Abigarrado es un adjetivo poco frecuente y por ello mismo se presta a errores. Usado con propiedad, presenta dos acepciones, que no dejan de tener ciertas connotaciones negativas. En la primera significa ‘de colores desiguales y mal combinados’, como en el siguiente ejemplo:
(1) A estas extravagancias se sumaba un maquillaje abigarrado, como a chafarrinones, y una cabellera muy corta y lacia ceñida por una cinta de seda de unos dos centímetros de altura [Eduardo Mendoza: La ciudad de los prodigios, tomado de CREA].
El maquillaje del que se nos está hablando hemos de imaginarlo como un conjunto poco afortunado de pinturas dispersas por la cara, que forman cualquier cosa menos un cuadro favorecedor.
En su segunda acepción significa ‘heterogéneo, compuesto de muchos elementos diferentes y muy dispares’. Con este sentido se utilizó correctamente en la siguiente oración, que tomo de la prensa mexicana:
(2) Después de muchos “ires y decires”, las piezas del abigarrado rompecabezas electoral se van acomodando [Pulso (México), acceso: 22-6-2012].
Aquí se nos está hablando metafóricamente de un electorado que está compuesto por muchos grupos e individualidades con grandes diferencias entre sí y que, por ello mismo, resulta difícil conciliar.
Existe un tercer uso de abigarrado que debemos evitar. Hay quien lo emplea como sinónimo de abarrotado, repleto:
(3) Díez […] no cree que el Pleno de la Cámara Baja esté “tan abigarrado y tan estresado” como para que no se pueda incluir dentro de los debates “la cuestión más importante que afecta” al futuro y a la credibilidad del país [Diario Siglo XXI (España), 12-6-2012].
A la aparición de este uso impropio probablemente ha contribuido la semejanza fonética entre abigarrado y abarrotado, pero hay además otro factor de tipo metonímico. Una idea secundaria dentro de la segunda acepción (e, incluso, de la primera) es la de amontonamiento y sobreabundancia, como podemos comprobar en (4), donde se hace un uso correcto del adjetivo en cuestión:
(4) La escena representaba un abigarrado dormitorio, con sillas góticas, candeleros con adornos de pámpanos y un lecho con baldaquino de columnillas retorcidas, y una mortecina lámpara de aceite junto al lecho, que iluminaba la erguida figura de un gigante [Germán Sánchez Espeso: En las alas de las mariposas, tomado de CREA].
A partir de usos como este, quienes utilizan el vocabulario de oído pueden inferir que abigarrado significa simplemente ‘atestado, abarrotado’ o incluso ‘apretujado’.
Estos deslices son fáciles de evitar con tal de que nos tomemos la molestia de consultar un diccionario cuando vayamos a emplear una palabra que se sale un poco de lo corriente. Curiosamente, en esto, como en otras cosas, quienes más saben más suelen dudar, mientras que aquellos que tendrían todos los motivos para ser presa de la inseguridad actúan con la mayor confianza del mundo.