Metáforas en la gramática

La metáfora va más allá de la literatura

Si alguien nos preguntara de pronto por la metáfora, casi todos tenderíamos a asociarla con la literatura. Puede que incluso se nos pasaran por la cabeza los ejemplos que nos ponían en clase, como aquello de las perlas de tus dientes.

Simplificando mucho, podemos decir que tradicionalmente se concebía la metáfora como una figura retórica que consistía en decir esto es como esto otro o, más bien, esto es esto otro.

Si nos paramos a pensar, todos tenemos, además, la noción de que la metáfora también está presente en el lenguaje cotidiano. Probablemento, se nos ocurrirán ejemplos como el del cuello de la botella. Esa expresión contiene una metáfora que asimila una parte de un objeto inanimado a una parte del cuerpo. El mecanismo que está funcionando aquí es el mismo. Estamos diciendo que esto (una parte de la botella) es como esto otro (una parte del cuerpo).

La metáfora es un mecanismo cognitivo básico

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De lo que ya no estoy tan seguro es de que alguna vez nos hayamos dado cuenta de que la metáfora también tiene un gran rendimiento en las estructuras gramaticales de las lenguas. Esta es una aportación de la lingüística cognitiva de los años ochenta. Gracias a las investigaciones del lingüista estadounidense George Lakoff, sabemos que la metáfora es un mecanismo cognitivo básico de los seres humanos. Por eso resulta omnipresente.

Hablamos y pensamos en metáforas e incluso actuamos a través de ellas. Nuestra mente está bien equipada para trabajar con realidades concretas. Por ejemplo, entendemos perfectamente qué es una manzana. Sin embargo, el cerebro se enfrenta a una dificultad básica para manejar nociones abstractas. Por ejemplo, las sumas, las restas y las raíces cuadradas nos resultan más complicadas que imaginarnos conjuntos de manzanas.

La metáfora nos permite entender el mundo

Uno de los trucos de los que se sirve la mente humana para enfrentarse a realidades abstractas consiste en asimilarlas a otras más concretas, de las que tenemos una experiencia más inmediata. La gramática tiene que ver con la representación de relaciones abstractas. Por eso, no hay que sorprenderse de que muchas de sus estructuras se basen en la metáfora.

Te voy a poner un ejemplo. ¿De qué tenemos una experiencia más inmediata?:

  • nuestro propio cuerpo
  • el espacio

Yo creo que está claro: un niño descubre primero que tiene cabeza, tronco, manos y pies. Solamente después empieza a asimilar relaciones espaciales como estas:

  • delante
  • detrás
  • a un lado
  • a otro lado
  • arriba
  • abajo

El espacio como cuerpo

Pues bien, en la lengua encontramos expresiones que aprovechan nuestro conocimiento del cuerpo para ayudarnos a entender cómo está organizado el espacio. Estas son algunas:

(1) El bar está enfrente del Ayuntamiento.

(2) La estación queda a mano izquierda.

(3) La ciudad se construyó al pie de la montaña.

(4) El casino se encuentra a espaldas de la catedral.

Los ejemplos anteriores utilizan sendas partes del cuerpo para organizar la percepción del espacio:

  • la frente
  • las manos
  • los pies
  • la espalda

Lo interesante es que solamente intervienen en estas metáforas algunas partes del cuerpo: las más destacadas. En las gramáticas de las lenguas del mundo tienden a aparecer manos, cabezas y pies, pero no muelas, tibias o meñiques (pongamos por caso).

El tiempo como espacio

Todo es relativo y también lo es la noción de abstracción. El espacio es más abstracto que el cuerpo, pero nos resulta más fácil de entender que el tiempo. Es más inmediata la experiencia de encontrarse en un sitio que la de encontrarse en un momento. Entendemos mejor la idea de ir a alguna parte que el transcurrir del tiempo.

Por eso, solemos representarnos el tiempo como si fuera un espacio por el que nos desplazamos. Piensa en los verbos que utilizas para expresar la idea del tiempo. Comprobarás que la mayoría son de significado espacial. Te voy a dar una sola muestra. El verbo ir expresa un desplazamiento en el espacio:

(5) Voy a Segovia.

A partir de ese verbo, hemos creado una perífrasis que conceptualiza la idea de futuro como una forma de desplazamiento. Por eso podemos decir lo siguiente:

(6) Voy a estudiar.

Muchos adverbios de tiempo también tienen su origen en el espacio. El adverbio alrededor tiene un significado originariamente espacial:

(7) Se sentaron alrededor del fuego.

La gramática lo reutiliza para expresar una idea de tiempo. La siguiente expresión es posible gracias a la metáfora:

(8) Son alrededor de las once.

Podría seguir, porque el tema es apasionante y resulta prácticamente inagotable, pero ahora no se trata de eso. Mi intención es simplemente hacerte reflexionar para que llegues a tus propias conclusiones.

He grabado un vídeo por si prefieres aprender visualmente.

Vídeo: Metáforas en la gramática

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4 comentarios en “Metáforas en la gramática”

  1. Me gusta mucho el tema y los valiosos aportes. Mi participación está encaminada a dar algunos ejemplos más, que creo debemos utilizar en varios países tales como:
    el ojo del pie, el ojo de agua, el ojo de la puerta, las ventanas de la nariz y otros. También quería agregar otro tipo de expresionesen las cuales creo que también hayun uso metafórico:
    “Cuesta un ojo de la cara”, “Salió hecho un cohete”, “Se le sobaron las teclas”(este último se refiere a perder el raciocinio).
    Como bien dice Alberto Bustos, parece que la metáfora está en el lenguaje coloquial, más de lo que nosotros creemos o esperamos.

  2. Alberto:
    Me has concedido tanto tiempo con esta entrada que no puedo resistirme a escribir algo. Siguiendo con tu filosofía sobre las metáforas inspiradas en el cuerpo, he recordado un comentario que hacía mi hija hace unos días. Tiene un coche viejo que le da muchos problemas, cuando le preguntamos en casa que cómo iba el coche, nos respondió: —Mi coche está muerto, ya no respira. Se había quedado sin batería (no he buscado el ripio).
    Una vez más un trabajo excelente. Te felicito.
    Ya reparé el carro.
    Un abrazo.

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