamos ancá María, nous sommes chez Marie.
“Ancá” sirve igual para un roto que para un descosío: vamos ancá María, estamos ancá María, venimos dancá María. Ciertamente, se ahorran muchas sílabas respecto a la forma correcta de decir esas frases en español: vamos a casa de María, estamos en casa de María, venimos de casa de María.
Un saludo y gracias por el blog.