El plural de modestia es un artificio retórico que consiste en utilizar un nosotros que encubre un yo. La primera persona singular se convierte en plural para que el individuo responsable de aseveraciones, juicios, propuestas, etc. pase a un segundo plano y quede oculto tras una pluralidad ficticia. Se trata de dar un paso atrás lingüísticamente para no atribuirse demasiada importancia a uno mismo.
Este particular empleo de la primera persona del plural se asocia típicamente con textos académicos y científicos. Encontramos un magnífico ejemplo en la nota preliminar que redacta Francisco Ruiz Ramón en 1971 para la segunda edición de su Historia del teatro español:
Nuestra intención al preparar la revisión de este libro para su segunda edición ha sido mantener la que presidía la primera redacción. Sin embargo, nuestra conciencia de la insuficiente presentación de algunos temas, la crítica amistosa, y por ello mismo severa de algunos amigos y colegas, aquellas reseñas en donde con espíritu objetivo —que agradecemos—se hacían reparos y se señalaban errores y erratas, la consideración más detenida de algunos puntos y nuevas lecturas, nos han decidido a rechazar páginas enteras y a escribirlas de nuevo, cambiando, en la medida en que nuestros puntos de vista habían cambiado, su enfoque, y esto, a veces, de modo sustantivo, sin que nos detuviera el expresar ideas distintas a las sostenidas antes si estas nos parecían incorrectas o insuficientes.
Quien habla en el párrafo anterior es el autor individual de un manual universitario. Podría expresar perfectamente los mismos contenidos en singular: Mi intención al preparar la revisión de este libro… mi conciencia de la insuficiente presentación de algunos temas… con espíritu objetivo —que agradezco—… me han decidido a rechazar páginas enteras. Sin embargo, prefiere ocultar pudorosamente su persona amparándose en el plural. Como se aprecia también en el ejemplo, el plural de modestia no afecta solamente a las formas verbales, sino, en general, a las palabras y expresiones capaces de expresar persona, como determinantes posesivos (nuestra intención) o pronombres (nos parecían incorrectas).
El plural de modestia no es, ni mucho menos, exclusivo del lenguaje académico, sino que puede presentarse en cualquier tipo de discurso. Sin embargo, la tradición y las convenciones de la producción científica, con sus exigencias de objetividad, parecían empujar al autor a adoptar el plural en la expresión. En las últimas décadas, no obstante, se aprecia una tendencia a emplear un estilo más directo, por lo que cada vez más se prefiere el yo a la hora de redactar un artículo o realizar una presentación en un foro científico. Ambas posibilidades entran por igual en lo que hoy día se considera una buena redacción. Son opciones diferentes que el autor tiene a su disposición y entre las cuales habrá de escoger dependiendo de si quiere situar el foco de atención sobre sí mismo o más bien apartarlo.
Otro uso particular del plural relacionado con este, aunque con motivaciones muy diferentes, es el del denominado plural mayestático, del que nos ocupamos en otro artículo.
Interesante. Cuando veía “nosotros” en artículos científicos siempre asumía que se trataba del investigador principal hablando en nombre de todo el equipo y supongo que algunas veces será cierto. Gracias por darnos ( ;) ) algo en qué pensar.
Otro uso relacionado es el plural de cortesía: Ustedes escriben muy bien, don Alberto.
Saludos.
Alberto:
Me parece un acierto esta entrada que aparece hoy en tu blog. Habitualmente tengo no pocas dudas cuando utilizo el ‘plural de modestia’, ello es que si rozas, sin darte cuenta, el ‘plural mayestático’, ¡caramba!, te aviene el tufillo de la soberbia y dices: ¡párate! Y es que te ha quedado como un símbolo de cuando leías encíclicas pontificias.
Una vez más, distinguido amigo, atinas con tus enseñanzas.
Un saludo,
Cecilio
En 2º de Bachillerato, para los comentarios de texto de la Selectividad, nos dicen que usemos el “nosotros” precisamente para no quedar como pedantes o presuntuosos.
Tal y como comentas en tu artículo, la tendencia actual es de usar el yo, pero resulta curioso que en el mundo empresarial en las comunicaciones por correo electrónico, es muy frecuente el uso del plural y no precisamente por modestia sino por un intento de compartir responsabilidades.
Yo siempre entendí el uso del “nosotros”, de personas en posición de autoridad, como una manifestación de esa autoridad, en absoluto de modestia. Viviendo, como yo, inmerso en otra lengua (en mi caso la lengua nórdica) advierto incluso que resulta pretencioso y está mal visto usar demasiado el YO en asuntos que conciernen a la pluralidad. El nosotros es un yo más bien institucional y el que habla representa a un conjunto organizado. Alguien ha comparado esto con el denominado “panenteísmo”, que en España lo introdujo el krausismo de la Generación del 98. Se trata ya de la persona, no del individuo. Así surge la persona jurídíca de la Compañía, la Institución, la Empresa, la Nación. El orador público, por otra parte, tiene la ambición de involucrar a los oyentes en lo que dice. Aún sin decir el pronombre “nosotros” se habla en plural: “todos sabemos que…” o “como todos sabemos”, llegando a extremos bastante impositivos: “a nadie le cabe la menor duda” y frases por el estilo.