Álgido es un adjetivo curioso porque forma parte del puñado de palabras con significados contrarios (o autoantónimos) que posee el español. Originariamente es un cultismo que significa ‘muy frío’. Su uso con este sentido es muy escaso en la lengua actual, pero podemos encontrar algún ejemplo, como este de Rafael Alberti, en el que el contexto no deja lugar a dudas sobre la interpretación:
(1) […] el frío de sus huesos, el álgido vapor de su sangre canalizada, la humedad y golpes de aire que saltan de sus bocas nos van petrificando los trajes lentamente, helándose las venas hasta marcar de súbito el peligro [Rafael Alberti: Prosas encontradas, tomado de CREA].
Se utiliza también para referirse al punto de ciertos procesos febriles o infecciosos en que el enfermo experimenta un frío intenso:
(2) Las ropas, pegadas al cuerpo, eran como fiebres en período álgido sobre mi pecho, mi vientre, mis muslos. Tiritaba continuamente, sacudido por violentos tirones musculares [Ricardo Güiraldes: Don Segundo Sombra, tomado de CREA].
Ese es el momento decisivo de la enfermedad. A partir de ahí o nos curamos o nos vamos al otro barrio, que es lo que les pasaba antiguamente a los enfermos de cólera:
(3) Al acercarse la muerte durante el periodo álgido, comúnmente cesaban los vómitos y las deposiciones, y los enfermos aseguraban que se sentían mejor cuando solo les quedaban algunos instantes de vida [Manuel Codorniu: Cólera-morbo de París].
No es de extrañar que de ahí pasara a significar, por una metáfora, ‘culminante, máximo’, que es hoy el sentido más corriente:
(4) El partido […] tuvo en el abrazo de Leo Messi con Pep Guardiola su momento álgido [Mundodeportivo.com, 7-5-2012].
Es muy frecuente la colocación punto álgido:
(5) Pero el punto álgido de la escena lo constituyó el ataque de ira del duque Max, que irrumpió en el salón en estado de profunda embriaguez [Ana María Moix: Vals negro].
Pero no quedó ahí la cosa. Para algunos hablantes ha llegado a significar ‘caliente, acalorado’, quizás porque la idea de fiebre álgida se malinterpretó como ‘fiebre muy alta’ (olvidándose de los escalofríos y tiritones que justifican el apellido de álgida). Ese es el sentido que tiene en los ejemplos (5) y (6), que son una adaptación de oraciones reales que se encuentran en Internet:
(5) La denuncia causó una álgida discusión entre los representantes de los partidos.
(6) Tenemos el antecedente de una álgida reunión entre patronal y sindicatos.
Ya tenemos así a este adjetivo convertido en lo contrario de lo que en un principio significó. Todos estos significados coexisten en la lengua actual, aunque con diferente estatus. La Academia acepta el significado primitivo (‘muy frío’) y lo coloca en primera posición en su diccionario, aunque en el uso es prácticamente irrelevante. No opone reparos a las fiebres ni demás enfermedades álgidas. Y hasta ha terminado por aceptar el sentido figurado de ‘culminante, máximo’. Sin embargo, quienes utilizan esta palabra con el significado de ‘caliente, acalorado’ deben saber que quedan fuera de la protección y amparo de los diccionarios normativos.
Conviene aclarar, por último, que debemos evitar expresiones como el punto más álgido porque el adjetivo álgido tiene valor ponderativo, es decir, ya lleva dentro la idea de ‘más, máximo’, con lo que añadírselo solo sirve para crear una redundancia.